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Una de las imágenes del año es la de Paco Lorja desnudo de cintura para arriba y totalmente desencajado por la emoción. El mitger de ... Alzira es acababa de romper una maldición que había tratado de voltear pero le perturbaba: «Está claro que había perdido las siete finales que había disputado, pero eso tiene también otra lectura, que había tenido que seguir un camino para disputarlas». Pero el joven de 25 años, a renglón seguido, reconoce: «Es cierto que me he quitado un peso de encima».
Paco Lorja tiene 25 años y es uno de los mitgers de referencia del raspall profesional. Hasta ahora protagonizaba una estadística sabida por todos: que perdía todas las finales importantes que disputaba. Cuando se metió en la final se dio una situación con que, pasase lo que pasase, la partida de Oliva por el título de Lliga sería histórica: ha formado parte del trío de Iván y Ricardet, quien ha ganado siempre que ha alcanzado una final relevante.
«Hemos hecho equipo, aún hablamos todas las semanas. Ha sido un buen compañía y aportaba esa experiencia que tiene para que no me saliera de la partida», señala. Lorja llegó a esa final de Oliva centrado al 100%: «No las tenía todas conmigo porque habíamos perdido las dos veces que nos habíamos enfrentado a Montaner, Seve y Néstor», recuerda. Pero ganaron en una dura batalla por 25-20, por tanto, en el último juego: «Si te digo la verdad, estuve entre diez y quince minutos ausente».
Lorja había roto la maldición y había obtenido el premio a dos años de trabajo a conciencia donde ha cambiado la preparación. Se entrena a las órdenes de Bernat, un preparador físico de Alzira que no es especialista en pilota pero que acudió al trinquet para analizar en qué debía centrarse. Y sobre todo, no se ha rendido jamás, compaginando el deporte de élite con el trabajo en la empresa familiar: «Mi padre tiene un taller y a mí me gusta, estamos con la compra y venta de coches, de momento va bien».
Llegó la dana y, como a miles de valencianos, la tragedia afectó en la familia: «La caseta y el campo que tiene mi padre cerca de Algemesí. Bueno, el campo no está». El edificio sí y ya está reconstruido. Ahí luce el trofeo de la Lliga que ganó hace unas semanas en Oliva: «Me lo pidió, les hacía ilusión tenerlo, y por mí no hubo problema».
El mitger guarda para sí la satisfacción, pero no por el título sino por el camino. Incluso esas siete finales perdidas, que no considera para nada un fracaso... porque no lo es. «Ahora tengo incluso más ganas. Entreno y voy a las partidas más motivado todavía que antes. Para nada me he relajado por el hecho de haber ganado la Lliga», afirma Lorja. Al contrario, ahora afronta el Individual, sabedor de que no se le considera uno de los favoritos, pero con ganas de competir al máximo.
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