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Alejado de la primera línea del foco mediático, el empresario valenciano Federico Félix sigue teniendo aquel espíritu inquieto que, cuando iba en moto, «hacía ... que la mecedora de mi madre aún se moviera al entrar yo en casa a las tres y pico de la mañana» o aquel que a las cuatro y pico de la madrugada marchaba con el carro a repartir los productos del ultramarinos familiar.
–¿Qué hace ahora?
–Sigo siendo presidente de mis empresas. Voy por lo menos una o dos veces a la semana y me suelen informar de todo lo que es importante. Y sigo teniendo una muy buena relación con los tres o cuatro superclientes que tenemos. Pero es mi hija María José [Félix] la que lleva la gestión y, no es porque sea mi hija, pero tiene unas dotes de mando increíbles y los clientes están muy satisfechos.
–Federico Félix lo ha sido todo en su trayectoria profesional y es uno de los empresarios emblemáticos de Valencia. ¿Cómo contempla todos estos años?
–Mentiría si dijera lo contrario: estoy razonablemente satisfecho de lo que he hecho, me siento orgulloso. He tenido la enorme suerte, que también se necesita, de haber tenido siempre algunas personas que me han ayudado mucho. Y eso, cuando uno está ahí arriba, es muy importante. Y a veces también es un poco de suerte.
–Y de olfato.
–Sí, un poquito.
–¿Qué cualidades ha de tener un buen líder empresarial?
–Una de las grandes cualidades es tener ganas de trabajar y sufrir. Y en medio de ese trabajo y de ese sufrimiento existe la gratificación de los objetivos conseguidos. Cuanto más esfuerzo y más ha costado, más satisfacción te da. Vamos a ver: ingrato no es, eso es mentira. Lo que pasa es que se sufre ingratitud, pero eso también te curte.
–¿Es más fácil ahora ser empresario o antes?
–Esa es una buena pregunta. Voy a hablar pensando… Vamos a ver: los empresarios de antes eran empresarios con unas culturas muy limitadas, es decir, no había empresarios con carrera, eran muy pocos. Hoy el empresario está formado, tiene equipos y la situación ha cambiado totalmente. No tiene nada que ver. Hoy lo que se encuentra un empresario, por poner un ejemplo práctico un empresario de alimentación, es un Mercadona o un Consum, que son dos gigantes. ¿Cómo puedo combatirlos? Pues teniendo una localización muy buena y una serie de productos básicos en los que el precio esté muy ajustado y con eso puede funcionar. Ahora, eso es muy fácil decirlo aquí, localizarlo es más complicado.
–Esta semana hemos conocido el barómetro empresarial de AVE, que refleja que los empresarios generan el 87% del PIB, o el 85% del empleo. ¿Falta reconocimiento público hacia el empresariado?
–Yo diría que sí que falta reconocimiento pero no en todas partes. Hay zonas donde el reconocimiento al empresario es flojito o normalito y, en cambio, hay zonas donde hay un estupendo reconocimiento. La Comunitat es una zona que no es excesivamente reconocida para el pequeño y mediano empresario, como sucede en el 80% de España. Pero aún hay un 20-30% de zonas en España donde el pequeño comercio es valorado y respetado, como sucede en el norte.
–Su nombre está también asociado a las infraestructuras. ¿Ha habido suficiente implicación de las administraciones para defender las infraestructuras que necesita la Comunidad?
–Si de alguna cosa puedo estar satisfecho, es de que alguna infraestructura ha llegado antes por haber empujado e insistido. Porque, gracias a la relación con la Casa Real, con los presidentes González y Aznar, les insistía constantemente para que hubiera avances. «Mi equipo de gobierno y yo estamos absolutamente convencidos de que es un tema que necesitamos, pero no es tan fácil como crees. Tenemos que atravesar no sé cuántas situaciones que no dependen directamente de nosotros...», me decían. Eso llenaba el depósito de gasolina porque veías que servía para algo la lucha que llevábamos. Pero ha faltado, sí.
–¿Y le ha faltado a la sociedad civil mayor empuje para reivindicar?
–Yo he sentido soledad absoluta. Con que un presidente de Gobierno o un director general dijera «ya está bien del AVE y de tanta puñeta», eso bajaba la intensidad de mi gente, reducía el apoyo. Y el AVE ha hecho mucho por esta comunidad, era muy necesario. Yo siempre decía lo mismo, igual que ahora: ¿en qué somos fuertes? En turismo. Y para el turismo necesitamos infraestructuras. Si no tenemos buenas infraestructuras, acabaremos no teniendo el turismo que queremos y todos los esfuerzos e inversiones se irán a hacer puñetas.
–Si la gente se hubiera movilizado, o activado antes movimientos como el de #QuieroCorredor, ¿se hubiera conseguido más?
–Estoy muy satisfecho de haber conseguido lo que conseguí: movilizar a una parte de la sociedad valenciana. Y que una parte importante, sobre todo en el mundo empresarial y económico, reconociera la importancia que tenía el AVE para la Comunitat.
–¿El corredor mediterráneo lo veremos completado?
–(Sonríe) ¡Uff! Hemos tenido tantos ministros...
