La Fonteta se regala un emotivo último baile
Lágrimas de orgullo. Las leyendas del Valencia Basket se funden junto a sus familias y los aficionados en un abrazo de despedida cargado de sentimiento por un pabellón eterno
La Fonteta merecía un emotivo último baile. Es cierto que el reencuentro con las leyendas ya estaba programado antes del desenlace de la final de ... la ACB, y que existía la opción de que llegara con el Valencia Basket de viaje a Madrid para un quinto partido, pero tras todo lo ocurrido en ese duelo frente al Real Madrid lo vivido ayer en el histórico pabellón fue un bálsamo. Un último recuerdo que quedará para siempre grabado en el alma. La Fonteta es hogar para miles de personas y presenciar cómo compartieron equipo generaciones transversales de la historia taronja como Luengo, Dubljevic, Begoña Pallardó, Berni Álvarez, Anna Gómez, Van Rossom, Rodilla, San Emeterio, Coterón, Oberto, Hopkins, Rafa Martínez, Leles Muñoz Claver o Sato fue algo inolvidable. La emoción de La Promesa, esa preciosa melodía compuesta por La Fúmiga, embargó de sentimiento a una que, como aparece en una de esas estrofas, es «molt de riure i plorar». Mientras Rafa Martínez y Víctor Luengo, abrazados, no podían dejar de llorar de emoción viendo el último vídeo de despedida, los hijos de la leyenda de Santpedor correteaban, jugando, junto al de Claver o el de Dubljevic. Las familias de los jugadores, a lágrima vida recordando sus vivencias en la Fonteta, se mimetizaron con los 5.106 aficionados. Era un día de abrazarse y llorar todos juntos. Lágrimas para purificar el alma.
𝙀𝙨𝙥𝙚𝙘𝙩𝙖𝙘𝙪𝙡𝙖𝙧 𝙇𝙖 𝙁𝙪́𝙢𝙞𝙜𝙖 𝙖 𝙁𝙤𝙣𝙩𝙚𝙩𝙖 ⚡️⛲️
— Valencia Basket Club (@valenciabasket) June 29, 2025
El nostre nou himne, entre altres mítiques cançons de "La Fúmiga", es tornen a escoltar amb molta emoció 🧡 pic.twitter.com/3RfKUE0hG1
La Fonteta vive en el alma de cada una de las personas que la han habitado. José Manuel Parra es un ejemplo. El histórico speaker del pabellón fue invitado por el club para intervenir en todos los relatos sonoros. No pudo evitar, nada más pisar el parquet, emocionarse. Algo parecido le ocurrió a Serhiy Lishchuk. El ucraniano, que está en tierras valencianas porque su hija Anastasia que juega en la cantera taronja va a participar en el torneo Junior NBA de L'Alqueria, llegó vestido con pantalón vaquero y polo de paseo para presenciar el partido de leyendas. Rafa Martínez y Dubljevic se las ingeniaron para convencerle y que se vistiera de corto. El 'tractor', de corazón enorme, no se lo pensó dos veces. De regalo, se llevó una de las ovaciones más sinceras de la afición. En ese sonómetro, los dos que le embaucaron para jugar el partido estuvieron en lo más alto, junto a Luengo, Van Rossom, Oberto o Sato. La Fonteta es hogar y en la familia taronja siempre se ha ponderado el esfuerzo.
El partido, porque lo hubo, se lo llevaron las leyendas del Valencia Basket tras ganar a sus homólogos de España por 84-83, tras una gran remontada puesto que al final del tercer cuarto perdía el equipo que vestía de blanco retro por 62-71 con un triple de Berni Ávarez. Todo un símbolo, puesto que uno de los mejores tiradores de la historia del club anotó media docena, para sumar 20 puntos, y volver a escuchar ese sonido tan característico de euforia de la Fonteta por las canastas importantes. «Se me ha puesto la piel de gallina. Que la última canasta de la historia de la Fonteta sea un triple mío y para ganar será un orgullo para siempre. Vestir esta camiseta es un regalo que nunca esperé y que me cambió la vida. Como siempre nos decía Miki Vukovic, la última canasta para ganar nunca se falla», evocó el ahora Conseller de la Generalitat. Totalmente emocionado, como todos.
«Son recuerdos para toda la vida. La nostalgia que genera y la vibración que te entra cuando juegas en la Fonteta es algo que hace de este pabellón algo único porque tiene una mística especial», evocó Fabri Oberto aún empapado en sudor. Al habla, uno de los mejores pivots de la historia del Pamesa que, desde su perspectiva de trabajar en la ESPN como comentarista de la NBA, lanzó un órdago por lo que se viene: «El Roig Arena va ser el mejor recinto de Europa y no va tener nada que envidiar a Arenas de la NBA a los que voy a comentar partidos por televisión».
El homenaje al pabellón de la Fuente de San Luis comenzó mucho antes del partido, y siguió tras el mismo. El fin de semana se convirtió en un reencuentro de amigos donde se improvisaron reuniones alrededor de una mesa como la que unió a Dubljevic, Van Rossom, Alfonso Castilla y Sato, paralela a otra con Luengo, Maluenda, Chus Bueno y Juan Carlos Barros. Buen partido saldría ahí ya. Los entrenadores de los equipos también son Fonteta. Rubén Burgos defendió la elástica del Pamesa, en el pabellón que cierra sus puertas para el basket, y Anna Montañana jugó en dos etapas en el Ros Casares. Como Amaya Valdemoro, Guillem Vives, José Antonio Paraíso, Marina Ferragut, Pau Ribas y Quino Colom, que formaron parte del equipo de Leyendas de España y que también defendieron de local la Fonteta. Como hicieron Anna Gómez, Leles Muñoz y Begoña Pallardó. Todos lograron que el partido de leyendas tuviera esa mística de la que hablaba Oberto. Un recuerdo para toda la vida.
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