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Un doctor vacuna a una chica.
Batalla política y social en EE UU por el sarampión

Batalla política y social en EE UU por el sarampión

La comunidad médica cree que el brote de Disneylandia se ha expandido por la decisión de los padres de no vacunar a sus hijos

Miguel Salvatierra

Sábado, 7 de febrero 2015, 08:06

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Cuando el sarampión parecía cosa del pasado en el mundo desarrollado, su rebrote en Estados Unidos está provocando una intensa batalla política y social. Son ya más de 100 las personas afectadas en 14 estados desde que surgiera un foco en Disneyland de California. Además, este brote no es algo meramente puntual. Los datos del centro de control de enfermedades (CDC, por las siglas en inglés) dan cuenta de que en 2014 se produjeron 644 casos, más que todos los registrados en más de una década.

Para la comunidad médica estadounidense, las causas están claras. Según una encuesta publicada el pasado dos de febrero, en la que participaron 3.000 doctores de todo el país, el 92% de los consultados atribuyen el brote a los padres que no han vacunado a sus hijos.

Estos padres se escudan, no tanto en creencias religiosas, como motivos supuestamente científicos al considerar que introducir sustancias químicas en el organismo causa efectos secundarios más graves que los que se trata de combatir. En su gran mayoría pertenecen a clases sociales con un alto poder adquisitivo que dan una gran importancia a un estilo de visa saludable y natural. Esta tendencia ha hecho que aumente el número de personas que no están inmunizadas y las haga muy vulnerables.

Investigación falsa

En esta corriente ha tenido un papel determinante el estudio del investigador Andrew Wakefield publicado en 1998 en la revista The Lancet que vinculaba la vacuna con el autismo. Su efecto sigue vigente, a pesar de que se demostró que la tesis era un fraude y que había sido elaborada con datos falsos. The Lancet tuvo que rectificar y Wakefield perdió su licencia.

El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y muy común en la infancia hasta que gracias a la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) prácticamente desapareciera en los países occidentales. En Estados Unidos se consideró extinguida en el 2000.

Réplica republicana

Sobre este debate social, alimentado sobre todo por los movimientos antivacunas, se ha superpuesto el debate político de fondo que enfrenta al Estado/Gobierno frente a la libertad del ciudadano/individuo. La entrevista concedida por el presidente Barack Obama el pasado domingo uno de febrero a la cadena NBC, en la que insistió en que no hay ninguna razón para no vacunarles y urgió a los padres a hacerlo con sus hijos si no quieren correr riesgos innecesario, provocó la réplica inmediata de varios líderes republicanos que invocan la libertad de las familias para elegir frente a las imposiciones del Gobierno. Entre todos destacó Rand Paul, senador del estado de Kentucky, destacado integrante del Tea Party y uno de los principales aspirantes a la candidatura republicana para las elecciones estadounidenses de 2016.

Pese a ser médico oftalmólogo, Rand Paul, entrevistado por CNN, afirmó: "Sé de muchos casos de niños que hablaban y caminaban sin problemas, con desordenes mentales tras haber sido vacunados". El escándalo y la indignación en la comunicad científica y sanitaria fue inmediata, aunque la réplica más gráfica y concisa vino a través de un tuit de Hillary Clinton: La tierra es redonda, el cielo es azul y las vacunas funcionan. Protejamos a nuestros niños.

El debate ha estado en los medios tradicionales y en las redes sociales, donde una carta que escribió en 1988 el escritor Roald Dahl se ha convertido en fenómeno viral. El autor de Charlie y la fábrica de chocolate recordaba a su hija de siete años fallecida por una encefalitis derivada del sarampión. Buzzfeed, una publicación estadounidense especializada en contenidos que se comparten en Internet, recordó la carta y la publicó el pasado dos de febrero. Además de narrar de forma muy emotiva el momento en que murió su hija, Dahl es contundente: ¿Cuáles son los riesgos a los que sus hijos se enfrentarán si se vacunan? No hay casi ninguno. Escucha esto. En un distrito de unas 300.000 personas, ¡un niño desarrollará serios efectos colaterales por la vacuna cada 250 años! Una oportunidad entre un millón. Creo que habría más posibilidades de que tu hijo se muriera por asfixia al comerse una chocolatina que se pusiera enfermo de verdad por la vacuna del sarampión. Entonces, ¿de qué te preocupas? Es casi un crimen no vacunar a tus hijos.

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