Qué fácil es demonizar los cultivos
Un informe del Ministerio de Transición Ecológica y de la organización ecologista SEO BirdLife señala que la presión urbanística y la agricultura intensiva amenazan la ... presencia de aves en la Albufera. Afirman que las construcciones frenan las rutas migratorias (de las aves) y la agricultura afecta a los ecosistemas. ¿Quedaba alguien por saber que la casa donde vive sustituyó un terreno donde antaño crecían plantas, del tipo que fuera, y entre ellas anidaban de forma natural los animalillos que hubiera? El hombre se hace sitio para vivir; también para trabajar, para guardar el coche, para hacer colegios y hospitales, y museos y residencias para mayores, y hoteles y aeropuertos para hacer negocios y turismo. Todos los hombres y mujeres. Quien esté libre de ello que arroje la primera piedra. Y que demuestre que vive en la cueva, se abriga con su mera artesanía personal y come lo que pille por ahí, sin cultivar. ¿Y lo de beber? Ah, pues de la acequia, si ve que el agua es apetecible. O de algún charco, cuando llueva.
Quiere decirse que sí, que es cierto, que toda actividad humana distorsiona, complica y hasta elimina y sustituye valores puramente naturales que hubo en el lugar. También las actividades de los humanos que se erigen en exclusivos defensores de aquellos valores naturales que, sin darse cuenta, ellos mismos contribuyen igualmente a disminuir, arrasar, eliminar y sustituir, aunque no caigan en ello y les achaquen los pecados a los de enfrente.
Porque también los humanos que se arrogan el privilegio exclusivo de defender lo natural, sin margen de dudas, y estigmatizan a los otros, viven en casas como las de los demás, tienen coches, hacen vacaciones, igual trabajan algunos en actividades que no pasarían estrictas auditorías naturalistas como las que afean a vecinos (fábricas de plásticos, por ejemplo, o cosas similares, tan necesarias para todos), despliegan vidas más o menos parecidas y les gusta la paella valenciana, por supuesto con arroz valenciano y sello de denominación de origen, cultivado en los arrozales de la Albufera.
Es tan fácil soltar de vez en cuando este tipo de advertencias. El urbanismo y la agricultura perjudican al lago. Pues claro. Desde siempre. Bueno, desde que es lago, que no lo fue siempre. Antes del siglo XVI aún tenía agua marina, salada. Pero el proceso de conversión de la antigua bahía completamente abierta siguió adelante: las aportaciones de grandes riadas de los tres barrancos (Poyo, Picassent y Tramusser) conformaron la restinga del Saler que finalmente se cerró a mitad del XIX. El agua dulce que llegaba fue convirtiendo la salada en salobre, primero, y finalmente toda fue dulce. Las poblaciones siguieron creciendo a su alrededor, también la preocupación porque se mantuviera el lago lo más natural posible, cosa difícil cuando hay más lugares de trabajo en el entorno para más habitantes que culpan al urbanismo que los acoge a ellos mismos y a la agricultura que les da de comer. ¿Por dónde se corta?
Pero hay factores que pocas veces se tienen en cuenta. No es cierto que falten aves, al contrario: abundan. Los productores de arroz se quejan cada vez más de que sus campos cultivados alimentan a crecientes poblaciones de animales que diezman sus cosechas, sin que se les pague adecuadamente por ello. Basta ver, además, las bandadas que rodean a los tractores cuando preparan el terreno para la siembra: para nada se asustan, buscan invertebrados que afloran con las evoluciones de las máquinas. Y, finalmente, hay que recordar que si hoy la Albufera sigue siendo la Albufera es en gran parte gracias al arrozal que la rodea, también parque natural, porque ejerce de inmenso filtro verde que depura gran cantidad de agua que llega al lago, y por otro lado, mucho caudal se aporta a través de la Acequia Real del Júcar, que tampoco es un cauce natural; su segundo tramo, que llega hasta Sollana y Albal, lo construyó el duque de Híjar en el siglo XVIII para poder regar sus tierras. Hoy ni le dejarían hacerlo y la Albufera se quedaría sin su aporte de agua más importante y regular.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión