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El desvío del barranco del Poyo evitaba que llegara casi la mitad del lodo que acabó en el lago: se trata de un proyecto que debería haberse ejecutado para mejorar no sólo el cauce del río que se hizo tristemente famoso el 29 de octubre, sino también el tramo final de su recorrido, cuando tributa en la Albufera. Se trata de uno de tantos compromiso en favor del medio natural, con incidencia especial en el lago y su entorno, que se siguen incumpliendo. Pasan los años y los problemas del rico humedal valenciano se mantienen, como avisaba esta misma semana un documentado informe de la Confederación Hidrográfica del Júcar publicado por LAS PROVINCIAS. Y aunque en los últimos meses se pueden consignar avances en su protección, de acuerdo con el manifiesto impulsado por esta casa el año pasado, la supervivencia de la Albufera merece un respaldo superior, sobre todo teniendo en cuenta que salió muy dañada de la cruel dana.
Bajo ese punto de vista deben interpretarse los desvelos que nuestro diario dedica a mejorar la conciencia ciudadana en defensa del parque, que desembocarán los próximos días 18 y 19 de junio en la organización de la cuarta edición del simposio en favor del humedal. Una doble sesión que cuenta ya con un programa prácticamente cerrado, a la espera de posibles nuevas incorporaciones, que se recorta contra el telón de fondo de las trágicas consecuencias de la inundación que hace medio año devastó Valencia e hirió de gravedad al lago y su entorno. Un prisma que permite entender cómo se ha configurado el programa de este año: una primera jornada vespertina que contribuya a agitar la conciencia de la opinión pública ciudadana, vertebrada a través de los representantes de los trece municipios ribereños, y una sesión matinal al día siguiente donde confluyan la visión de los responsables políticos con el dictamen de los expertos convocados por LAS PROVINCIAS.
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Su autorizada opinión será fundamental para trazar el nuevo enfoque que exige la reformulación del pacto suscrito hace un año en el mismo escenario, el auditorio Mar Rojo del Oceanogràfic. Aquel documento recibió el respaldo de una amplia representación de la sociedad valenciana, a través de la adhesión de más de 150 personalidades y entidades de nuestra vida pública que sellaron con su firma el apoyo recabado desde nuestro diario. Durante este año, el cumplimiento de ese decálogo ha merecido un puntual seguimiento en nuestras publicaciones, que han puesto el foco sobre cómo se ejecutaban las mejoras propuestas en cada uno de los diez puntos y también ofrecía una visión de conjunto cada tres meses: un chequeo trimestral que ofrece una conclusión no demasiado optimista. La Albufera experimenta progresos en sus cuidados pero sin la entidad ni la magnitud suficientes para garantizar su futuro.
El programa confeccionado para la cuarta edición del simposio en favor de la Albufera reserva un espacio muy señalado para escuchar la autorizada opinión de los expertos convocados por LAS PROVINCIAS. Una mes redonda prevista en la mañana del 19 de junio contará con la participación de los científicos Ana Blázquez, decana de la Facultad de Veterinaria y Ciencias Experimentales de la Universidad Católica de Valencia, Carles Sanchis, presidente de la Junta Rectora del parque y profesor de la Universitat Politècnica, y Antonio Camacho, catedrático de Ecología de la Universitat de València. Junto a ellos ofrecerá también su punto de vista al respecto Juan Valero de Palma, experto valenciano en regadíos y presidente de la Confederación de Regantes de España. Los tres primeros ya han estado en las ediciones precedentes aportando sus conocimientos para agitar la conciencia pública en defensa de la Albufera y ofreciendo además su visión para confeccionar, de la mano de este periódico, aquel decálogo sellado hace un año que en este 2025 necesita reformularse. Ese será el objetivo previo al simposio: discutir sobre la pertinencia de los diez puntos que figuraban en el documento, observar si alguno merece ser eliminado si fuera el caso, incorporar otros apartados... También saldrá de esa conversación la posibilidad de redactar bajo otra perspectiva alguno de esos apartados, teniendo en cuenta el dramático impacto que tuvo la dana sobre todo el entorno. Su inclusión en el programa garantiza que el dictamen de los expertos ilumine la trayectoria que debe seguir el parque a partir de los próximos meses, un momento crítico en el proceso que discurre en paralelo, el de otra reformulación: el documento con que la Albufera aspira a convertirse en Reserva de la Biosfera. Una pretensión que también dejó en suspenso el impacto de la dana y que necesita igualmente adaptar el discurso a la nueva realidad: nada ha vuelto a ser igual en Valencia tras el 29 de octubre y nadie es igual tampoco en el parque.
De hecho, las heridas que sufrió todo el paraje aquel 29 de octubre explican que su pretensión de convertirse en Reserva de la Biosfera regresara al punto de partida. Mientras se reorienta su candidatura para seducir primero al Ministerio de Transición Ecológica y más tarde a la UNESCO, las sombras que acechan al parque y figuran en el manifiesto del Ocenogràfic como prioridades estratégicas que deben resolverse no terminan de evaporarse. Hay un consenso generalizado en que debe mejorarse su gestión, que carece a nivel administrativo de una única cabeza visible encargada de su dirección, y también reforzar el actual nivel de recursos humanos, muy deficitario.
Son dos de las cuestiones perentorias incluidas en el decálogo encalladas como lo están otras que exigen una solución definitiva. Hubo consenso hace un año y lo sigue habiendo ahora en perfeccionar su encaje urbanístico, según un modelo de ordenación del territorio que clama a gritos por una adecuación a la voracidad con que se comportó el medio natural durante la dana. Y hay además unanimidad en otros aspectos decisivos para perfeccionar la salud del parque. Por ejemplo, lo relativo al tratamiento de vertidos, una losa que ha pesado tradicionalmente sobre la Albufera, señaladamente durante las décadas de los 60 y 70 cuando recibió aportes contaminantes en sus aguas de las industrias colindantes, intensificada tras el 29 de octubre tras la abrupta llegada al lago de escombros y detritus procedentes del curso del Poyo.
El perfeccionamiento de sus infraestructuras es otro de los capítulos que observa avances más lentos, aunque también es verdad que el repaso del manifiesto sellado en junio de 2024 admite una interpretación más luminosa a la vista de que, al menos, parece encauzada la reivindicación de asegurar aportaciones de agua en mayor calidad y cantidad fruto del pacto sellado en abril entre la Administración y los regantes. Un paso en la buena dirección que nutre de optimismo los preparativos del próximo simposio.
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