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Varios aficionados celebran en Barcelona la victoria azulgrana.
La madre de todas las celebraciones
Celebración

La madre de todas las celebraciones

Miles de culés desbordan Canaletas en una noche memorable para el barcelonismo

CRISTIAN REINO

Sábado, 6 de junio 2015, 23:37

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La vida son pequeños momentos, disfrutados con intensidad. La cita era histórica, para celebrar el segundo triplete, y el barcelonismo respondió como en sus grandes gestas: tomando Canaletas, echándose a la calle y dando rienda suelta a una alegría indescriptible. El Barça ha ganado tanto en los últimas décadas que su hinchada ya no festeja igual todos los títulos. El empacho de triunfos provoca incluso aburguesamiento entre los fans. Las grandes farras, la locura toral, el éxtasis colectivo, se lo reservan para las grandes noches europeas. Han vivido cinco en su historia y la de este sábado fue de época.

Puede que el gol de Morata añadiera una pizca de épica de más. Todo ayuda. Cuantos más nervios se pasan en una final, más se disfruta. La alegría se desborda hasta límites etílicos. Cuando Neymar, en el minuto 96, batió a Buffon, Canaletas ya era un desmadre. La sufrida fuente, lugar de peregrinación de todo el barcelonismo, se quedó más pequeña que nunca. Es de dimensiones diminutas, pero es ya un mito de la culerada, como Cruyff, Kubala, Koeman, Guardiola, Messi, Iniesta o Xavi. Dicen los aficionados azulgrana que al menos una vez en la vida tienen que subirse a la fuente y beber del manantial del agua de la eterna juventud blaugrana, la que les calmaba la sed en las épocas de sequía y la que les empacha de gozo en la actual década de bonanza y éxitos. Es como la Meca azulgrana. Desde allí gritaron a los cuatro vientos lo que más les gusta. «¡Campeones, campeones!», «¡Barça, Barça!», «¡Madrid, cabrón, saluda al campeón!» y el siempre clásico «¡Visca el Barça y visca Cataluña!». Todo vale para festejar y dejar de lado los problemas cotidianos de cada uno, que son grandes, en plena crisis económica y de paro galopante. Pero un día es un día, dicen los hinchas. La Champions no se gana todos lo días (cinco grandes títulos en casi 120 años de historia del club catalán) y los miles de barcelonistas que se agolparon en el entorno de Canaletas y la plaza de Cataluña, en el centro de Barcelona, la liaron bien gorda. Para esta ocasión, y fue la segunda vez, tras la de 2009, los culés gritaron «¡Copa, Liga y Champions!», la sintonía que más les gusta, por una razón añadida: su gran rival, el Madrid, no ha podido hacerlo y eso siempre es un plus. Todo ello aderezado con una buena ristra de petardos, bengalas y botellas de cava circulando de boca en boca a cantidades industriales.

La fiesta fue larga. Se prolongó durante horas y se esperaba que durara hasta el amanecer. Pero eso no será todo. Y es que la otra gran fiesta se reserva para este domingo. Rúa en un autobús descapotable por toda la ciudad y fiesta final y verbena en el Camp Nou, donde los barcelonistas celebrarán la quinta Champions con sus héroes. La ceremonia tendrá un sabor especial, porque supondrá la despedida de Xavi, santo y seña del Barça, actor protagonista de la década prodigiosa del club. Alguien que ha hecho feliz a mucha gente.

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