Borrar
Sergio Villanueva

Sergio Villanueva: «Si no eres capaz de asimilar el avance del mundo, sencillamente, aprende a hacerlo»

Dirige 'El corazón del incauto', adaptación de la obra argentina que podrá verse el 12 y 13 de diciembre en La Rambleta

Viernes, 5 de diciembre 2025, 01:11

Comenta

Un campesino que solo puede mantener relaciones con su esposa si se viste de mujer. Otro que irrumpe un día en la casa del primero y se enamora de él al verlo vestido de señora. Una relación que se fragua entre apariencias y el fingimiento. 'El corazón del incauto' habla de homosexualidad, de amor, de travestismo y transexualidad. O quizás de nada de eso. Quizás de lo único que habla es de la necesidad que tenemos los seres humanos de etiquetarlo todo, y también de lo pernicioso que es juzgar a los demás.

Sergio Villanueva dirige la adaptación de esta obra argentina con un elenco formado por Manuel Maestro, Paula Serrano y Pau Vercher. Podrá verse los días 12 y 13 de diciembre en La Rambleta, e incluirá un coloquio posterior a la función del día 13.

-Has adaptado una obra argentina del año 2015. ¿Qué motivos la han traído 10 años después a Valencia?

-La protagonista, Paula Serrano, estaba trabajando en México en 2015. Fue un día a ver la obra y le fascinó. Habló con Sandra Franzen y Patricia Suárez, sus directoras, sobre la posibilidad de hacerla aquí y luego contactó conmigo. Yo vi que el texto, en España, debía pasar por una serie de cambios. Lo entendieron. Para mí era importante plantear una idea: ¿Qué nos pasa a los tíos, que no podemos ser como queremos ser porque tenemos que ser los más hombres? En la obra, solo pueden ser quienes quieren ser si juegan a meterse en un rol. Fuera de eso, deben ser lo que se espera de ellos, un poco como en la vida misma. Vimos que ahí había un conflicto buenísimo. En el teatro no hay que evidenciar, sino dejar las cosas abiertas y que el espectador sea quien saque sus conclusiones.

-Entonces, ¿la obra habla de transexualidad, de homosexualidad o de travestismo?

-Habla de todo. De una sexualidad sin etiquetas. ¿Quién sabe qué es lo que funciona en una relación al otro lado de la puerta de la habitación? ¿Y qué problema hay, sea lo que sea lo que funcione? ¿Quiénes somos nosotros para juzgar? Nos pasamos la vida juzgando, y eso es muy pernicioso.

-Si hoy sigue habiendo bastante intolerancia, imagínate hace más de cien años, cuando términos como «transexualidad» ni siquiera estaban conceptualizados.

-Creíamos que, como sociedad, habíamos conquistado ciertos territorios, pero no es así. Te despistas y te vuelven a quitar ese territorio en el que te creías seguro. Se están multiplicando las intolerancias. Incluso vivimos con la autocensura cuando queremos contar algo. Es un signo de los tiempos.

-Últimamente le pregunto a actores y directores qué opinan de que el 20% de los jóvenes de hoy consideren que con Franco se vivía mejor. Con esta obra que diriges, la pregunta contigo me va al pelo. ¿Qué opinas?

-Hablan el desconocimiento, la pasión y las redes sociales, sobre todo esto último. Yo tengo fe en la gente joven. Hay muchísimos jóvenes que tienen una gran humanidad, son mayoría, estoy seguro. Lo que para mí marca la diferencia con el pasado es que hoy en día puedes pensar lo opuesto al tipo que gobierna pero vivir igual de bien que quien lo vota. Antes te podía costar la vida. No me asusta un cambio de gobierno en democracia. Si esos jóvenes quieren pensar que con Franco se vivía mejor, ya se darán cuenta de la realidad cuando crezcan un poco, porque las decisiones que uno toma generan consecuencias, y las verán. Si a mí me cuesta mantener la atención en este mundo en el que vivimos, imagina a un chaval de quince años. Y los amos de la ultraderecha han sabido usar muy bien las redes sociales. Pero vendrá otra época, como siempre ha pasado. Una época de luz, esperanza y razón.

-En muchos sentidos, las cosas van mal, pero en muchos otros, a nivel social, las cosas han mejorado. Se reconoce y se contempla en la Ley al colectivo trans, por ejemplo. ¿Tú crees que estamos mejor o peor?

-Creo que las personas mayores de cincuenta pensamos que antes se vivía mejor porque, sencillamente, éramos jóvenes. Y cuando uno es joven tiende a exprimir más la vida. Ahora bien, nosotros no tuvimos un problema que hoy es asfixiante: la vivienda. Está desajustadísima al sueldo, y de ahí derivan todo el resto de problemas. El miedo al inmigrante porque me va a quitar la casa o el trabajo, por ejemplo. Hay ideas del pasado que permanecen porque a la gente le gusta anclarse, pero una cosa es conservar y otra ser un cerril ante el cambio. El cambio es natural e ineludible. En mi casa, de pequeño, no se vivía mal, pero eso es un argumento muy egoísta, porque quizás mi vecino o aquella de allí, vivían mucho peor. Vivimos en un país muy egoísta porque no tenemos cultura luterana. No tenemos integrada la idea de que, o estamos todos bien, o no vamos a ningún lado. Y antes los políticos tenían la cabeza en el Estado. Ahora la tienen en El Ventorro.

-Estoy seguro de que esta entrevista la leerá alguna persona que considera la homosexualidad o la transexualidad una enfermedad, una tontería de gente que no tiene bien la cabeza o algo directamente repulsivo. ¿Qué les dices a estas personas?

-Que quizás deberían probarla, porque a lo mejor descubren que les gusta (ríe). Si no eres capaz de asimilar el avance irrefrenable del mundo, sencillamente, aprende a hacerlo.

-¿Dirías que el teatro puede cambiar las mentes con la empatía que suscita?

-Claro que lo hace. De lo contrario, se habría quedado en los griegos. Si solo fuera ocio, habría desaparecido. El teatro es un acto ritual, y pervive porque transforma cuando se hace con verdad. El cine ha perdido ese valor ritual, porque lo ves en casa a todas horas, así que no sé si perdurará. El teatro sí. Se mantendrá gracias a su componente ritual. Acudir a la sala, recibid y dar a cambio, todo en vivo. Eso nos mantendrá a salvo.

-Eres actor, dramaturgo y escritor. Y no produces poco en ninguna de ellas. Si solo pudieras elegir una de esas tres cosas, ¿cuál sería?

-Una novela que me encargan adaptar al teatro y en la que participo como actor (ríe). Disfruto mucho como actor hasta en proyectos que no me cuadran demasiado. La novela es mi refugio, donde cuento lo que quiero de tripas corazón. Como actor soy más mercenario. No me haría tan mercenario como escritor. Y el oficio de actor me sirve para escribir, me ayuda a ponerme en la piel de los personajes.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Sergio Villanueva: «Si no eres capaz de asimilar el avance del mundo, sencillamente, aprende a hacerlo»

Sergio Villanueva: «Si no eres capaz de asimilar el avance del mundo, sencillamente, aprende a hacerlo»