El karate valenciano, abandonado tras la dana
El Club Sensei José Antonio García y Mas Oyama denuncian la falta de ayuda por parte de su federación, la KWF | «Nadie se ha preocupado. Ni siquiera nos han llamado», afirma uno de los clubes
Marcos Sánchez
Valencia
Miércoles, 20 de agosto 2025, 14:16
Kyokushinkai. «Escuela de la más alta verdad» o «Escuela de la verdad suprema». Este es el significado de uno de los tipos de karate más practicados a lo largo del mundo si se disecciona la palabra por partes. Casi 12 millones de personas hacen ejemplo de ello. ¿Pero cuál es el objetivo en este estilo tan particular y diferente al resto de sus «hermanos»? En Kyokushinkai se busca el desarrollo de una fortaleza física y mental, al igual que la autodisciplina y la autodeterminación, a través de un duro entrenamiento para luego aplicarlo en un combate real. Dicho así, parece un deporte de locos, pero no lo es. Lejos queda utilizar las artes marciales para la guerra.
Porque este tipo de karate ya ha echado raíces por todo el mundo, y uno de esos sitios es Valencia, donde varios clubes, como Mas Oyama o el Club Sensei José Antonio García, tratan de llevar esas enseñanzas del viejo maestro Oyama, fundador del Kyokushinkai, a sus alumnos. Una de las lecciones más básicas es la de que cada día hay que seguir enfrentándose a sí mismo para superarse en el plano de lo mental y lo físico, sobrepasar problemas y derribar muros para mejorar y encontrar la perfección. Pues, como si el destino hubiese querido ser caprichoso, trató de poner a prueba estas enseñanzas y la capacidad de resiliencia de ambos, porque, al igual que muchos otros, ellos también fueron afectados por la dana que arrasó hasta 75 municipios de la Comunidad Valenciana.
Como es normal, aquel 29 de octubre fue fatídico a todos los niveles: muchas personas perdieron la vida, los sueños de muchos negocios se esfumaron de un plumazo y, en cuestión de segundos, familias enteras perdieron su casa con todas sus pertenencias. Esto mismo es lo que les pasó a los dos dueños de los dos clubs de karate. Curiosamente, Juan García y José Antonio García son hermanos. Juan es Shihan y dirige el Mas Oyama, que tiene ubicación en Catarroja, mientras que José Antonio, también Shihan, encabeza el Club Sensei José Antonio García, que se encuentra en Benetússer. Su madre, que vive en una planta baja, fue afectada por la dana, y ambos tuvieron que centrarse en limpiar a destajo y gestionar las ayudas para que su madre recuperase cuanto antes su hogar. «Al principio estábamos todos quitando barro, ayudando a los vecinos. En el caso de mi familia, mi madre vive en una planta baja y el agua le destrozó la casa. En esos dos o tres meses primeros no eres consciente de lo que ha pasado», señalaba José Antonio García. «Vivo en planta baja con mi madre y con mi tía que está impedida. Lo último que piensas es que hay una ayuda para el club, porque lo primero es arreglar al fin y al cabo la casa de tu madre», relataba Juan García.
Las consecuencias devastadoras de la dana
Una vez encauzaron su vida personal y la de su familia, llegaba el momento de ver en qué punto se encontraban sus clubes de karate, qué es lo que había ocurrido, qué soluciones se podían tomar y qué había arramblado la dana tras su paso. Ambos se toparon con una situación totalmente dramática, no quedando absolutamente ningún tipo de material deportivo y viendo cómo la fuerza del agua había hecho inutilizables los sitios donde entrenaban.
«El principal problema es que no hemos tenido dónde entrenar. Nosotros estábamos en el colegio Vila La Romana de Catarroja. El pabellón quedó patas arriba, el tatami que teníamos, que nos había proporcionado el Ayuntamiento, lo tuvimos que tirar. Hemos estado jodidos hasta que hemos sido reubicados en otro sitio para poder entrenar. Tan solo nos quedaron dos o tres paoks para poder entrenar», señalaba Juan García. El Club Sensei José Antonio García apuntaba lo siguiente sobre cuáles habían sido las consecuencias de la dana para ellos: «Nosotros teníamos dos salas donde guardábamos material: una abajo y otra arriba, y ahí teníamos paoks, pesas, colchonetas, absolutamente todo. Con el agua se perdió todo. Y arriba, como era una sala y se utilizó para dormir, también se quedó todo el material inutilizable», decía el responsable del club de karate de Benetússer.
