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Unos niños se refrescan en las fuentes de un parque a principios de julio. Irene Marsilla
Valencia, más tropical

Valencia, más tropical

Las olas de altas temperaturas cada vez más frecuentes y las de frío mucho menos habituales

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Domingo, 21 de julio 2019, 01:00

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Aumento paulatino de la temperatura. En el mar y fuera de él. Muchas más noches tropicales. Olas de calor encadenadas. Inviernos más suaves y veranos más largos. Lluvias irregulares y temporales en primavera. De asarnos a 38 grados a granizo como garbanzos en Valencia en un sólo día. Llegada de especies tropicales como el mosquito tigre y otras al mar de las mismas latitudes. Nuestra posición en el globo aún nos mantiene alejados de un clima estrictamente tropical, pero ya llegan elementos propios de esta zona. Expertos describen los cambios y sus consecuencias en la agricultura, la planificación hidrológica, la fauna, la pesca o el turismo.

Las noches muy calurosas se multiplican

Las olas de altas temperaturas son cada vez más frecuentes, disparan la presencia de plagas y varían la fauna

Los expertos en climatología estiman que todavía se deben producir muchos cambios para que el tiempo de la Comunitat sea estrictamente tropical. Sin embargo, el clima mediterráneo está cambiando y «empezando a experimentar alteraciones», revela Jorge Olcina, al frente del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante. La esencial la estamos notando estos días y también fuera de la estación estival: más calor. «La temperatura ha aumentado alrededor de 0,7 grados desde 1950. Esta cifra es muy alta para el período de tiempo. Y es en las tres últimas décadas cuando esa tendencia es más constante», estima Olcina.

Otro dato muy revelador es que el número anual de noches tropicales en la Comunitat «se ha triplicado y hasta cuadruplicado, según los observatorios». De acuerdo con estas mediciones, hemos pasado de las apenas 15 o 20 que se registraban en la década de los setenta del siglo pasado a más de 75 u 80 en la actualidad, expone el académico alicantino. Los síntomas también están en nuestro cercano mar. El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo ha constatado que la temperatura del mar frente a la costa de la Comunitat ha subido más de un grado desde 1982. «Y se alcanzan máximos de entre 26 y 27 grados en el centro del verano de forma habitual desde el año 2000», apostilla Jorge Olcina. José Ángel Núñez es responsable de Climatología de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en la Comunitat. «Una de las características del clima tropical es la ausencia de estaciones. En los trópicos se distinguen estación seca o húmeda, pero no hay una marcada alternancia térmica», describe. Obviamente, nuestra región no ha llegado a esos extremos. «Aquí seguirá habiendo una marcada diferencia estacional. Eso es debido a la inclinación del eje de la tierra y a que en latitudes medias y altas se recibe menos energía en invierno que en verano».

Temperaturas

  • Más calor. La temperatura general media ha aumentado 0,7 grados desde 1950 en la Comunitat.

  • Noches tropicales. El número de noches tropicales (aquellas en las que la temperatura mínima no baja de 20 grados) se han multiplicado por cuatro.

  • Temperatura del mar. La temperatura media del Mediterráneo ha subido más de un grado desde 2000 y se alcanzan máximas de hasta 27 grados en el centro del verano.

  • Inviernos y veranos. Los inviernos cada vez son más suaves y los veranos más largos en el sentido térmico. Las olas de calor son cada vez más frecuentes y las de frío, mucho menos habituales.

A pesar del evidente cambio climático, Núñez mantiene que en la Comunitat «seguirá existiendo una alternancia entre invierno y verano».Eso sí, el climatólogo admite que ascienden las temperaturas: «Tanto la del agua como la del aire. Los inviernos cada vez son más suaves, con olas de frío menos frecuentes y más espaciadas en el tiempo; el mar, cada vez más cálido, y los veranos, más largos en el sentido térmico, con olas de calor más frecuentes». Esto «produce impactos en el régimen de precipitaciones, en agricultura, pesca, apicultura... Nuestro clima cambia y las especies se adaptan».Una de las consecuencias del mayor calor es el aumento de plagas. La extensión del mosquito tigre, de origen tropical, es hoy una preocupación sanitaria. Medio Ambiente y expertos en fauna marina ya han constatado el éxodo de algunas aves, la reducción de la pesca o la llegada de especies de otras latitudes, tanto en tierra como en mar.

Calles anegadas por las lluvias de Semana Santa en La Marina.
Calles anegadas por las lluvias de Semana Santa en La Marina. Tino Calvo

Menos lluvia y con mayor irregularidad

El catedrático Olcina apuesta por mejorar la depuración en todos los usos del agua ante el descenso de precipitaciones

Junto a las temperaturas, el perfil de las precipitaciones también varía. Así lo explica Jorge Olcina: «Está cambiando la estacionalidad de las lluvias. Llueve menos en primavera y más en otoño». Esto, razona, tiene mucha importancia a efectos de planificación hidrológica «porque las lluvias de primavera son fundamentales para asegurar las demandas del verano, que son mayores en nuestro territorio».

