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Es complicado encontrar a Rubén Burgos López (Riba-roja, 1979) en las fotos de la celebración de los títulos, lo de dejar que el foco ... recaiga en las jugadoras es algo que heredó de su maestro Miki Vukovic, pero aunque el valenciano volvió a escoger un perfil bajo en la última fiesta femenina de la Fonteta, nadie podrá ocultar que es, en presente, el arquitecto desde el banquillo de todos los títulos que ha conseguido el club desde 2019.
—Cierran la Fonteta con un título más. Con un recuerdo de gloria en el pabellón.
—En la Fonteta también llegó el ascenso de 2018 y el crecimiento en esas primeras temporadas, jugando semifinales de Liga o participando en la Eurocup. El dato de los nueve títulos en trece finales es un porcentaje muy alto. Tenemos que disfrutar del momento y ser conscientes de lo que cuestan las cosas.
—¿Es aquello de que el dato mata al relato de las críticas o de pensar que todo se gana fácil?
—Yo, desde luego, le doy valor. El equipo internamente también se lo da y nuestro club mucho. El club nos hace sentir muy valoradas y personalmente estoy muy agradecido del trato que recibo y de cómo mis superiores son conscientes de lo que cuesta mi trabajo y mi entorno personal también. Gran parte de la afición, que viven el día a día, sufren con nosotras, viajan y nos apoyan saben lo difícil que es porque lo ven en nuestras caras. Respeto todas las opiniones pero más las que viven el día a día de nuestro trabajo.
—¿La exigencia que siempre muestra Juan Roig cada vez que se consigue un título es gasolina para no bajar los brazos?
—Lo que está claro es que la mentalidad de Juan Roig es la de nuestro club y es la que tenemos que hacer nuestra todos nosotros. Es exigente, nos pone los medios para que desarrollemos nuestra profesión al cien por cien y tenemos que estar a la altura. Esa ambición nos contagia y nos hace no conformarnos y querer más. Al final, jugamos para la gente. Hemos tenido partidos con mucho ambiente y ahora tenemos un reto en el Roig Arena en palabras del mecenas en Zaragoza. Es un reto que es igual de importante que los títulos. También lo tenemos con esa conexión con L'Alqueria y las nuevas generaciones para que nuestras jugadoras sean referentes. Conectar todo eso es nuestra razón de ser. Vamos a trabajar todos y todas para ello.
—El camino lo han marcado con Esteban Albert desde la dirección deportiva con una gran conexión entre los dos.
—Esteban es una persona que se ha preocupado por construir el equipo, por hacer crecer el club y ayudarme a crecer como entrenador y como persona. Estoy muy agradecido por el trato que he recibido de él desde la primera vez que me entrenó, que fue en la escuela del Pamesa en las naves de Penya-roja cuando yo tenía 12 años. Ya ha llovido bastante.
—¿Qué siempre transmita confianza en su figura en los momentos malos es importante?
—Esteban Albert y Enric Carbonell, en lo personal y en lo deportivo, son imprescindibles en el proyecto y me ayudan a estar en equilibrio y a dar lo mejor de mí. Soy muy afortunado y tengo que estar muy agradecido a los dos.
—¿Esa cadena de confianza llega hasta el vestuario?
—Eso es una identidad, mentalidad de club y lo que tenemos que tratar de transmitir. Por eso todos y todas estamos en esa página. La idiosincrasia de nuestra entidad nos lo pone fácil para estar en esa línea. Para mí es imprescindible en los grupos humanos ese funcionamiento, esa confianza y ese nivel de arriba para abajo. Que todas y todos estemos en la misma línea. Lo de tirar todos hacia el mismo lado no es que sea un tópico, es que es nuestro día a día.
—Hace unas semanas se mostró enérgico en una rueda de prensa defendiendo la unión que tiene el vestuario.
—Sí, porque es una pena que la gente no tenga toda la información y tiene que ser así. Internamente hay mecanismos y se construyen relaciones que es imposible ver el día del partido desde la grada o en una rueda de prensa. Eso se consigue en el día a día, en los días buenos y en los malos, en las mañanas cansadas tras trabajar o en las noches de madrugada volviendo de viaje en el autobús. Eso yo lo veo y me gusta contarlo. Me siento afortunado. Cada año hay vestuarios diferentes, el respeto siempre está presente, pero es imprescindible que las jugadoras se quieran y se admiren entre ellas para el buen funcionamiento de un grupo. Cuando hay un buen resultado deportivo aseguro que sin esa base casi nunca, por no decir nunca, llegan los resultados deportivos.
—¿Ha sido la temporada más complicada por las lesiones?
—En caliente diría que sí pero cuando me paro a pensar quince minutos, y echo la vista atrás, creo que todas han tenido momentos complicados. Es humano creer que lo que vives en el presente es lo más duro.
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