Un mar contaminado por la composición del protector solar
La crema de los bañistas de una playa media provoca el vertido de alrededor de cuatro kilogramos de dióxido de titanio al día
EXTRAS
Jueves, 26 de julio 2018, 19:12
El uso de cremas solares es esencial para proteger nuestra piel en los meses de verano, sobre todo cuando nos enfrentamos a periodos de larga exposición o cuando lo hacemos en las horas de mayor radiación ultravioleta del día. Sin embargo, la gran mayoría de ellas resultan extremadamente dañinas para la vida marina.
Cuando se usan en playas, «parte de estos cosméticos son liberados al mar durante el baño, reaccionan con la radiación ultravioleta de la luz solar y generan un fuerte agente oxidante, el peróxido de hidrógeno, que resulta dañino» para especies como las microalgas marinas, tal y como explicaba el investigador Antonio Tovar, del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía y perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tras presentar un estudio sobre el efecto del uso masivo de cremas y aceites corporales en la contaminación de las playas. De hecho, según ese estudio, el consumo medio de cremas solares por bañista en una playa media de Mallorca provoca que se vierta al mar alrededor de cuatro kilogramos de nanopartículas de dióxido de titanio procedentes de los protectores solares. La liberación de compuestos que se produce podría tener importantes consecuencias ecológicas en las zonas costeras, por lo que la comunidad científica plantea la necesidad de que se lleven a cabo esfuerzos coordinados entre la industria cosmética y los científicos para obtener un equilibrio que garantice salud y uso sostenible del medio ambiente.
Prohibición y sostenibilidad
Algunas zonas del mundo se han tomado muy en serio la alarma científica y comienzan a poner restricciones a los productos que se usan en sus playas. Hace tan solo unos meses, el estado de Hawai (Estados Unidos), pionero en la protección del medio marino, prohibirá en 2021 la venta de cualquier producto que tenga entre su composición oxibenzona y octilmetoxicinamato, dos productos químicos muy habituales en las cremas solares. Tanto la oxibenzona como el octilmetoxicinamato tienen un impacto dañino en el medioambiente marino y en los ecosistemas que lo rodean, sobre todo en lo que tienen que ver con los arrecifes de coral, para quienes son productos altamente tóxicos. Los ecologistas han criticado con dureza la iniciativa puesto que no prohibe que los turistas traigan desde sus lugares de origen protectores con esos compuestos y porque abre la puerta a su uso bajo prescipción médica, a pesar de existir alternativas farmacológicas no perjudiciales para el medio ambiente.
El archipiélago estadounidense, cuya principal industria es el turismo, no es el único que se ha puesto manos a la obra para proteger su flora y fauna de los efectos de las cremas solares. El estado de Nueva York prepara también un anteproyecto de ley que acote los productos químicos que acaban en lagos y acuíferos naturales y la ciudad mexicana de Cancún, uno de los principales reclamos de la Riviera Maya, también trabajan en leyes restrictivas que aparten este tipo de compuestos de sus aguas.
Hawai prohibirá la venta de protectores con dos compuestos
El mercado de productos de protección solar genera alrededor de 2.000 millones de dólares cada año solo en Estados Unidos. Una verdadera industria que se ha lanzado ahora a popularizar alternativas biodegradables y que sean menos dañinas para corales y especies de peces. Sin embargo, los expertos del CSIC ya avisaban en su estudio que ninguna alternativa resultaba inocua para el medio ambiente. Entre otras sustancias, las cremas solares también contienen componentes como el silicio, el nitrógeno o el fósforo, todos ellos nutrientes. Aunque, no está claro que sean directamente perjudiciales, al favorecer un mayor crecimiento de las algas, acabarían por alterar el equilibrio del ecosistema y por perjudicar a todos los que lo conforman como, por ejemplo, moluscos como distintos tipos de almejas, que acaban siendo de consumo humano.
La falta de alternativas y de un análisis real sobre el impacto en las especies, avisan desde el CSIC, hace complicado medir el problema y buscar soluciones efectivas. Sobre todo, porque no se va a dejar de usar protectores solares en las playas.