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Jon Rahm golpea la bola junto al sueco Alex Noren durante el entrenamiento de ayer. Efe
A Rahm le encajan las piezas horas antes de debutar en Augusta
Golf

A Rahm le encajan las piezas horas antes de debutar en Augusta

El golfista de Barrika realiza su último recorrido completo al Augusta National antes de que arranque el Masters

JOSÉ MANUEL CORTIZAS

Augusta

Miércoles, 4 de abril 2018, 14:28

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«Lo tiene donde quería». Típica frase, tópicamente repetida, para demostrar que si no todo está de cara, al menos lo que se puede controlar, lo está. Es como mejor se resume las vísperas del segundo Masters para Jon Rahm. El de Barrika está fuerte, mentalizado, focalizado su objetivo, una chaqueta verde que imagina le quedaría como un guante, perfecta de hombros y hasta favorecedora en el color. No se desdice de que viene a Augusta a conquistarla, pero recuerda a quienes muestran una memoria selectiva que ganar en esta disciplina es complicadísimo. Tanto que las cuatro victorias que ya lucen en su carné profesional son hasta excesivas por inesperadas o poco habituales en principiantes. Porque lo es, en su segundo año en el golf de pago.

El recorrido de ayer fue una delicia. Uno se siente privilegiado pisando ese templo, con las azaleas en su punto de floración. Belleza por doquier, ni un mal tiro de cámara, un terreno perfecto no, lo siguiente. Cuántos campos querrían tener los greens como las vías de acceso por las que se mueve el público al lado de la pinaza.

Rahm quiso madrugar. Poco después de las ocho, recién abierto el Augusta National a un público que ya se contaba por miles, se puso en marcha en la última vuelta completa que hará antes de que mañana comience lo bueno. Ya había jugado otros cuatro días desde la semana pasada. Incluso pernoctó en el propio campo tras practicar con Phil Mickelson y Justin Thomas. El californiano se hospedó en unas habitaciones que se han habilitado para los campeones en un anexo de la casa club, y el de Barrika lo hizo en una casa anexa, tras el putting green y el tee del 1. También participó su gran amigo Wesley Bryan, a cuyo domicilio se desplazó el fin de semana, con el que jugará el Zurich Classics por parejas en Nueva Orleans.

Todos coinciden al ser preguntados que Jon está muy centrado, jugando bien, aprochando con dulzura y pateando con tacto. Justo lo que necesita un ganador del Masters, ser completo.

Matinal de pruebas

Tuvo compañía durante todo el recorrido; su padre Edorta, al que cada vez solicitan más fuera de cuerdas -tuvo un cordial encuentro con Ben Shur, primer caddie y compañero de su hijo en Arizona State-; la infatigable saga de los Barrenechea, que ya le dieron suerte en Dubái; el presidente de la Federación española, Gonzaga Escauriaza, y su vicepresidente Jaime Salaverri, y Brandy, la esposa de Adam Hayes, caddie de Rahm, que ha dejado a los dos hijos de la pareja con su familia en Nebraska para no perderse el primer ‘major’ del curso.

El vizcaíno arrancará mañana con Rory McIlroy y Adam Scott

«Mal tema». Así se refirió Jon Rahm a la publicación de sus compañeros de faena para el jueves y viernes. Repetirá con otro integrante de la terna, Rory McIlroy, y se apunta Adam Scott. El trío se pondrá en marcha a las 19.38 (hora española), tras el partido de Fowler, Kuchar y Mickelson y por delante del de Noren, Oosthuizen y Spieth.

McIlroy debutó en el Masters en 2009 ocupando la vigésima plaza. Desde entonces no pasó un corte y en las cuatro últimas citas se ha movido en el Top-10 (octavo, cuarto, décimo séptimo).

El más madrugador mañana será José María Olazábal (15.03) y jugará con Chappell y Frittelli. A Rafa Cabrera-Bello le han tocado el número 1 del mundo, Dustin Johnson, y Justin Rose. Cerrarán la jornada desde la 20.00.

Intachable en la matinal de pruebas que ajustó al horario de su posterior encuentro con la prensa. A lo lejos sonaban vítores que, aunque de salida se asociaban con el fenómeno Woods, tenían su epicentro en el hoyo 16 cuando muchos de los jugadores en liza también se apuntaron ayer a cruzar el laguito previo al green haciendo deslizar y botar la bola sobre el agua para regocijo del personal. Rahm premió al numeroso público con dos intentos. En el primero no coronó, aunque el trasiego sobre la lámina fue perfecto. En el segundo, más modesto de rebotes, la bola quedó en el tapete.

Probó cosas. Por ejemplo, la salida en el dos con madera que probablemente cambiará por el driver. También en otros hoyos. Para eso son los días de prácticas. Distancias correctas, largas. Un par de bolas fuera de margen y una al agua. Siempre bajo el prisma del trabajo en el laboratorio. Experimentos con gaseosa. Pega un golpe. Si ha ido bien, repite con un segundo variando el palo o el punto de mira. Referencias anotadas en el libro porque seguro que harán falta cuando cada bandera cuente.

A partir de las once de la mañana sobra ya la ropa. No hay viento y no les caerá esa breva en competición. Dan agua para hoy por la mañana y el sábado. No importa, si no hay aparato eléctrico este Augusta aguanta lo que le echen. Suenan las aireaciones de los greens a plena potencia, también testando que el sistema invisible de achique hace su trabajo. El ambiente se asemeja al de la hora de la verdad. Público entregado, surtido de ‘merchandising’. Las villas repletas con las empresas agasajando a sus clientes ‘premium’. Y las terrazas de la casa club sin mesas libres. Pocas celebridades, aún. La más reconocible, por sus 218 centímetros la afónica voz, el gran Mutombo, cuyas 18 temporadas en la NBA le ganaron el respeto de la nación que le acogió tras dejar Congo.

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