El hartazgo de los bares culturales de Valencia
Los locales denuncian la inacción del Consistorio al llevar tres años sin regular una licencia que les permita organizar conciertos y actividades
Hartazgo. Cansancio. Desilusión. Estos términos sirven para describir cómo se sienten en la actualidad los responsables de los bares culturales de Valencia, es decir, de locales que, además de cafeterías y establecimientos de ocio, tienen una programación cultural que ofrece conciertos, talleres, presentaciones de libros y exposiciones.
Los gestores han explotado desde que hace tres años fundaran la Asociación de Bares Culturales de Valencia (Abacu). En aquel momento, exigieron a la Administración, tanto el Ayuntamiento como la Generalitat, que regulara su situación. Pedían una licencia específica que les permitiera desarrollar una actividad cultural que incluye iniciativas como actuaciones en vivo o talleres para los más pequeños. Sus reclamaciones venían derivadas de las multas e inspecciones a las que se veían abocados cada semana, lo que provocó el cierre de muchos de estos establecimientos.
La situación, casi tres años después, no ha cambiado. Ricardo Antenucci y Gema Clara, presidente y portavoz de Abacu, respectivamente, denunciaron ayer que a lo largo de este tiempo han tenido «hasta cuatro reuniones con el concejal Carlos Galiana» y no han obtenido ninguna solución. «Los encuentros han sido por compromiso. Luego nos han derivado a la edil Lucía Beamud, pero no hemos podido reunirnos con ella», contaron.
La situación es límite. No sólo por la falta de regulación de su actividad sino por otro aspecto que hay que tener en cuenta: «el Ayuntamiento nos contraprograma». «El Consistorio ignora totalmente la actividad y el trabajo que se ha hecho en estos espacios desde tiempo atrás. Esa cultura empezó con nosotros pero nos están quitando la ilusión de programar. Sentimos cansancio, rabia y miedo», reiteraron.
Los responsables de los denominados bares culturales no pueden más. Ponen sobre la mesa alternativas que les garantizan una supervivencia que, no obstante, en muchas ocasiones se ve abocada al cierre. La asociación está formada por 17 locales, que viven una situación similar. Es más, como resaltó Antenucci, están hartos de las multas. «Yo mismo he recibido una esta semana. Lo peor no son los 1.500 euros que tengo que pagar sino que supone una infracción grave. A la segunda, nos obligan a clausurar el bar», sostuvo. Para el presidente de Abacu, «si hay voluntad política real» se puede buscar una fórmula, como se ha encontrado en otras ciudades como Barcelona, donde mediante una circular interna del propio Ayuntamiento se permite a este tipo de espacios programar sin recibir ningún tipo de sanción. Es más, los hosteleros de estos enclaves defienden que su actividad sólo tendría lugar hasta las 22.30 horas. «Es un ocio diurno», contaron a la vez que aseveraron que son, sobre todo, por los conciertos musicales «gratuitos» en sus locales los que reciben más multas. Tras meses de insistencia y ante la falta de respuesta por parte del Ayuntamiento de Valencia, la entidad ha decidido reunirse con las asociaciones de vecinos de cada barrio, al igual que ya ha hecho con asociaciones de músicos y artistas, con el objetivo de presentar una nueva propuesta al consistorio y «darle el trabajo hecho». «No vinimos a montar solo un bar, queremos programar cultura, si nos quitan eso es una pesadilla», se lamentó Antenucci. Para Clara dejar de programar es «una sentencia de muerte», pero esta situación ha dejado a muchos bares culturales en el camino, que han tenido que dejar de programar ante el miedo a las multas o que han tenido que cerrar.
Esta reivindicación llega en un momento en el que los bares culturales están hartos y «desilusionados». Consideran que las cosas no han cambiado entre la administración municipal del Partido Popular y la actual. ¿Cuál es la diferencia entre la pasada, tan mala, con la actual progresista, procultura y promúsica? Nosotros estamos peor, porque recibimos multas y encima se nos está contraprogramando», insistieron. Sus reclamos llegan, además, a las puertas de la celebración de la 'Abacu Week 2019', una semana que, del 9 al 15 de diciembre, llenará de actividades culturales los locales asociados.
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