Tailandia responde con artillería pesada a la petición de «alto el fuego» de Camboya
Mientras Trump dice que ha organizado una reunión para que los dos países alcancen una tregua, la cifra de muertos se eleva a 33
Desde el inicio el miércoles del conflicto fronterizo entre Tailandia y Camboya, la cifra de muertos se eleva ya a 33 y el número de ... desplazados supera los 170.000. Pese al llamamiento al alto el fuego «inmediato» y «sin condiciones» lanzado por el Gobierno camboyano, durante la jornada de este sábado se ha incrementado la escalada al registrarse ataques con artillería pesada del ejércido tailandés. El presidente de EEUU, Donald Trump, asegura que se ha puesto en contacto con los máximos dirigentes de los dos países para alcanzar una tregua. «Aceptaron reunirse de inmediato y llegar rápidamente a un acuerdo de alto al fuego», escribió el magnate republicano en su red Truth Social.
En una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), el Ejecutivo de Nom Pen exigió «una solución pacífica al conflicto», según desveló el embajador camboyano en ese organismo, Chhea Keo. «¿Cómo pueden los tailandeses acusar a un país pequeño como el nuestro, con un ejército tres veces menor y sin fuerza aérea, de atacar a un vecino de mayor tamaño?», denunció. La ONU pidió la máxima moderación a ambas partes y abogó por una «solución diplomática».
En un mundo cada vez más convulso que asiste a sobresaltos diarios en Ucrania y Gaza, surge un nuevo foco de tensión, aunque, en realidad, se trata de una disputa que ya ha cumplido más de un siglo. Los más de 800 kilómetros de frontera entre ambos países son una zona de alta tensión recurrente. Además, están en disputa los ricos yacimientos de gas y petróleo de la costa que comparten. Aun así, semejante nivel de violencia no se registraba desde 2011.
Ayer, el Ministerio de Defensa de Camboya informó de la muerte de 13 personas. El ejército tailandés, por su parte, confirmó el fallecimiento de cinco soldados, lo que eleva el número de víctimas a 20: 14 civiles y seis uniformados. En los enfrentamientos fronterizos entre ambos países entre 2008 y 2011 hubo 28 muertos, cinco menos que en el inicio de este rebrote.
Mientras la ONU y países como Malasia y China tratan de mediar, la tensión no deja de crecer. Camboya acusó a las fuerzas tailandesas de disparar «cinco proyectiles de artillería pesada» contra varios puntos de la provincia fronteriza de Pursat. Las hostilidades obligaron a evacuar a más de 138.000 personas en Tailandia y, por su parte, 35.000 ciudadanos de Camboya han tenido que huir de sus hogares.
La mediación de China
China es un actor clave en la región. El ministro de Asuntos Exteriores del Gigante asiático, Wang Yi, calificó los combates de «desgarradores y preocupantes». «Este asunto tiene sus raíces en el legado del colonialismo occidental (francés) y ahora debe abordarse con calma y gestionarse adecuadamente», declaró. Pekín tiene vínculos económicos con los dos países en conflicto, aunque está más próximo a Nom Pen.
Tanto Camboya como Tailandia se acusan del inicio de los ataques. Las autoridades de Bangkok, que ordenaron el despliegue de varios aviones F-16, denunciaron que las tropas del país vecino lanzaron proyectiles contra infraestructuras civiles, incluidos un hospital y una gasolinera. Nom Pen lo negó.
Las recriminaciones entre Tailandia y Camboya han ido en aumento desde la muerte de un soldado jemer a finales de mayo durante un tiroteo nocturno en una zona de la muga conocida como el 'Triángulo Esmeralda'. Ambos países reclaman esa frontera, definida durante la época de la Indochina Francesa. El tribunal de las Naciones Unidas ha fallado dos veces a favor de Camboya, en 1962 y 2013, sobre la propiedad de esta franja donde se encuentra el templo jemer Ta Muen Thom, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El miércoles, Bangkok retiró a su embajador en Nom Pen después de que uno de sus soldados perdiera una pierna al pisar una mina terrestre. Una investigación militar tailandesa determinó que Camboya había colocado nuevas minas en la frontera. Nom Pen rechaza la acusación y alega que esta zona sigue plagada de explosivos activos colocados en «guerras pasadas».
El conflicto ha generado preocupación en el sector turístico, una fuente de riqueza para ambos países. El estado actual del enfrentamiento, localizado en puntos alejados de los centros habituales para los viajeros, no ha desatado aún las alarmas.
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