El SOS de la Albufera: más dinero, menos confrontación
Chqueo a la Albufera ·
Los expertos que analizan el estado del parque critican la falta de inversiones y de acuerdo político, aunque observan avancesLa Albufera lanzó después de la dana un SOS que sólo las mentalidades más insensibles han desatendido. Es un llamamiento urgente a movilizar la conciencia ciudadana, y también los recursos económicos que palíen su crítica situación. En realidad, esa exigencia para que las administraciones implicadas intervengan en el corazón del valioso parque natural es una reivindicación antigua, que se actualiza cuando (dramáticamente) contingencias tan terribles como la ocurrida el 29 de octubre ponen de actualidad el mejorable estado del lago y su entorno. Sobre ese delicado aspecto que ofrece se cimentó en junio el pacto sellado en el Oceanogràfic, según la lógica del suscrito un año antes por una amplia representación de la sociedad valenciana: un decálogo cuyo cumplimiento observa especiales deficiencias en los apartados que pedían más apoyo financiero y menos confrontación institucional. Dos puntos que se llevan un suspenso. Rotundo cero.
El tribunal que, entre comillas, examina cómo ha evolucionado el parque, y también ese manifiesto que recabó el asesoramiento de un grupo de prestigiosos científicos, observa por el contrario la aceptable evolución de los demás capítulos de ese documento. Hay mejoras incuestionables, de acuerdo con el parecer de Ana Blázquez, Antonio Camacho, Miguel Jover, Carles Sanchis y Juan Valero de Palma. Por ejemplo, en lo relativo a la protección de las aguas, una exigencia histórica que en 2024 se benefició del acuerdo con las comunidades de regantes para mejorar su aportación, cuantitativa y cualitativamente. Y la aprobación de PORN, el texto legal que regula las actividades en torno al parque, también merece una puntuación generosa por parte del grupo de acreditados expertos.
No ocurre lo mismo, por el contrario, con lo relativo a otros capítulos. La ordenación territorial alrededor del lago, asunto siempre pendiente, apenas registra avances significativos. Y aunque desde las administraciones se promete movilizar los recursos anunciados (este mismo jueves el secretario de Estado Hugo Morán ofreció su respaldo financiero), ni el acuerdo entre instituciones ni la llegada de aportaciones económicas satisfacen las necesidades de la Albufera. En las concluyentes palabras de Camacho, ninguna de ambas cuestiones aparecen «ni por asomo».
Asegurar un aporte suficiente de agua
Eliminar los vertidos
Perfeccionar las infraestructuras
Proteger la calidad de las aguas
Adecuación territorial
Agricultura y cuidado ambiental
Avanzar en la protección
Dotación de más personal
Dotación presupuestaria
Colaboración institucional
Meses decisivos: de la batimetría al macroparque inundable
Dos proyectos impulsados por la Administración autonómica, en alianza con la comunidad científica valenciana, afloran cuando se lanza entre la opinión pública el debate sobre el futuro de la Albufera: el porvenir del lago y su entorno está muy condicionado en el corto plazo por los resultados de sendos procesos de investigación que resultarán decisivos a la hora de tomar decisiones. Por ejemplo, si conviene o resulta inoportuno el dragado del humedal, una controvertida medida que dependerá de las conclusiones del estudios batimétrico emprendido durante este verano por la UPV. Científicos de la Universitat Politècnica sondean durante estos meses el fondo del lago para conocer sus biorritmos y determinar si debe acometerse una limpieza radical de sus fondos que mejore la calidad de las aguas y garantice el cuidado de la flora y la fauna, además de contribuir a la supervivencia de actividades asociadas de tanto raigambre como la pesca o la práctica de la vela latina. En marcha está también otra iniciativa donde se suman los intereses públicos y privados: el estudio encargado por el Consell también a la Politècnica para dar solución al encaje de la Albufera con el resto de la zona cero: el territorio que sufrió en octubre el impacto de la dana, que merece una revisión de su ordenación urbanística. La idea es reorganizar el conjunto de ese maltratado espacio mediante un gran parque inundable, que conectará la cuenca alta del Poyo con la Albufera, donde tributa. Un escenario decisivo para asegurar el futuro del humedal.