El verano más duro en el interior de la dana en Valencia
Pequeños municipios de la provincia afrontan la temporada alta turística con playas fluviales desaparecidas y parajes naturales cerrados
El verano ha llegado con el interior de la provincia de Valencia en plena reconstrucción y en algunos casos sin iniciar todavía, por lo que ... la campaña turística se ha ido al traste. Hay municipios donde supone una inyección económica fundamental pero como dice la alcaldesa de Bugarra, Teresa Cervera, «este verano no podrá ser, es imposible».
Esta localidad de Los Serranos, a 50 kilómetros de Valencia, es un ejemplo del contraste entre lo que había hace ocho meses, el 29 de octubre, y lo que quedó después de unas inundaciones que arrasaron paisajes, cauces de ríos, zonas recreativas y bellas playas fluviales de postal.
«Las máquinas empezaron el miércoles a trabajar», recuerda la primera edil sobre una actuación en el río Turia que demanda desde hace meses. «El Turia, en su recorrido, atraviesa Bugarra de oeste a este, dejando una bonita estampa con sauces llorones y chopos que brindan sombra», señala una descripción turística, que ha quedado en el recuerdo tras un caudal enorme que arrasó con todo.
«La playa fluvial necesita mes y medio de trabajo mínimo, con lo que el verano nos lo comemos perfilando los bordes y haciendo todo el trabajo de reconstrucción», señala. El resto el río no se dragará, sólo la playa fluvial, mientras que en los otros tramos sacarán «lo que esté muy a la vista». El baño es complicado debido al riesgo de accidentes.
La primera edil tiene el máximo interés en el dragado de la playa. «La seguridad es lo primero, la piscina estará abierta, pero la playa no». Pidió que el turismo «no abandone Bugarra, aunque este verano no puedan disfrutar de esta zona de baño.
El camping, el restaurante y la sede de los pescadores están pendientes de reconstrucción. «El campeonato de pesca de este año lo haremos en otra zona», destaca. «La morfología del río ha cambiado por completo», apunta, para indicar que hay lugares en los que el fondo se ha modificado mucho, incluso con pozas abiertas.
«Necesitamos que vuelva el turismo, que nos visiten y dejen dinero. Lo harán cuando esté todo arreglado», comenta. ¿Se podía haber llegado al verano con algo abierto? La alcaldesa contesta que ya que estaban en «Gestalgar podían haber ido aguas abajo antes de irse a Pedralba o Riba-roja, Manises y Quart de Poblet». Un problema añadido es el argumento de que no «encuentran ni personal ni maquinaria».
Sobre el riesgo de los incendios forestales, mostró su preocupación: «He pedido a Tragsa que en la huerta vieja limpien la zona que se ha quedado arrasada, donde ha crecido mucha maleza. La zona del monte también, como cualquier verano, está haciendo mucho calor y el monte es un polvoría», destaca.

Alejandro Portero, alcalde de Chera, afirma que el trabajo ahora pasa por poner en valor unos paisajes que se han visto «fuertemente modificados, son diferentes». Una afección añadida en el caso de esta pequeña localidad de Utiel-Requena son las obras en el cercano embalse de Buseo, dado que hay maquinaria pesada en circulación por los caminos del entorno.
«Hoy mismo, una empresa nos ha dicho que debe cortar una semana un camino que es el acceso a una charca muy utilizada», dice. El río Reatillo tiene una calidad del baño adecuada, a diferencia de lo que ocurre en el Magro el Turia. «Lo entiendo porque la reconstrucción es lo principal», afirma, para matizar que en Chera se han quedado «sin la zona recreativa de la zona del Buseo varios años, donde antes de la dana había miles de pernoctaciones de acampada cada año.
«Si a eso se suman los accesos a otras zonas, ya se complica todo más». La piscina municipal sí que está abierta gracias al «esfuerzo de todos los trabajadores». Una de las zonas más bonitas, el Chorrero de la Castellana, tiene cortado el acceso, a pesar de que las charcas «están ahora ideales, se hace como una laguna debajo de la cascada, están muy bonitas».
De 500 habitantes en invierno pasan a 2.500 en verano «sólo con las casas del pueblo, aparte de la gente que venga». Para el Ayuntamiento supone un «reto sacar todo adelante pero lo logramos». Acerca de los plazos, dice que debe ser realista. «He recorrido todo el término y sé cómo está y lo que va a costar. Todos se fijan en la zona cero porque vive mucha gente pero nosotros tenemos todo reventado, los caminos y las sendas». Acerca de los retrasos, entiende que no «hay más máquinas para trabajar».
«La magnitud de los daños ha sido enorme, han traído maquinaria desde Holanda, por ejemplo». El primer edil confía en que todo «se vaya arreglando poco a poco», aunque este verano «se presenta muy complicado porque está todo seco y ha crecido bastante. En los caminos se ha hecho un gran esfuerzo para arreglarlos, pero hay tanto por hacer...Los daños en el interior han sido enormes y la gente no los conoce».

Lucía Villar es concejala de Turismo de Buñol, una de las localidades más afectadas en cuanto a daños en el paisaje, tanto en parajes naturales como a cauces de ríos y barrancos. Además de desaconsejar el baño por los arrastres de la dana y los vertidos, el Ayuntamiento se ha visto obligado a cortar los accesos de zonas como Cueva Turche o el Paraíso.
«Lo que atraía al turista en cuanto a las rutas naturales, ahora muchas están cortadas y tenemos los parajes cerrados». De cara a este verano, será difícil recuperarlos porque deben empezar las obras en lugares como Cueva Turche, cerrados por el riesgo de desprendimientos.
«Hay zonas nuevas que desconocíamos por completo», señala sobre la aparición de pozas creadas por la fuerza de los arrastres. De ahí que se desaconseje el baño. En cuanto a la velocidad de los trabajos entiende que hay personas «sin poder bajar de sus casas con los ascensores rotos, es una cuestión de prioridades».
Eso día, ahora mismo Buñol ofrece visitas guiadas urbanas, que están teniendo «mucho exito, las hacemos los fines de semana, incluyen el castillo», destaca. La parte de la iglesia en la fortificación sufrió daños en la dana y está ahora en plena restauración, aunque el resto sí que se puede visitar. Además, elogia la parte gastronómica del pueblo, «muy apreciada».
«Estamos a pleno rendimiento pero ha sido complejo»
«Nuestro campamento se vio afectado por el lucro cesante». Víctor Antón, propietario y gerente del campamento La Serrana en Buñol, recuerda cómo fueron los primeros meses tras la dana. La instalación, dedicada a los niños y los jóvenes, tiene 400 plazas y una superficie de 135.000 metros cuadrados, aunque a una altura tal que no resultó afectado por las inundaciones del 29 de octubre.
Colegios, familias, grupos, scouts, etc. pasan por allí con un enfoque de ocio infantil, juvenil y multiaventura en lo alto de la montaña. «Nos cayó mucha lluvia y estuvimos cuatro meses parados porque no querían venir. Se creó una psicosis después de la dana», señala sobre la afección.
Ahora, las reservas han aumentado y este verano tienen un nivel alto de ocupación. «Estamos a pleno rendimiento pero el tema ha sido complejo. En verano estamos llenos», subraya, para recordar la complejidad de acceso al pueblo cuando la mayoría de puentes estaban destruidos. Sí que han anulado las salidas al río por los destrozos en las riberas y el cauce. La reconstrucción de esa zona, augura, será larga.
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