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María Blasco, en un laboratorio en el CNIO. Amalia Yusta
Premios Valencianos para el siglo XXI

María Blasco, directora del CNIO: «Me da rabia perderme los avances del futuro»

La bióloga alicantina es una de las científicas más prestigiosas de España en su lucha contra el envejecimiento y el cáncer

M. J. CARCHANO

VALENCIA.

Sábado, 19 de octubre 2019, 01:19

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-Usted ha trabajado con grandes científicos: Margarita Salas, Carol Greider, Mariano Barbacid. Estuvo en Nueva York, pero volvió.

-Prácticamente fuimos la primera generación que empezó a regresar, pero yo tenía una serie de referentes, como el propio Mariano Barbacid o Joann Massagué, pero es cierto que en los noventa España era un desierto científico. Massagué decía: «sois un experimento, a ver si sobrevivís». Y bueno, creo que hemos sobrevivido, porque ahora es un país donde merece la pena hacer ciencia; por ese motivo hay que apoyarla.

-Lo habrá hecho en incontables ocasiones, seguro. ¿Sabría explicar en dos minutos cuál es la importancia de los telómeros y la telomerasa?

-Los telómeros son unas estructuras que protegen el material genético, donde están las instrucciones para toda la vida de nuestras células. Conforme vamos envejeciendo se van acortando, y ese acortamiento está en el origen de muchas enfermedades. Lo que intentamos en mi grupo es desarrollar estrategias para mantener estos telómeros largos durante más tiempo y podamos tener tratamientos efectivos contra enfermedades degenerativas. En el caso del cáncer, sus células son capaces de mantener sus telómeros siempre largos, lo que hace que sean inmortales.

-Dirige, pero también investiga. ¿Cómo llega a todo?

-Todos los centros de investigación tienen un director que además es responsable de un grupo. Ahora la gestión ha cobrado más importancia en mi día a día pero a mí me sigue pareciendo fascinante el trabajo de investigación. Y planificar. Por ejemplo, cómo será el CNIO dentro de diez años, anticiparnos a lo que va a ser la ciencia en el futuro.

-¿Cree que hay muchas cosas que no verá?

-Sí, por supuesto, y me da mucha rabia. Estoy de acuerdo con Richard Feynman, que es un físico que consiguió el premio Nobel, que decía que estamos al comienzo del desarrollo de la raza humana. Y yo creo que es así, que conocemos todavía muy poco, la punta del iceberg, sobre qué es la vida y cómo funciona. El día que lo conozcamos todo, que llegará, seremos capaces de curar todas las enfermedades, de prevenirlas, y de vivir mucho más que ahora.

-Los 140 años de los que habla en su libro.

-O mucho más porque, en el fondo, si no curamos más enfermedades es porque no sabemos, pero hay que pensar que la investigación en biología molecular, es decir, en la vida y cómo funciona, empezó a finales de los años cincuenta del siglo pasado. Es decir, no hace ni un siglo. Y hemos dado unos pasos de gigante. No podemos ni imaginar como será la humanidad cuando sepamos todo.

-Se ha convertido en una de las científicas más prestigiosas de España. ¿Cómo lo ha conseguido?

-Soy una persona con mucha determinación y siempre he seguido mis pasiones, sobre todo investigar, desde que un día, en COU, escuché una charla de orientación universitaria en la que se habló de Biología Molecular. En ese momento supe qué quería hacer.

-Pero usted ha llegado a ser, además, directora del CNIO.

-Sé que soy una excepción, que llegar a los puestos directivos es más difícil siendo mujer.

-Ha sido una de sus grandes batallas, la igualdad de la mujer en la ciencia.

-Y como directora del CNIO sé que puedo cambiar algunas cosas porque me gustaría estar rodeada de más mujeres, de que no haga falta tanto empeño para llegar a los sitios de responsabilidad.

-Durante su trayectoria ha recibido muchos premios. Ahora los redactores de LAS PROVINCIAS la han elegido como uno de los Valencianos para el siglo XXI.

-Y me siento muy halagada de que los periodistas hayan pensado en mí. Siempre he sentido cierto pudor ante los reconocimientos, pero sé que ayudan a dar a conocer la ciencia.

-Rechazó en un primer momento que le pusieran una calle a su nombre en la pedanía alicantina donde creció, Verdegás.

-Es cierto, primero dije que no, pero al ver que se lo tomaban mal acepté. Es que me impresionaba mucho eso de tener una calle a mi nombre.

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