Godot sigue sin venir

Delgado ha escarzado el ya clásico 'Esperando a Godot' de Beckett dando un aire nuevo al absurdo existencial. Un ejecutivo espera durante horas a alguien en un espacio derruido que alguna vez fue un parque. Allí mora un vagabundo, antiguo actor de teatro, en un banco viejo. La relación de estos nuevos Vladimir y Estragón anónimos oscila entre la ficción y la realidad y el mendigo irá dominando la situación con su inventiva fantasiosa para destapar la verdad. Cada escena arranca de forma semejante pero progresivamente se revelan nuevos datos.

Este homenaje al teatro de la incomunicación, también pirandelliano, deriva en un escrutinio de la sociedad actual. Pero buscando la raíz del problema: la excesiva alienación tecnológica procede de la época donde la televisión «unía» a las familias. El absurdo está en la vida corriente, y el sistema económico capitalista excluye y desconecta a la gente madura.

Domingo Chinchilla y Voro Cerdán realizan una interpretación sobresaliente. Son veteranos muy compenetrados después de años trabajando juntos. Dan relieve a los enigmas establecidos y a la búsqueda de identidad. Cerdán dicharachero y hasta clown frente al alejamiento individualista de Chinchilla. Ambos convencen en la construcción por donde pasa también la reflexión teatral.

Nada mejor que el absurdo para expresar la tragedia actual. Como se dice en esta apetitosa dramaturgia repleta de sabiduría teatral.