Los albañiles del futuro: sin ladrillos ni cemento, pero con manual de montaje y tecnología
La apuesta por la arquitectura industrializada que capitaneará Valencia necesita de nuevos perfiles para aumentar el número de viviendas de manera rápida
La vivienda industrializada está llamada a ser el futuro de la construcción en España, con capital en Valencia. El Gobierno anunció hace unas semanas que ... convertirá la ZAL del puerto, su Zona de Actividad Logística, en sede del nuevo proyecto de vivienda industrializada, desde la que arrancar la estrategia con la que pretende aportar obra nueva al problema habitacional que atraviesa nuestro país. De esa iniciativa poco se sabe hasta ahora, pero el mundo de la construcción industrializada no es nuevo para la Comunitat, con empresas punteras que llevan años poniendo en práctica este tipo de arquitectura. Sin embargo, a nivel general, en España hay apenas un 2% de vivienda construida de manera sistematizada y el horizonte es levantar 15.000 al año para llegar a un 10% del parque en 2030. Una cifra muy por detrás de países como Países Bajos, donde la oferta ya supone casi la mitad de los inmuebles que se construyen en la actualidad.
Por aterrizar el proceso de esta nueva manera de hacer las cosas, las viviendas industrializadas no se construyen con ladrillos y cemento, sobre la propia obra en la que se situará el edificio, como sucede con las tradicionales. Aquí, las casas se montan en fábricas, con piezas que han sido previamente diseñadas para que encajen sólo con las que corresponden. El ensamblaje se hace, además, en naves, desde las que se transportan las partes importantes, al lugar donde se situará la vivienda. Un proceso totalmente diferente que los profesionales del sector de esta nueva manera de construir ya sitúan como la transformación humana más importante desde la revolución industrial. Y en todo ese proceso, uno de los mayores cambios tendrá que ver con el perfil de los nuevos albañiles. Atrás quedaron las paletas, la precariedad y las duras condiciones en la obra, a la intemperie. El nuevo obrero que se encargará de construir viviendas industrializadas tiene que ser un montador, con gran capacidad de coordinación y querencia por la tecnología. Esta nueva oportunidad puede suponer, además, una solución al problema de relevo generacional en la mano de obra de la construcción tradicional y ayudar a la incorporación de la mujer a un mundo tan masculinizado hasta la fecha.
Gino Brollo, responsable de NIU Houses, la división de vivienda industrializada del estudio de arquitectura de Fran Silvestre, nos ayuda a trazar el perfil de una nueva profesión de futuro, desde la experiencia que el estudio tiene en el diseño y construcción de este tipo de viviendas. Un perfil que ellos han tenido que formar directamente, ante la falta de programas específicos para definir al nuevo albañil. «Históricamente y hasta el día de hoy en la construcción tradicional el rol del obrero o albañil está ligado a la experiencia manual y el conocimiento acumulado de toda una vida en el sector», explica, y reconoce que al mismo tiempo es un trabajo que no se realiza en un ambiente controlado sino el mismo lugar donde se levanta la obra, por lo que los trabajadores deben lidiar con variables como el clima, la accesibilidad o los imprevistos. Este modo de trabajo lleva a improvisar para solucionar problemas sobrevenidos y afecta en la toma de decisiones que pueden ser validas pero no están planificadas, en tareas artesanales con herramientas manuales donde el buen hacer depende exclusivamente de la experiencia y el saber de cada trabajador. Pero, el gran problema de esta dinámica es que cada obra es un prototipo, por lo que las lecciones aprendidas se pueden trasladar a la siguiente como experiencia general pero no como un aprendizaje directo para volver a hacer lo mismo, pero mejor, señala. Además, toda la industria de la construcción depende de oficios «que hoy están desapareciendo o donde el relevo generacional no es suficiente, lo que lo transforma en un sector envejecido», apunta Brollo.

Por contra, en la construcción industrializada el conocimiento artesanal no es el más relevante y esa responsabilidad de conocimiento de la buena realización es trasladada a la inteligencia del diseño y la fábrica.
«Ahora el obrero es un montador. Eso es un cambio de paradigma en los procesos de la lógica constructiva de una obra. En la arquitectura industrializada se abandona la palabra construir porque ya no se crea desde cero, sino que ensamblan componentes previamente diseñados y fabricados en talleres con precisiones imposibles de conseguir en una obra tradicional», señalan desde el estudio de NIU Houses.
Surgen así nuevas 'skills' como la coordinación, controles de calidad y procesos logísticos para especializarse en este campo porque este tipo de construcción busca simplificar al máximo el proceso de montaje para que cualquiera con una mínima formación y sin experiencia previa pueda formar parte de equipos de montadores que ejecuten obras de manera fácil, rápida y eficaz. «Esta filosofía podemos encontrarla en grandes empresas como IKEA o Apple, donde el diseño y la fabricación de los componentes son los artífices de que la ejecución del conjunto de la pieza, del producto sea eficiente». «En la arquitectura industrializada encontraremos varias herramientas que nos permitirán lograr estos objetivos y sin duda algunas de esas son la estandarización, los exhaustivos controles previos antes de que el componente salga de fábrica o la precisión de la fabricación en ambientes controlados lo que nos permitirá luego que en obra todo se reduzca solamente a un simple montaje que no permite errores humanos porque solo hay una manera de hacerlo o de colocarlo», señala Gino Brollo.
