El temor de los jóvenes a prolongar la jubilación hasta los 71 años: «Ya veremos cuándo me jubilaré»
Las nuevas generaciones abogan por prolongar sus estudios y priorizan la conciliación al verse obligadas a extender su vida laboral para cotizar lo suficiente
Los jóvenes valencianos que, según el informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Informes Económicos (IVIE), deberán trabajar hasta los 71 años ... para poder acceder a una jubilación digna tienen una percepción de la vida muy distinta a la de sus antecesores. Ese es para Vicente Martínez Tur, catedrático de psicología social especializado en materia laboral por la Universitat de València (UV), el «elemento fundamental» para comprender las inquietudes de unas generaciones para las que acceder a un puesto a los veinte años y permanecer en él hasta más allá de los sesenta y cinco ha dejado de ser la prioridad.
Salarios que no se ajustan al nivel de vida y una oferta laboral totalmente estacionalizada y sectorializada, sobre todo en el caso valenciano, y escasamente adaptada a su alta cualificación llevan a los jóvenes a apostar por una extensión de la etapa estudiantil. El camino de cursar la educación obligatoria, hacer Bachillerato, sacarse una carrera universitaria y comenzar a trabajar ha dejado de ser el habitual. La apuesta por los másteres, los cursos de idiomas o cualquier tipo de formación que aporte grosor al currículum se consolida como alternativa.
Sofía, de 23 años, soñaba con ser profesora de Infantil. De hecho, comenzó sus estudios en la Universitat de València y se quedó a las puertas de concluirlos. «Para poder terminar la carrera piden el B1 de inglés y el C1 de valenciano. Como este último no lo tenía, mientras me presentaba a las convocatorias hice un doble máster de Psicología Infantil y Atención Temprana para tener más títulos y completar en el currículum, que parece que es lo que se busca», comenta la todavía estudiante, ahora de Diseño Gráfico.
Con poco o nada de dinero ahorrado, viviendo en casa de sus padres y sin fijarse objetivos demasiado ambiciosos, como en otra época podría ser la maternidad, las nuevas generaciones se permiten equivocarse antes de tomar un rumbo fijo. Aunque no todos son iguales.
Bastante clara tuvo su alternativa Lucía, que decidió empezar a preparar una oposición para fiscal nada más acabar la carrera de Derecho. Con apenas 84 días cotizados, la valenciana de 26 años ve el futuro con cierto «desasosiego e incertidumbre» a pesar de encontrarse cada día más cerca del ansiado aprobado: «Los opositores hacemos una inversión muy importante durante un tiempo indefinido que te puede llevar a plantarte con 32 años sin tener experiencia, lo que es angustiante cuando piensas en los años que te quedan por delante de cotización. Cuando me jubile todavía quiero tener una calidad de vida y no estar completamente destrozada».
La sensación de temor es compartida no sólo con Sofía, sino con todos aquellos que se encuentran entre los veinte y los treinta años. La jubilación todavía parece lejana, pero el miedo a no disfrutar de una pensión digna una vez concluya la vida laboral empieza a asustar. «Me veo con mi edad y digo: ¿cuándo voy a empezar a ahorrar? ¿cuándo voy a poder independizarme? Todo se alarga. Ya veremos yo cuando me jubilo», comenta Sofía.
Cuanto más se retrasa la edad de acceso al mercado laboral, mayores son las preocupaciones. A Lucía ya no sólo le preocupa la edad a la que se podrá ir de casa, sino también la forma en la que podrá hacerlo: «Me preocupa la privatización de las pensiones. Creo que es importante que los jóvenes nos cubramos las espaldas desde bien pronto, pero claro, eso tienes que sumarlo a los gastos del día a día, a las dificultades de acceso a la vivienda y a los bajos salarios que se pueden recibir por trabajos precarios». Algo similar le pasa a Carlos, que tras terminar la carrera de Derecho sólo encuentra contratos de formación en los que el salario no supera los 600 euros.
Con eso hay que vivir, ya que para las nuevas generaciones es, sin duda, el objetivo número uno. «Quiero trabajar para vivir, no vivir para trabajar», indica Lucía. Con ella coincide Martínez Tur, quien considera que la calidad de vida y la conciliación son los dos factores que priman los jóvenes a la hora de buscar un empleo. «Es algo que se va a acentuar en los próximos años», indica.
De hecho, la posibilidad de tener que extender los años de trabajo para lograr la cotización necesaria a bote pronto puede parecer un drama. Y lo será, aunque con matices. El experto en psicologia social de la UV considera que el obligatorio retraso de la edad de jubilación será una cuestión «que irá por barrios», ya que la situación no será la misma para una persona en situación de vulnerabilidad o con un trabajo penoso que una persona que tenga una buena posición a nivel profesional. «Las personas harán balance. Decidirán, en caso de que puedan hacerlo, si jubilarse con una edad o con otra. Los que puedan elegir, continuarán haciéndolo siempre y cuando se den unas condiciones que garanticen la calidad de vida. Para los que no puedan, habrá que plantear acciones particulares», explica.
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