«La llegada de especies tropicales podría variar la fauna marina con la aparición de organismos» propios de otras latitudes

Javier Aznar | profesor de zoología

Las tormentas, según el experto, son cada vez más intensas en menos tiempo. «Ya no hay grandes trombas de agua como en los ochenta, pero sí inundaciones». Para ver calles anegadas, «bastan tormentas de entre 50 y 150 litros en una o dos horas porque nuestras ciudades no están preparadas para asumir esta cantidad de agua de golpe». Según el catedrático de Análisis Geográfico Regional, «se acabó la política de oferta de agua en la planificación hidrológica. En un contexto de lluvias que se prevén menos cuantiosas y más irregulares, no hay trasvases que sirvan porque no habrá agua que trasvasar, ni de la cabecera del Tajo, ni del Ebro», defiende. «Aquí debe hablar la ciencia y no la política», añade.

Precipitaciones

  • Tendencia. Está cambiando la estacionalidad de las lluvias. Llueve menos en primavera y más en otoño. Eso repercute en la planificación hidrológica, porque las lluvias de primavera son clave para garantizar la demanda estival.

  • Inundaciones. Las tormentas son cada vez más intensas en menos tiempo. Las granizadas del pasado fin de semana son un ejemplo. Bastan descargas de entre 50 y 150 litros en dos horas para anegar calles de algunas ciudades.

  • Problemas. Según el catedrático Olcina, «nuestras ciudades no están preparadas para asumir grandes cantidades de lluvia de golpe». Las obras más ambiciosas contra grandes avenidas en la Comunitat están sólo sobre el papel.

En este contexto, «el futuro del agua en nuestro territorio pasa por mejorar sistemas de depuración que permitan reutilizar el agua en todos los usos, agrario, industrial, humano y, puntualmente, por la desalación. Sólo así se podrá garantizar la satisfacción de las demandas». Además, se precisa «una gestión muy eficaz, penalizando las perdidas de agua potable en las ciudades». La agricultura, entiende, debe abrir un debate sobre el futuro de cultivos. «Los de secano tienen una coyuntura difícil y en regadío debemos reflexionar si es ético seguir usando agua para regar lo que luego no tienen valor comercial o no se recolecta por este motivo». Olcina propone «investigar en sistemas de riego eficientes y de mínimo gasto».

A causa del aumento de calor del mar, «los animales no saben qué estación están viviendo, no la reconocen»

José Tena | ciencias del mar, ucv

El último temporal de abril, con lluvias torrenciales, dio al traste con la campaña turística de Semana Santa. Pero Olcina cree que el turismo de sol y playa «tiene garantizado su futuro e incluso podrá extender su temporada alta hacia junio y septiembre». Augura que el período central del verano «tendrá un clima menos confortable, pero se puede ganar mercados en los extremos del calendario». Ahora bien, «los núcleos turísticos, especialmente costeros, deben adaptar el diseño de ciudades y de edificios a unas condiciones de clima más cálido y con alto grado de humedad por el calentamiento del mar Mediterráneo».Para el académico, «la apuesta por el sol como fuente principal de energía debe ser una prioridad de políticas, desde la investigación hasta la aplicación real». En la costa «se ha apostado por un modelo de vivienda de coste medio-bajo que es muy poco eficiente energéticamente. Esto debe cambiarse».

  • En el campo Según han reiterado las asociaciones agrarias, el efecto fundamental son las sequías más prolongadas, fatal para una agricultura de regadío. Hay menos cantidad de cosecha y los costes se encarecen al nutrirse los campos con agua de pozos. También refieren las granizadas fuera de temporada o el histórico día de mayo a 40 grados que vivió la Comunitat hace unos años con gran daño a los cítricos. Y a más calor, más plagas. Los nuevos insectos perjudiciales llegan también por la importación de frutas externas, pero todos los agricultores saben que el calor trae más mosca de la fruta o más pulgones. Además, el clima más suave, a la par que la rentabilidad, están haciendo de la Comunitat un lugar más propicio para nuevos cultivos como el aguacate o el kiwi, de origen tropical.

  • En el mar La Cofradía de Pescadores cree que el mayor calor, está detrás del descenso de pesca. «Han bajado las capturas de peces tan demandados como la merluza, la sepia o el lenguado», expuso el patrón mayor Felipe Gimeno.

  • Los nuevos invasores Además del ya conocido mejillón cebra, con extensión en el trópico y también en la Comunitat y también en la Comunitat, los expertos en Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valencia han detectado la presencia en el Mediterráneo del Percnon. Es un tipo de cangrejo cuya presencia se relaciona con el aumento de temperatura del agua y amenaza con desplazar a especies autóctonas. Investigadores de la Fundación Oceanogràfic también han detectado riesgo para la tortuga boba debido al mayor calor del mar.

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