La pizarra de Vukovic todavía educa en Valencia
Saga en el baloncesto. Igor, el hijo pequeño del maestro, entrena al equipo de Liga EBA del Tavernes Blanques y cumplió el sueño de trabajar con los vástagos de Víctor Luengo y Nacho Rodilla
Juan Carlos Villena
Valencia
Lunes, 21 de febrero 2022, 00:48
El sonido del bote del balón y de las voces que se estrellan contra el techo de un pabellón de L'Horta. Entre ellas, una con un acento inconfundible. Como si no hubiera pasado el tiempo porque la pizarra de Vukovic sigue enseñando baloncesto tres décadas después. De Godella a Tavernes Blanques, donde Igor Vukovic Pudelko (Tuzla, 1978) entrena al equipo de Liga EBA, la categoría desde donde su padre rescató al Pamesa Valencia tras bajar de la ACB.
El hijo pequeño del maestro es profesor en el Colegio Iale en L'Eliana, donde da clases de inglés en secundaria y bachillerato. «Cuando el Pamesa ganó la Copa tenía 20 años. Estaba estudiando y no pude ir a Valladolid porque tenía exámenes. La final fue un lunes. Mi madre y mi hermano sí que fueron y yo la disfruté en casa con mi amigos, que en esa época todos jugábamos a baloncesto», rememora sobre el hito en el Pisuerga que ha cumplido 24 años.
La pasión por los banquillos la llevaba en la sangre «porque el baloncesto me ha apasionado desde pequeño. En 2003 decidí probar a entrenar un júnior y me gustó mucho. Me di cuenta que estaba disfrutando y que me gustaba incluso más que cuando jugaba» recuerda esbozando una sonrisa al reconocer que fue un privilegiado al tener formación continua en casa: «Tener a alguien como mi padre era una ventaja increíble para mi desarrollo como entrenador. Sus consejos siempre fueron muy valiosos y los sigo aplicando, como conocer a los jugadores que era algo que me inculcaba. Siempre me decía que los tenía que conocer como personas, saber cómo es cada uno para poder sacar su máximo. Hablábamos horas y horas».
Aunque el baloncesto ha evolucionado a nivel físico y en la rapidez de ejecución, Igor tiene claro que la receta de la escuela balcánica aún puede plasmarse sobre el parquet: «El trabajo a nivel mental sigue siendo aplicable y lo trabajamos mucho, desde la comunicación con los jugadores al tema táctico. Miki estaba preocupado por todo lo que rodeaba al equipo para que todo el mundo estuviera bien. Así se lo han reconocido todos sus jugadores y jugadoras, no era sólo lo que les aportó como entrenador para conseguir resultados sino lo que les ayudó en la vida para guiarlos. Cuando comenzó a trabajar con las jóvenes en la antigua Yugoslavia se preocupaba hasta de sus estudios. Me veo reflejado».
A Igor se le quiebra la voz al recordar el momento más emotivo de su carrera. El cierre del círculo, con Vukovic volviendo a entrenar a Luengo y Rodilla: «Los hijos de Víctor y Nacho estuvieron con nosotros un tiempo y el poder entrenar a Pablo y a Marc, con sus padres viendo desde la grada los partidos, fue algo muy emocionante. Repetimos la historia de hace más de veinte años. Todos nos emocionamos al recordar lo que significaba». Por desgracia Miki, que falleció en enero de 2021, no lo pudo ver.
Sus vasos comunicantes con el pasado familiar son constantes. En 2013, tras la desaparición del Ros Casares, entrenó al senior de Godella antes de que el Valencia Basket rescatara la estructura un año después: «Jugamos la primera fase de ascenso a Liga Femenina 2 y ahí empezó todo. Fue muy bonito trabajar con ese equipo. Estoy convencido de que en un futuro no muy lejano conseguirán títulos más importantes».