

¿Cómo se vive San Cristóbal, la fiesta de los transportistas, desde el interior de un camión?: «Esto es vocacional»
El sector del transporte celebra el día de su patrón entre ruido de bocinas y reivindicaciones para la profesión, con la conciliación y la necesidad de un relevo generacional como principales retos
Toparse un sábado por la mañana con una hilera de enormes camiones atravesando la calle Colón es inusual e impactante a partes iguales. Y se ... repite todos los meses de julio, cuando los transportistas de la Comunitat se echan a las calles de la ciudad para celebrar el día de San Cristóbal (oficialmente se celebra el 10 de julio, pero los transportistas siempre mueven la cita para que caiga sábado), patrón no solo de los profesionales del transporte, sino de todos los conductores. La fiesta tiene todos esos ingredientes tan propios de los valencianos: un elevado nivel de decibelios gracias al ruido de las bocinas, un goteo constante de pólvora en forma de tracas y un punto reivindicativo: el de este año, centrado en la necesidad cada vez más urgente de encontrar un relevo generacional para mantener viva la profesión de cara a los próximos años.
La bajada del santo desde la sede oficial de la Confederación Empresarial de la Comunitat (CEV) ha marcado el inicio de una jornada festiva para los cientos de trabajadores del sector del transporte que han salido a las calles de la ciudad para honrar al santo que les protege a diario en la carretera. Como manda la tradición, con San Cristóbal a bordo de uno de los más de trescientos camiones que han despertado con su claxon a los vecinos del centro, la fiesta ha proseguido con una cabalgata de más de dos horas por el centro con el puerto como destino final. Quien no se ha enterado que este sábado se celebra la fiesta de los transportistas en Valencia es porque no ha querido, porque el atronador barullo de las bocinas ha inundado el 'cap i casal'.
Vivir la celebración desde el interior de uno de estos monstruos de la carretera es todavía más impresionante. Turistas y vecinos celebran a su paso con saludos y aplausos. Luis Peris, conductor de Transportes Chema Ballester, tiene a sus espaldas años y años de experiencia, por lo que cada mes de julio se lanza a las calles de Valencia para celebrar, pero también para reivindicar.
Todos los días trepa hasta el interior de su cabina, que es su «segunda casa». No es la suite de un hotel, pero tiene todo lo necesario para pasar la noche sin echar de menos la comodidad del hogar. El camión de Luis con el que cada mañana sube hasta Bronchales es amplio y está reluciente. Tiene una mininevera, unas cortinas que impiden por completo la entrada de luz del exterior, un sistema de climatización capaz de hacer olvidar que en la calle las farolas se derriten y un par de camas para poder descansar.
Es cierto que su claxon no suena tanto como el de otros y se asemeja al sonido de cualquier bocina normal. Si este sábado paseaba por el centro de la ciudad y escuchaba canciones como 'The Final Countdown' o 'Cumpleaños Feliz' al tiempo que veía a cientos de camioneros tocando el pito de sus vehículos no estaba alucinando. Algunos llevan instalados sistemas especiales que transforman sus camiones en pequeñas orquestas móviles.
Muchos de ellos se conocen por haber pasado horas y horas en áreas de servicio. Este sábado es día de saludos y reencuentros. Cada vez que pasa por al lado de alguien conocido, Luis calcula al milímetro la distancia necesaria para poder chocarle la mano a través de la ventanilla. Su conducción es precisa, aunque no aburrida. De vez en cuando, mueve el volante de un lado a otro para bambolear la cabina. Un gesto que repiten otros compañeros del sector para evidenciar que no se trata de una jornada de protesta, sino de celebración. El asombro, sobre todo de los más pequeños, cuando se cruzan con una retahíla de camiones haciendo sonar sus bocinas y bailando de izquierda a derecha es total.
Pero sólo hoy. En el día a día, la precaución es total. De hecho, si hay una petición en la que todos los transportistas coinciden para trasladarle a San Cristóbal esa es la de la protección. «Tenemos que enfrentarnos a nieves, lluvias, vientos...Penurias todas las que pidas», comenta el conductor de Chema Ballester.
Por supuesto, él es otro de los que le pide cuidados al santo: «Que nos cuide un poco. Estamos todo el día en la carretera». Pero no es su única plegaria. También pide conciliación familiar y un mayor número de trabajadores en el sector para poder hacer frente a la carga de trabajo actual. «Esto es vocacional, pero es olvidarte de la familia. Dependemos de mucha gente y pasamos muchas horas fuera. Cada vez hay menos gente», explica Peris.
Sus reivindicaciones coinciden en buena parte con las del presidente de la Federación Valenciana de Empresarios del Transporte y la Logística (FVET), Carlos Prades, quien ha incidido en la necesidad de hacer atractivo el sector para las nuevas generaciones ante una jubilación masiva, que puede poner en riesgo al sector, en los próximos años. «Desgraciadamente la edad media del conductor profesional es alta. Uno de cada tres conductores tiene de 55 a 65 años, o sea estamos a cinco años de tener una necesidad urgente de relevo generacional», ha reclamado Prades, quien también ha reivindicado que se reconozca la labor del sector del transporte y que se agilicen los pagos por parte del Consorcio para los afectados por la dana.
Más de dos horas después de sonoro paseo por la capital, llega el momento cumbre de la jornada: la bendición del párroco en compañía de San Cristóbal. Aunque ya de por sí lo tiene muy limpio, Luis baja las ventanillas de su camión, aprieta con fuerza el volante para hacer sonar el pito una última vez y recibe el agua purificadora. Quizás no sea una solución a la falta de conductores, el incremento de costes o la imposibilidad de disfrutar de una vida normal, pero ningún transportista rechaza la protección de su patrón.
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