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Las grandes citas de la música en directo en Valencia han subido el telón. El Festival de Les Arts que este año celebra su décima edición ha comenzado este viernes cuando Kakkamaddafaka ha saltado al escenario. La cita es, sin duda, la avanzadilla del verano. Antes de las seis de la tarde empezaba a llegar la afición. El sol caía a plomo sobre la Ciudad de las Artes y las Ciencias. El entorno de l'Hemisféric y el Museo de las Ciencias empezaba a llenarse de gente. Iba a estrenarse la edición de 2025 de una de las citas más esperadas en Valencia de la música en directo.
Se ha servido la fiesta que seguirá hasta entrada la madrugada para miles de amantes del indie que han comprado entradas con precios que han oscilado entre los sesenta y los cien euros. Dependiendo de la antelación con la que los interesados las compraron. «Salen por unos sesenta euros para los dos días», pero si no pillas las primeras, las siguientes ya son más caras. Lorena y Jaime llegaron al primer precio. Lidia y Cristiana las pillaron «por cien euros», se durmieron un poco. Y Mila, ni lo uno ni lo otro: «me costaron ochenta euros».
El vaso para el cubalitro cuesta dos euros, el agua, 2,5; la cerveza XL 11,5; el vermú, 6; una pinta, 6 y la copa 11. Reina la cerveza, lo prueban cuantos pasean por el recinto con el vaso entre las manos.
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Hay cola en las máquinas para recargar las pulseras. Los más precavidos las han traído ya recargadas desde casa porque la organización del evento ofrece un servicio que permite que sea así. Pero si es necesario volverán a reponer en la máquina antes de acercarse a las barras para hacer la cola que a medida que avanza la programación, es cada vez más larga.
Vero y Ester, que han venido desde Quart de Poblet, no están muy de acuerdo con eso de que «salen las entradas antes que el cartel. Las compras sin saber a quién vas a escuchar».
Ambiente festivalero, divertido y relajado va llenando el recinto de la Ciudad de las Artes a medida que se acerca la noche. Si hubiera que trazar un perfil, estaría claro: treintañeros -en gran parte- alternativos. Lo dicen ellos mismos cuando se les pregunta, aunque alguno añade que también los hay con más de treinta y con menos.
Podría decirse que lo que hacen al escuchar la música no es bailar. Lo cuentan dos fieles de la cita, las mismas que cuestionan la venta de las entradas antes de conocer el programa. «Movemos el cuerpo mucho levantar las manos». Hay mucho «postureo», apunta otro amante del indie.
La de hoy y la de mañana, las dos sesiones del festival, se comparten entre amigos. Algunos visten camisas iguales, parecen simular equipos, no quieren separarse o si se separan, esperan encontrarse con facilidad. Y entre tanta gente llama la atención un joven extremeño. José Hernández se ha vestido de cebra -sí, han leído bien- para festejar su despedida de soltero. Bueno, la verdad es que «el traje de cebra lo encargaron mis amigos y no ha llegado. Hemos ido a un bazar y hemos comprado un vestido». Es una prenda con estampado negro y blanco que si se esfuerza la imaginación, se descubren lejanas similitudes con la piel de cebra. José luce una corona; tiene que llamar la atención, y un cartel de «Se vende» en el pecho. Ha venido con dos amigos que le han regalado las entradas. Muy cerca suena el estruendo de una charanga. Diríase que van a otro rollo, pero no, también han venido a la cita con la música. El improvisado pasacalle ha sonado como el anuncio de la llegada. Algo así como un 'ya estamos aquí'. Han aportado buen ambiente, sí.
Visto lo visto, el Festival de Les Arts es más que una cita musical. A juzgar por los estilos de vestir es un desfile de las 'faunas' sociales más variadas, de los grupos más diversos. Faldas largas con estampados alternativos, pero también de encaje dejando entrever las piernas. Y faldas cortas, otras muy cortas. No faltan los adornos de lentejuelas, tampoco el animal print.
Pero si algo llama poderosamente la atención la son los grupos de amigos con camisas de coloristas y vistosos estampados. Los hay psicodélicos, de pollitos, de flores.. Ah, también de flamencos rosa; la verdad es que si buscaban llamar la atención lo han conseguido.
Los accesos no dejan de recibir gente. Cada uno tiene su horario. Cada uno busca su grupo preferido. La verdad es que cuando han pasado dos horas del comienzo, la zona de conciertos ya está a rebosar. Miles de amantes de la música han tomado sus posiciones.
Y mientras todos se mueven de un lado a otro o en la zona central, la música va sonando. Hay varios escenarios: el Heineken, Banco Mediolanum, Hyvernacle By Scalpers y Les Arts Club By Red Bull. Cada uno tiene su programación. Kakkamaddafaka ha abierto el fuego. Le han ido siguiendo muchos otros: Miss Cafeína, Ginebras, Siloé, Don Fluor, Sexy Zebras, Delaporte, Calabasa, Marlena… Para todos los gustos de un público que compró las entradas hace meses porque no querían perderse la ocasión de una noche de música en la ciudad del Turia.
En el recinto está todo previsto. Antes de entrar en los baños, a los usuarios del servicio público se les entrega un trozo de papel higiénico. Y en la zona de acceso hay fuentes donde cualquiera se puede lavar las manos.
Todas las esquinas están flanqueadas por algún trabajador de la organización que viste chaleco naranja. Unos están más informados que otros.
-¿Me puede indicar dónde está la zona infantil?
-Pues, le diría que por allí -dice uno de los agentes con escaso convencimiento.
Sí, sí. Hay un área infantil. Sobre una amplia extensión de césped artificial se han colocado mullidos sillones en los que se ven padres y madres junto a sus hijos. «Es un buen plan para venir con los niños. En estos conciertos hay un ambiente sereno, sin salidas de tono», explica Sergio, uno de los padres que están en el recinto. «»Habíamos venido otras veces y nos pareció que estaba bien para venir en familia», añade.
Un poco más allá se ven atracciones hinchables. También un castillo. Hay personajes disfrazados y globos. Talleres de pintura, y niños que se dejan pintar la cara. Alrededor de este escenario revolotean no pocos pequeños. «Llevo siete años viniendo con mi hija, desde que era muy pequeña». Muestra una foto que lo prueba. «Hay buen rollo para los niños», apuntan dos madres que han acudido con sus retoños. «La clave es la retirada a tiempo». Salir antes de que sea muy tarde, claro, llevan niños con ellas.
En el recinto de conciertos que se extiende en el entorno del Museo de las Ciencias se vive mucho más que un concierto. Las últimas actuaciones programadas, las previstas para la una de la madrugada acabarán a las dos. Cerrarán los ritmos indie rock de los murcianos. Viva Suecia, el pop rock español de los catalanes de Cala Vento con sus grandes letras y la música electrónica ecléctica de los valencianos Boranimals fusionando el disco, el ambiente, el house y el techno. Pero este sábado habrá más. Y muchos, -algunos repitiendo-, estarán en el Festival de Les Arts.
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