Por eso el sector va camino de que la especialización sea cada vez menos necesaria, buscando que el sistema esté tan simplificado y bien diseñado que montar una casa sea tan fácil como montar un mueble, pero sin abandonar las exigencias técnicas y los requerimientos mas altos del sector, donde una casa estará sometida a los mismos controles de calidad que, por ejemplo, un vehículo.

Democratizar la vivienda
La industrialización de la construcción tiene, además, otras implicaciones sociales, porque del mismo modo que el diseño industrial permitió que muchos objetos, electrodomésticos o dispositivos llegaran a nuestras vidas a un coste asequible, con la arquitectura puede acabar pasando lo mismo. En este tipo de construcción no hay sobrecostes y la perdida de tiempo por imprevistos acaba reduciendo también su importe. Esto genera una nueva mirada, donde no se necesita a alguien que «sepa como hacerlo» o que «tenga gran experiencia en el sector» porque es ahora el sistema que el «ya sabe» como hacerlo y solo se requiere personal que interprete los procesos de montaje, explica el responsable de NIU Houses.
Se puede decir, entonces, que estos sistemas industrializados o procesos sistematizados compensan la ausencia de mano de obra experta. «Estamos hablando de cambios similares a la revolución industrial, dando paso a un nuevo perfil de trabajadores de la construcción. Esto indiscutiblemente mejorará la calidad de vida de los trabajadores de la construcción porque un albañil hoy en día sigue trabajando a la intemperie con condiciones no siempre ideales o imprevisibles, mientras que un montador trabaja con componentes pensados para su fácil manipulación y procedimientos estandarizados», detalla. No se improvisa; se sigue un plan. Y esto aumenta exponencialmente la seguridad laboral y el rendimiento.
En el caso de la construcción tradicional está, además, asociada a muchas prácticas de precariedad laboral y con este nuevo paradigma todos esos trabajadores podrán desarrollar sus tareas en entornos más cuidados y favoreciéndose de los avances tecnológicos. Una revolución en la dignificación del oficio que no desprecia las habilidades de quienes hasta ahora se han movido en la obra tradicional, sino que implicará una nueva reconversión. «Estas cualidades ahora forman parte de la ejecución de los componentes en taller y en la obra impera una nueva filosofía, más parecida a una línea de montaje donde lo relevante es el orden, la eficiencia, la velocidad y la precisión», señala el experto.
¿Cómo será la formación de estos montadores?
La experiencia será menos relevante y se valorará la comprensión de procesos logísticos, coordinación y aplicación de métodos sistematizados o secuencias de montaje. Por supuesto la integración de la tecnología y la digitalización de los procesos será de los aspectos más importantes aunque es una realidad que ya afecta a la construcción tradicional donde el uso de la tecnología, por mínima que sea, genera brecha generacional que hay que tener en cuenta si lo que buscamos es una transición que no afecte a los trabajadores, sino que los ayude. Sobre todo a los más mayores. «El cambio paradigmático de resolver in situ a seguir un proceso sistematizado donde cada parte y cada paso esta estrictamente relacionado exige a veces renunciar a esos vicios que definieron históricamente al sector de la construcción», sintetiza Gino Brollo. Hay que pasar de una cultura de la construcción a una del ensamblaje. Esto tendrá que ver con controlar los procesos para seguir una serie de pasos planificados y no de improvisar o resolver in situ. Para ello, los montadores tendrán a disposición todas las herramientas digitales, sin necesidad que estas sean muy sofisticadas, para controlar cada uno de los procesos y verificar las instrucciones de diseño y montaje (escaneo 3-D, realidad aumentada para superponer instrucciones sobre la misma obra o apps de coordinación). Por ello, la tecnología debe ser una aliada y no una complicación porque a medida que estos procesos se afiancen en la practica general de la construcción, lo montadores verán cómo mejoran su rendimiento y su calidad laboral. Eso, debería desembocar en espacios de trabajo más sanos, más agradables y, por qué no, más feminizados, porque las condiciones físicas dejarán de ser algo preponderante.
Sin embargo, el anuncio del Gobierno de comenzar a implantar su Perte vivienda en Valencia, para impulsar la industrialización de las construcciones, arranca con un gran obstáculo: la falta de perfiles especializados en esta nueva manera de edificar. En la Comunitat no existe todavía una Formación Profesional reglada orientada a este nuevo tipo de albañil que será tan necesario en este futuro cercano de la edificación. Las empresas que ya construyen de manera industrializada han optado por una formación interna de los profesionales con los que trabajan, como ha sucedido en NIU Houses, la división especializada en esta arquitectura sistematizada del estudio de Fran Silvestre. Uno de los miembros del equipo, Pablo Camarasa, es además subdirector del postgrado en arquitectura industrializada de la escuela MArch de Valencia, que explica que en la propia formación han comenzado ya a definir los perfiles de los equipos multidisciplinares que serán necesarios para la construcción de nuevas viviendas con este sistema, porque se necesitan habilidades distintas. Un buen modelo para ayudar al sector pasaría por habilitar una FP Dual, como ya sucedió en el Perte chip de la gigafactoría de Sagunto, donde ya se imparten varias titulaciones de los perfiles que necesitará la fábrica de baterías cuando entre en funcionamiento.
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