La dana no solo ha hecho estragos en lo material, sino que, tras haberse superado el punto más crítico, como fueron esos dos o tres primeros meses, las consecuencias de este desastre meteorológico han continuado dejando huella en el ánimo y la energía de las personas al tratar de volver a una rutina muy diferente y condicionada por el sufrimiento padecido. Es más, esto mismo apuntaban ambos profesores cuando, tras casi seis meses sin entrenar, retomaron las clases con sus alumnos, o parte de ellos. «La respuesta de nuestros niños fue muy buena, diría que casi el 90% pudieron volver a la nueva sala donde entrenamos, en el Nou Espai Benetússer. A los mayores sí que he notado que les ha costado un poco volver, es más, algunos no han vuelto. El 50% me han dicho que volverán en septiembre», decía José Antonio García, de su club.
La situación, en cambio, del Mas Oyama ha sido mucho más terrible en este aspecto, porque de ser casi 40 personas entrenando han pasado a ser 15. «Clases de niños ya no tenemos. No podemos tener clases particulares de niños, solo tenemos a tres, y entrenan con los mayores porque no hay otra solución. Éramos 40 en el club contando a los niños y hemos pasado a ser 15», mencionaba el encargado del club de karate de Catarroja.
El inmenso reto de un Campeonato de España
Además, este no ha sido el único reto que han tenido que enfrentar ambos clubes. Y es que, tras seis meses sin poder entrenar, finalmente pudieron volver al ruedo para disfrutar de su mayor pasión: el karate. Sin embargo, esto se terminó dando en una serie de condiciones bastante limitantes en cuanto a horarios y espacio se refiere, y todo esto con el foco en el Campeonato de España que se celebró a principios de junio.
En el caso del Mas Oyama, los horarios no afectaron en exceso, ya que, según señalaba su propio profesor, ellos entrenaban las mismas horas, solo que, para competir en un evento de tal magnitud, no se ha de ir así como así, sino que se necesita tiempo para adecuar la técnica y el físico, y justamente tiempo no tenían, siendo este su principal obstáculo.
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«He hecho entrenamientos de más con ellos fuera del dojo. Porque en dos horas no se hace nada. El trabajo técnico y táctico se hace en el dojo, pero luego hay mucho más que hacer. Hay que centrarse en la forma física, es decir, la resistencia, la elasticidad, la velocidad; son habilidades que hay que perfeccionar fuera de ese entrenamiento, porque no hay suficiente tiempo. Si vas a competir, tienes que tener unas buenas habilidades para estar por encima de la gente con la que compites», apuntaba Juan García.
Por su parte, el Club Sensei José Antonio García reconocía que su objetivo no estaba centrado en volver a la competición. Sin embargo, alumnos sí que estaban más que dispuestos a ello, así que no les quedó otra opción que enfundarse las protecciones y apretar los dientes para competir. «Nuestra idea era no ir a competir. Porque, después de estar parado cinco meses, a un competidor sin entrenar ni nada... Aun así, siempre hay gente que no para y, pese a que no estaban en las mejores condiciones, decidieron acudir igualmente al campeonato», mencionaba el profesor de karate.
Solidaridad, bajo mínimos
Y, aun así, pese a todas las dificultades, todas las trabas, todos los condicionantes que se presentaron, ambos clubes de karate consiguieron subir en siete ocasiones al podio, e incluso, en Mas Oyama hubo un campeón de España. La pena de este éxito es que lo hicieron absolutamente solos, sin ayuda alguna, adaptándose y convirtiendo los problemas en soluciones. Porque, donde en otros deportes se ha visto una solidaridad inmensa, apoyándose unos a otros, ya sea entregando material deportivo o preocupándose por la situación de algunas personas, en el karate esto ha brillado por su ausencia. Salvo Fudoshin, que también es valenciano, ningún club de España, ni siquiera la propia KWF, federación de la que son parte, ha mostrado un ápice de preocupación o tendido una mano a los clubes Mas Oyama y Club Sensei José Antonio García. Y así lo expresan ellos, bajo un gesto de decepción.
«En este tema, en lo que se refiere a nuestra federación, hemos sido los grandes olvidados. Aquí nadie se ha preocupado y nadie nos ha dicho nada. Inclusive, ni nos han llamado. Es triste, pero es así», señalaba el responsable del club de karate de Benetússer. Juan García también se mostraba implacable con respecto a esto: «A mi hermano ni siquiera lo llamaron. A mí me llamó él y Shihan Javier, pero nada más. No he recibido más llamadas. Mucha gente no ha sido consciente de lo que ha pasado aquí. Ha sido muy fuerte», relataba Juan García.