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Estado en que ha quedado la playa del Marenyet en Cullera. Lp
La gota fría pone la puntilla al cierre turístico

La gota fría pone la puntilla al cierre turístico

La gota fría daña playas y cancela hasta el 80% de las reservas hosteleras | El temporal arrasa la arena de amplias zonas del litoral, acumula cañas en los puntos de baño y causa pérdidas para la restauración

DELEGACIONES

Jueves, 19 de septiembre 2019, 00:42

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valencia. La falta de infraestructuras ha hecho que el impacto de las inundaciones se multiplique por todo el territorio valenciano. El efecto de la última gota fría en numerosas playas ha sido devastador. Además, el hecho de que las lluvias torrenciales se hayan adelantado a la primera quincena de septiembre ha tenido importantes repercusiones en el sector turístico valenciano.

La patronal hotelera de Benidorm advirtió ayer que la gota fría ha provocado un 5% de cancelaciones de reservas y ha impedido que el índice ocupación haya superado el del año pasado.

La situación es todavía mucho peor en la Marina Alta. Las anulaciones de reservas han oscilado entre el 30% y el 60%, según la Asociación de Empresarios de Hostelería y Turismo de la Marina Alta (Aehtma). Las cancelaciones fueron fundamentalmente de turismo nacional, mientras que el extranjero solo supuso entre el 5% y el 10%.

Los empresarios de Cullera advierten de fuertes pérdidas en una semana que suele ser muy rentable

Un ejemplo de los efectos negativos quedó patente en la cadena MR Hoteles. Comentaron que los fines de semana suelen estar llenos, pero el pasado solo estuvieron al 50%. «No se están animando a venir y eso que septiembre es un mes muy bueno para nosotros», remarcaron. Un fenómeno similar se produjo en la restauración, aunque no de forma tan notable. Aehtma apuntó que las cancelaciones en estos establecimientos rondó el 30%.

Las dos zonas del litoral que peor están son la playa de l'Almadrava y la Marineta Cassiana. En la primera de ellas, las cañas forman un cordón junto a la orilla. El concejal de Playas de Dénia avanzó que están negociando con el servicio provincial de Costas para que les ayude a retirarlas.

En Xàbia, no se han producido daños graves en el litoral. La zona que más notó el temporal fue la playa del Arenal, donde la barrera de arena levantada junto a la orilla funcionó perfectamente.

La ocupación en Gandia ha caído en la primera quincena de septiembre respecto a 2018 en más de dos puntos y todo apunta a que el descenso se debe a la gota fría que amenazó todo Levante durante una semana. La capital de la Safor ha tenido una ocupación hotelera del 81,8%, frente al 83% que se habían fijado los hoteleros como meta a alcanzar para esta quincena.

La playa de Gandia ha recuperado ya la normalidad. Desde el lunes están instaladas las pasarelas y el resto de servicios para que los usuarios puedan disfrutar de jornadas frente al mar durante lo que queda de temporada.

En Tavernes, por su parte, la playa de la Goleta ha dejado al descubierto buena parte de las grandes piedras que había bajo de la arena, dado que el temporal ha arrasado con todos los áridos y engulló los 1.800 metros cúbicos que se aportaron antes del verano.

Este tramo de playa está a la espera de una gran aportación de arena que no acaba de llegar, pese a las reivindicaciones de los vecinos de la playa de Tavernes y del gobierno local.

De hecho, desde Demarcación de Costas reconocieron la semana pasada que esta playa «nunca ha sido una prioridad máxima» y se comprometió a buscar recursos para dar con una solución definitiva, aunque de momento sólo se esperan aportaciones puntuales.

Las consecuencias del temporal también ha dejado en Cullera pérdidas para el principal sector económico de la ciudad, el relacionado con el turismo. Aunque desde el sector apuntaron que no se podían cuantificar exactamente las pérdidas, éstas serán cuantiosas al haberse producido el temporal en una semana, la segunda completa de septiembre, en la que habitualmente «solemos tener mucho trabajo», manifestó Juan Femenía, responsable de los hosteleros de la ciudad de la Ribera Baixa.

Al hecho de que este mes tengan que hacer frente a gastos como el pago de la Seguridad Social se ha unido la falta de dinero que podría haber provocado una mayor presencia de vecinos y visitantes en los restaurantes. Al igual que en los hoteles, donde ha habido cancelaciones, los restaurantes iniciaron septiembre con un buen sabor de boca tras un mes de agosto bastante positivo, «pero estos últimos ocho o diez días han sido muy malos».

El sector turístico, sin embargo, respira aliviado ante el hecho de que los daños en las playas hayan sido en puntos que no son usados masivamente por los visitantes de la ciudad como la zona del Marenyet. Las playas que suelen estar más concurridas no se han visto apenas afectadas por el temporal.

Impacto en la Malvarosa

Los efectos más nocivos en Valencia no han sido los daños materiales ocasionados o el coste de la limpieza de terrazas y espacios abiertos, sino las pérdidas económicas en una semana que los propios hosteleros califican de «catastrófica». El presidente de la Asociación de Restaurantes de la Malvarrosa, José Miralles, aseguró que «el daño ha sido enorme». A pesar del esfuerzo extra de limpieza y acondicionamiento de las terrazas, por «el agua y la arena que llena todo el paseo marítimo, pero es algo a lo que estamos acostumbrados», dice que lo que no se esperaban era «el gran palo económico que han supuesto la lluvia y el temporal». Más del 80% de las reservas perdidas, «canceladas por las lluvias y los pocos clientes que vinieron, lo hicieron a disgusto por el difícil acceso que dejaba el agua hasta los restaurantes», explicó.

El mes de septiembre es uno de los más complicados de afrontar para el sector, según comenta Miralles. Hay un pequeño descenso de actividad tras el verano, pero aún hay «movimiento, porque los niños aún no han empezado el colegio y quedan algunos turistas en la ciudad», es lo que llaman «el coletazo final del verano».

Por otro lado, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, señaló que ve «perfectamente compatible» su propuesta para convertir el nuevo cauce del río en un corredor verde que conecte el parque natural de l'Albufera y el del Túria con el de Cabecera y el jardín del antiguo cauce, con la «principal función» de llevar grandes avenidas de agua, lo que podría ocurrir con episodios como los de la gota fría.

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