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Usain Bolt, durante una competición.
Usain Bolt inicia su último viaje al futuro
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Usain Bolt inicia su último viaje al futuro

El jamaicano busca un legendario tercer triplete y España aspira a tres medallas con López, Ortega y Beitia

j. gómez peña

Jueves, 11 de agosto 2016, 16:23

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Desde 2008 en Pekín, Michael Phleps le pasa la anchorcha olímpica a Usain Bolt. Apenas coinciden un día en el calendario de los Juegos. El pez estadounidense se va tras devorar el oro de la piscina y comienza el menú dorado del jamaicano, vencedor tanto en Pekín como en Londres 2012 de las pruebas de 100, 200 y 4x100, las mismas a las que aspira en Río de Janeiro. Hace tiempo que corre para ser la leyenda en crecimiento que es. Quiere asegurarse el futuro en el olimpo: Algún día alguien batirá mis récords y podrá decir que es más rápido que yo. Pero lo que cuenta son las medallas. Y quiero nueve oros. Así, yo seré el único que ha ganado las tres pruebas en tres Juegos. Un pedazo de inmortalidad. Tan ocupado anda en ese porvenir que se ha puesto como meta ser, como declaró en la revista alemana Stern el Mohamed Ali del atletismo. Eso le va a costar más.

A Ali le ayudó la historia convulsa de los Estados Unidos de los años sesenta. Le bautizaron Cassius Clay, hijo de la esclavitud que veía a su madre sentarse en el autobús en la zona de los negros. Clay quiso alistarse y le vetaron porque no pasó el test de inteligencia. Los guantes lo cambiaron todo: a golpes se puso otro nombre. Musulmán. Mohamed Ali. Abrió la boca y chilló que era el rey del mundo. Entonces sí le llamaron para la guerra, la de Vietnam, y se negó a ir a una disputa de blancos. Ali fue mucho más que un boxeador. Para ser como él, Bolt tendría que haber compartido época con Jesse Owens, el negro que fue más rápido que todos los nazis blancos y puros de Adolf Hitler. El fuhrer masticó su rabia desde el palco de los Juegos de Berlín de 1936. Una de las hijas de Owens dijo: Ser negro te hace más fuerte. Bolt es sólo un símbolo deportivo. El mejor atleta de la historia con su doblete olímpico en las tres pruebas de velocidad. Ahora lo que busca es triplicar su leyenda para que dure aún más.

Con el atletismo, a los Juegos llega su esencia: el desafío de Bolt, el eco de la maravillosa prueba del keniano David Rudisha en Londres 2012, la trituradora veloz de la estadounidense Shelly-Ann Fraser-Pryce -la Bolt femenina-, los saltos de pértiga del francés Lavillenie, el fondista Mo Farah... En esa lista de esperados figura un racimo de atletas españoles. Tres de ellos aspiran al podio: el marchador Miguel Ángel López, favorito en los 20 kilómetros; el vallista Orlando Ortega, y la saltadora Ruth Beitia, convencida de que puede ser la mujer más alta del mundo. Con ellos está un debutante, una rareza, Bruno Hortelano, la sensación de la velocidad española. En su debut busca un hueco en la final de los 200 metros. Un lugar junto a Bolt, que en esa prueba saldrá a batir su récord del mundo. Quiero volver a desplazar los límites, avisa el jamaicano, que es una bendición mediática para este deporte tan asediado por el dopaje y el descrédito.

Estoy preparado para hacer algo grande. Confío en marcar un nuevo récord mundial. En todo caso mi cuerpo dice: 'Sí, es posible', asegura Bolt antes de iniciar sus últimos Juegos. Mi entrenador me dice que podría seguir, pero.... Cerrará su grifo de talento con la ceremonia de clausura de estos Juegos. El 21 de agosto. El día que cumple 30 años. Lleva media vida sometido a la presión de ser el mejor. Con 15, aún un crío, ganó el Mundial juvenil de 2002. Y, tan temprano, se convirtió en un ídolo en Jamaica. Debutó en los Juegos con 17, en Atenas 2004. Lesionado, cayó en la primera ronda. En su país le machacaron. Le dieron por acabado. Otra estrella fugaz. Bolt aprendió a vivir con ese pánico al fracaso. Lo ha reciclado en energía positiva.

Y, tras sus triunfos llenos de plusmarcas y espctáculo, ha salvado a un deporte en el que ni siquiera pensaba de pequeño. Su ambición era ser jugador de críquet o futbolista. Eso cambió cuando asistió en diferido y de casualidad al triunfo de Michael Johnson en la final de los 200 metros de los Juegos de Atlanta. Era un niño de diez años. Aquello despertó su pasión. Los 200 son su casa. Por eso los ha elegido para irse con otra plusmarca. La velocidad es suya: posee los récords de los 100 metros (9.58) y los 200 (19.19). Nadie había tenido los dos registros a la vez. Ningún atleta ha sumado tres títulos olímpicos en dos Juegos distintos. Y nadie, claro, se había enfrentado al reto de sumar un tercer triplete. Bolt competirá contra atletas del futuro que quizá ni han nacido aún. Lo que comienza ese fin de semana en el Estadio Olímpico de la colapsada Río de Janeiro es un viaje en el timpo de la mano del único que ha pisado ese lugar desconocido: Usain Bolt.

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