–Federico Félix es también política; se le considera la persona que propició que el PP y UV llegaran a un acuerdo para gobernar en 1995. Cuando observa ahora la confrontación que hay, el barullo... ¿qué piensa?
–Como valenciano y como español me produce tristeza. Me recuerda a un solar abandonado donde todo el mundo entra y va a pedradas... Tengo una valoración baja y mala del mundo político. Hoy el nivel ha bajado muchísimo. Y, fíjate, no creo que sea exclusivamente por los políticos actuales, porque sean los otros más listos o hicieran las cosas mejor. No. Creo que estos hacen lo que pueden y es el entorno donde se mueven un entorno complicadísimo, se encharcan ahí y no hay forma de salir.
–¿Qué nos ha llevado a esta situación?
–Falta diálogo. El PSOE dirá que es lo que ellos quieren, mientras que los otros dirán «qué diálogos vamos a tener con estos». Es imposible gobernar un país si las dos partes no se sientan, dialogan, hacen renuncias, etc. Si todo eso no sucede, y ahora no está sucediendo, ¿a dónde vamos?
–¿La solución?
–Hay que empujar. Nosotros, desde la Asociación Valenciana de Empresarios, estamos intentando hacer alguna cosa para que lo que realmente es necesario para el país se haga, que no se quede en discusiones sin más... Situaciones de ese tipo no llevan a ningún Gobierno a resolver los problemas reales del país, porque bastantes problemas tienen entre ellos. Eso, en una palabra, merma las posibilidades de los encuentros. Para resolverlo tienen que estar sentados en una mesa, dialogar, entenderse, olvidarse que uno es de un color y otros del otro... Tienen que, de una vez por todas, sentarse y resolver los grandes problemas de la sociedad y del país.
–¿Cómo ve a España?
–La veo bastante peor que hace unos cuantos años. Y no hablo de política exclusivamente, sino de política, de economía, de la sociedad, de las perspectivas que teníamos… Hoy, si hablamos de política, estamos enfrentados permanentemente y el diálogo es prácticamente nulo. Yo siempre he pensado que no hay forma de llegar a ningún acuerdo si uno no se sienta en una mesa y hay un diálogo de por medio.
–¿Y la Comunitat?
–Pues, en ese aspecto, la veo parecida al conjunto del país. Si me aprietas un poco, te diría que, en todo caso, la Comunitat está un poco peor que España, no hay un liderazgo claro, no hay unidad. Sí, hay muchos intentos de liderazgo, pero yo no veo un liderazgo claro. Cualquier sociedad, y la valenciana por supuesto ahora, necesita un liderazgo claro.
–¿Debería dimitir el presidente Mazón?
–Mira… Si nos olvidamos de lo que pasó, de la comida y de si estaba o no estaba, no le veo ningún desastre. Tampoco creo que sea un superlíder porque esas cosas no le pasan si es un superlíder. Es un tema muy grave y hay mucha gente que está pidiendo la dimisión y, seguramente si estuviera en su situación, haría lo mismo. Salvo eso, veo que podría ser un buen presidente para la Comunitat. Pero, ojo, hay que insistir en que la dana está ahí, nos ha marcado y es un lastre. Si él sigue gobernando –yo no voy a decir que lo quiten–, cualquier traspié que tenga, por pequeño que sea, van a ir a por él. Es decir, se encuentra en una situación muy compleja. Si va por la calle o a un acto, hay un porcentaje de gente que está discrepando sobre su figura y eso va en contra de lo que debe ser: una persona que debe ser respetada y querida por la institución que representa. Hay que ver si con eso seguimos o no porque no es lo que queríamos.
–¿Eso perjudica a la Comunitat?
–Sí. A la imagen de la Comunitat, seguro. No hay nadie de fuera de Valencia que no sepa sí estuvo o no estuvo aquel día, en cualquier conversación sale eso. Eso no tiene vuelta de hoja. Cuando se le ataca, se lo hacen al conjunto de la sociedad valenciana porque él es nuestro representante, para lo bueno y para lo malo. En cualquier caso, habría que intentar resolverlo, no le veo buen final. Y, además, veo desgaste y falta de fuerza para defender los intereses de los valencianos.
–¿Ha perdido credibilidad?
–Por supuesto. Pero la gravedad de esto es que cuando se va fuera a defendernos, hay una debilidad importante.
–¿Actuaron a tiempo las administraciones en la dana? El barómetro de AVE también recogía cómo los españoles calificaban de «relevante» el papel de los empresarios porque donde no llegó la Administración lo hizo el empresario con recursos.
–Pensar en que la Administración, ésta o la que sea, pueda tener la agilidad que tienen las empresas es pensar en la luna. El mundo empresarial está acostumbrado a tomar decisiones sobre la marcha y hacer lo que haga falta y cuando haga falta. En el mundo político hay muchas reuniones pero poca decisión.
–¿Qué le pediría a los políticos?
–Que sean prácticos –que ya sé que es casi imposible–, que simplifiquen, resuelvan y defiendan, y representen, los intereses de todos, de todos. Y eso es lo mejor que pueden hacer por la sociedad. Si lo hacen, la sociedad les aplaudirá y respetará. Si no, pues son ceros en contra de ellos. Y ya suman muchos.
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