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Urgente Largas colas en la V-30 entre Mislata y Vara de Quart en la mañana de este viernes
El piloto Max Verstappen, de Red Bull, en los entrenamientos libres de este viernes en Austin. Reuters

Norris, obligado a dar un paso adelante en Austin

El buen arranque del británico en el Gran Premio de Estados Unidos, pese a las dificultades, le coloca en un lugar perfecto para demostrar que realmente puede ganar el título

David Sánchez de Castro

Viernes, 17 de octubre 2025, 22:44

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Las vicisitudes del campeonato del mundo de Fórmula 1 de esta temporada han llevado a que los dos pilotos de McLaren afronten el tramo final del curso, con seis Grandes Premios por disputarse, como los grandes favoritos al título. Aunque sus rivales han experimentado una sospechosa mejoría desde la vuelta del verano —hasta el punto de que algunos en el 'paddock' murmuran que han 'cazado' a los de Woking con algún elemento, cuando menos, alegal—, la lógica dicta que el título de pilotos también tendrá color papaya.

No en vano, Oscar Piastri y Lando Norris mandan en la clasificación con autoridad sobre Max Verstappen, y aunque el campeón de los cuatro últimos años no va a entregar su corona sin pelearla, todo apunta a que el tiempo ya no le alcanza para darle la vuelta a la película.

Sin embargo, y pese a la abrumadora ventaja de una McLaren que ya ha sellado el campeonato de constructores, el ambiente en el equipo dista mucho de ser plácido. Las tensiones entre sus dos pilotos, cada vez más evidentes, dejaron en la última carrera una imagen que ha dado la vuelta al mundo: mientras todo el equipo —Norris incluido— celebraba la consecución del título, Piastri observaba la escena en soledad, desde la pantalla del corralito de prensa. Ni le esperaron, ni parece que lo vayan a hacer.

A esa grieta deportiva se suma un conflicto judicial que ha vuelto a situar a McLaren en el foco, con la demanda contra el español Álex Palou por incumplir su contrato, reclamándole 20 millones de dólares. El cruce de acusaciones ha destapado lo que ya era un secreto a voces: en Woking hay una crisis interna de calado. Ni siquiera el éxito más rotundo puede enmascarar del todo las fracturas que se abren tras el decorado triunfal.

En medio de esa tormenta se mueven Piastri y Norris, cada vez más enfrentados en la pista y en la política interna del box. El australiano, harto de que las estrategias del equipo parezcan siempre volverse contra él, ha dejado de disimular su incomodidad. Y en el otro lado, Lando Norris empieza a notar cómo se resquebraja el brillo de su condición de heredero natural de la corona mediática británica, esa que todavía sostiene un cada vez más crepuscular Lewis Hamilton.

El apodo que le han colgado muchos aficionados hispanohablantes —'Blando' Norris— resume bien el sentir general: talento le sobra, pero a la hora de la verdad suele deshacerse en cuanto toca pelear cuerpo a cuerpo. Se pueden contar con los dedos de una mano las veces que se ha atrevido a meter el coche con decisión a un rival —especialmente a Verstappen—, y en muy pocas de ellas salió victorioso.

El calor, un gran enemigo

Por eso, este Gran Premio de Estados Unidos en Austin se le presenta tanto como una oportunidad como una obligación. Bajo el formato 'sprint', tendrá no una sino dos ocasiones de recortar la distancia de 22 puntos que le separa de Piastri. Si le sale el fin de semana perfecto, incluso podría asaltar el liderato. Pero no será fácil: el calor abrasador del asfalto tejano se perfila como uno de sus principales enemigos. Aun así, el británico parte con cierto favoritismo. En los primeros —y únicos— libres del fin de semana celebrados este viernes fue el más rápido, seguido por un sorprendente Nico Hülkenberg y por el propio Piastri, con Fernando Alonso cuarto y un Verstappen discreto en quinta posición.

Menos suerte tuvo Carlos Sainz, cuya caja de cambios dijo basta antes de tiempo. Un contratiempo que no augura nada bueno para el resto del fin de semana del madrileño, que sigue acumulando infortunios en un año tan sólido como ingrato.

Carlos Sainz, en el 'box' de Williams siguiendo los entrenamientos del GP de EE UU. AFP

Para Norris, sin embargo, ya no hay margen de error. Lo que en otros tiempos era una oportunidad se ha convertido en una obligación. Sabe que este fin de semana puede definir su futuro inmediato: o se reafirma como un aspirante legítimo al título, o queda marcado como el eterno segundo, el piloto de talento brillante y nervio apagado.

Una torpeza histórica

También McLaren se juega mucho en Austin. En cualquier otro equipo, las prioridades estarían claras: se protegería al piloto con más puntos, al que tiene la corona más cerca. Pero si algo ha demostrado la historia de Woking en sus seis décadas de existencia es su proverbial torpeza para gestionar las órdenes de equipo. Desde los duelos entre Senna y Prost hasta las fricciones entre Hamilton y Alonso, pasando ahora por esta pugna entre Norris y Piastri, McLaren parece condenada a tropezar con la misma piedra: tener dos coches ganadores y no saber qué hacer con ellos.

El equipo británico se encuentra ante una encrucijada. Tiene el coche más rápido de la parrilla, los dos pilotos más consistentes del año y un título que parece encaminado a quedarse en casa. Pero también tiene un vestuario dividido, una causa judicial abierta y una guerra fría que amenaza con romper la armonía justo cuando más falta hace. El desenlace de esta historia no se decidirá solo en la pista, sino en cómo McLaren gestione —o desperdicie— su momento de gloria.

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