El boom de los centros de datos en la Comunitat: una decena de proyectos que consumen como 5.600 casas
La región toma impulso tras años en segundo plano para sumarse a la carrera tecnológica
Despertar y recibir un mensaje de Whatsapp; llegar al trabajo, encender el ordenador y acceder a un servidor para empezar a trabajar; o simplemente navegar ... por la pantalla principal de Netflix para seleccionar qué película ver después de cenar. Son pequeñas acciones rutinarias a las que apenas les damos importancia, pero tras las que hay un complejo proceso de transmisión de datos e información. Cuando ese proceso se repite una y otra vez durante las 24 horas de los 365 días del año la necesidad de contar con una infraestructura suficiente para garantizar la seguridad y la agilidad se dispara.
Es ahí donde cobran relevancia los centros de datos, instalaciones equipadas para almacenar, gestionar y procesar, bien de forma presencial o bien a través de equipos virtualizados, la información de empresas e instituciones. De tal modo, los CPDS –abreviatura utilizada dentro del sector para referirse a los data centers– pueden entenderse como los hoteles que utilizan las compañías para alojar sus datos, que a día de hoy se han convertido en los bienes más preciados. Eso sí, al estar a medio camino entre el mundo real y el mundo virtual no todo es tan sencillo como en un hotel.
Desde el sector definen los centros de datos como lugares seguros que tienen que estar bien ubicados, disponer de buena conexión y tener la capacidad de garantizar respaldo al cliente ante cualquier problema inesperado. El apagón del pasado 28 de abril fue una prueba de fuego. Los mejor equipados pudieron mantener la actividad con normalidad pasadas las 12:33 horas, cuando el país se fundió a negro.
Entre los supervivientes, diversos proyectos valencianos que destacan no por su tamaño o capacidad, sino por las condiciones de seguridad que ofrecen a sus clientes.
Precisamente, la capacidad para garantizar la continuidad eléctrica es una de las cuestiones más importantes a la hora de determinar la categoría de cada centro de datos. Para ello existen varios métodos de certificación, entre los que destaca el sistema de clasificación TIER diseñado por el Uptime Institute americano, «la Santa Sede del diseño de centros de datos», según comentan desde el sector. El aspecto que más se valora es la redundancia, que es el número de dispositivos repetidos con los que cuenta un centro de datos para garantizar la continuidad en caso de que se produzca un fallo.
Sin embargo, existe un enorme debate y cierto oscurantismo respecto a las certificaciones, ya que las grandes compañías como Amazon o Microsoft que plantean macroproyectos para Aragón no se rigen por ninguno de los modelos de certificación –además del TIER existe el estándar ANSI/TIA-942– al no querer someterse al control de una institución externa.
No es el caso de los valencianos, que son centros de datos «de proximidad», como explica Paco Gavilán, presidente de Nunsys Group. Su datacenter cuenta con una catalogación TIER III+, una de las más altas dentro del sector. La instalación que la compañía Walhalla tiene en Castellón es de calificación TIER IV, la máxima que existe, al igual que el proyecto que KIO España inaugurará en Paterna antes de que concluya el año.
Todos ellos tienen algo en común: priorizan la calidad a la cantidad. «En la Comunitat los clientes encuentran atención personalizada y transparencia. Hay una cosa que no se puede virtualizar todavía que son las personas. Las grandes operadoras mundiales no pueden atender a todos sus clientes de esa manera», explica un directivo del sector.
Con una potencia media de entre 1 y 6 MW (todavía no existe ninguno con esa potencia, pero el proyecto de NxN en Vara de Quart pretende alcanzarla), la industria valenciana de los datacenter ha sido «algo pobre a nivel histórico». No obstante, en los últimos años la creciente preocupación de las empresas por proteger sus datos y la sucesión de acontecimientos imprevistos que han tensionado la situación geopolítica a todos los niveles ha impulsado el desarrollo de este tipo de instalaciones en lugares que reúnen ciertas características muy valoradas por los miembros del sector. La disponibilidad de terrenos asequibles para su instalación, la conectividad o la proximidad a cables submarinos (la costa valenciana amarra cinco cables submarinos) son algunos de los aspectos que hacen atractiva a la Comunitat, donde hay proyectadas numerosas inversiones de cara a los próximos años.
Otra de las cuestiones que ha impulsado a la región en esta carrera tecnológica de los centros de almacenamiento es el cambio de tendencia que se ha producido dentro del sector. Si hace unos años todas las empresas apostaban por ir a la nube pública (es un espacio virtual ofrecido por grandes compañías que es compartido entre varias compañías), en los últimos tiempos se ha producido un movimiento de retorno hacia nubes privadas u otros métodos de alojamiento más personalizados, como el servicio de colocation, que se basa en el alquiler de un espacio físico en el interior de un centro de datos.
¿Una amenaza energética?
El temor a nuevas catástrofes naturales como las acontecidas en la Comunitat en los últimos meses han hecho de los datacenters las nuevas cajas fuertes. Sin embargo, a mayor cantidad de clientes, mayor trabajo para los sistemas, y, consecuentemente, mayor consumo de energía ante la necesidad de refrigeración. Uno de los principales temas de debate cuando se habla de este tipo de infraestructuras.
¿Consumen tanta energía como se piensa? Lo cierto es que la llegada de macroproyectos a España ha generado una enorme confusión al respecto. «La mayoría de grandes empresas aspiran a construir hoteles de datos muy grandes, que necesitan mucha potencia», explican desde la industria. Es decir, no es comparable el consumo de uno de los centros de datos que operan en la Comunitat que el de un megacentro de datos madrileño de 80 MW de potencia.
Aún así, se trata de instalaciones en las que la actividad nunca se detiene y que necesitan continua refrigeración, por lo que el consumo es notable. Traducido a cifras: si la potencia media de los centros de datos valencianos se sitúa en torno a los 3MW (aunque nunca trabajan al máximo de potencia) y están en funcionamiento las 8.760 horas que tiene un año, el consumo aproximado de un centro de datos es de 19.700 MW/h. Para simplificar el dato todavía más sería oportuno comparar el consumo medio anual de un hogar español (3.500 KW/h) con el de estos centros, que si en vez de medirse en megavatios se mide en kilovatios es de 19.700.000 KW/h al año. Es decir, un centro de datos de 'reducidad' potencia, como los que existen en la Comunitat actualmente consume lo mismo que 5.600 hogares.
Sin embargo, buena parte de ese consumo se respalda en energías renovables, que se han convertido en aliadas de esta nueva industria. Desde el sector estiman que las nuevas formas de energía permiten compensar cerca del 45% del consumo total.
¿Consumen tanta agua como se dice?
Junto al consumo energético el gasto de agua es otra de las cuestiones que más preocupa en relación a la puesta en marcha de macroproyectos de centros de datos en España. La normativa F-GAS impide el uso de gases fluorados para refrigerar, por lo que condiciona a que la refrigeración siempre deba producirse por medio de refrigerantes naturales.
Sin embargo, sucede lo mismo que con la luz: sólo los de grandes dimensiones pueden provocar problemas con el consumo excesivo de agua en las comunidades autónomas en las que se instalen. No es el caso de la Comunitat, donde las compañías han apostado por otros métodos de refrigeración de equipos que evitan el uso masivo de agua, como el innovador sistema de geotermia que KIO propone para su futuro centro en Paterna.
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