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Casas en riesgo. Un claro ejemplo del riesgo de los chalés diseminados sin franja de seguridad, en Villalonga . Adrián Igual
La Comunitat Valenciana, un polvorín de sequía y abandono

La Comunitat Valenciana, un polvorín de sequía y abandono

Falta de prevención en el monte y el invierno más seco agravan el riesgo de incendio a las puertas de Semana Santa

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Domingo, 28 de abril 2019, 00:46

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A las puertas de la Semana Santa, la Comunitat suspende en el mantenimiento de sus montes ante el riesgo de incendios forestales. Ramas y árboles muertos sin retirar en entornos forestales de gran valor ecológico, bomberos que denuncian la falta de seguridad contra el fuego en cauces o urbanizaciones o 164.000 hectáreas de cultivo convertidas en mecha por el abandono agrícola dibujan un panorama muy preocupante. Este año, además, se suma el factor climático: salimos del invierno más seco de la historia y la humedad de la superficie forestal, una ventaja contra el fuego, es nula en casi todo el territorio.

Las alarmas llegan desde diferentes frentes, entre ellos el de los bomberos. En lo que va de año, el Consorcio Provincial de Valencia ha extinguido 18 incendios forestales, seis más que en el mismo periodo del año pasado. Es un primer indicativo del riesgo. Su inspector jefe, José Miguel Basset, ve así las cosas: «Las cifras destierran el tópico de que los incendios en el monte se producen en verano. Los fuegos en la región están cada vez más desestacionalizados y se extienden todo el año».

Sin franja de seguridad

Crecen también los fuegos en entornos de urbanizaciones y casas de montaña, que pasan de 18 a 26 en el primer trimestre. Según recuerda Basset, «la Ley de Montes establece que son los propietarios de parcelas cerca de masa forestal quienes deben mantenerlas limpias». Por la más elemental prevención y para facilitar la extinción de un incendio. Pero la realidad es tozuda: «Las administraciones no disponen de suficientes herramientas para realizar esas labores preventivas que corresponden a los propietarios». Los ejemplos de chalés sin franjas de seguridad están por doquier en parajes de La Safor o La Marina, entre otras comarcas.

Hace ya muchas décadas, el paisaje en mosaico (cultivos y arbolado) funcionaba como freno natural a los incendios. Pero el éxodo rural está convirtiendo el escudo de los campos en lo contrario: un polvorín. Es el problema del abandono de cultivos cerca del monte, territorios muy extensos que acaban tomados por arbustos y maleza, a la postre focos pocos para el fuego y zonas de propagación. Según estimaciones de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), hay 164.000 hectáreas de cultivo abandonadas en la Comunitat. Lo organización reclama «políticas más activas en prevención de incendios y que se impliquen ayuntamientos en limpieza de los montes con suficiente dotación de personal para llevarla a cabo».

Si nos fijamos en el condicionante meteorológico, la situación es nefasta. José Ángel Núñez, jefe de Climatología de AEMET en Valencia, lo explica así: «El inicio del año está siendo extremadamente seco, el más seco de la serie histórica al menos desde 1950. El suelo aún conserva algo de humedad, pero en sus capas más profundas. La superficie está totalmente seca» por las escasas lluvias.

«Si lloviera esta primavera», anhela Basset, «el escenario mejoraría. Pero si eso no sucede, «nos enfrentamos a una campaña forestal con un estrés hídrico muy importante», lo que se traduce en fuegos más virulentos y de avance rápido. En estos momentos, «el grado de humedad es insuficiente», concluye el mando de bomberos.

En el monte falta agua y en la prevención hacemos aguas. Como avanzó LAS PROVINCIAS, el Consell sólo ha aprobado dos de los doce planes forestales ante incendios. La Plataforma Forestal Valenciana, que aglutina a propietarios, investigadores y pueblos habla de un monte «abandonado a su suerte». Se traduce en árboles caídos sin retirar (los encontramos en la cercana Sierra Calderona, entre otros puntos) o acumulaciones desmesuradas de matorral. Como describe Juan Manuel Batiste, decano de los Ingenieros Técnicos Forestales, «es una cuestión de carga de combustible. Un depósito de 1.000 litros de gasolina arde con más facilidad que uno de 500».

Viajamos por tres comarcas para conocer esta realidad in situ. En la Ribera, preocupa el paraje natural de la Murta. La asociación Amics de la Murta lleva años denunciando que la zona es «un polvorín por la falta de mantenimiento. Hay puntos donde se acumulan restos de poda secos, lo que aumenta el peligro de que esto prenda y arrase la Vall de la Murta». El Ayuntamiento de Alzira asegura que ha creado una brigada para su limpieza pero exige «más recursos de otras administraciones porque la extensión es muy amplia». La Canal de Navarrés cuenta con más de 40.000 hectáreas de monte. «Hace ya cinco meses que no llueve y estamos en serio peligro», advierte un coordinador del grupo de extinción de incendios, José María Simón.

En La Safor, los vecinos de La Llacuna temen perder sus casas por un incendio. Los propietarios de 400 chalés del paraje natural de Villalonga dicen sentir «miedo» frente a que un posible fuego arrase todas sus casas, como relató uno de los residentes, Vicent Morant. Hace unos días, un coche ardió dentro de una parcela y los vecinos evitaron que las llamas se propagasen al monte con extintores, cubos de agua y mangueras.

Vicent Morant, uno de los residentes, se siente indignado y preocupado a partes iguales. Tanto el monte como decenas de parcelas «acumulan maleza, tanto la montaña como los terrenos privados están descuidados. Árboles por podar, arbustos que crecen de forma descontrolada...» En su memoria, la honda herida del pavoroso desastre de Llutxent en el pulmón verde de La Safor. Han urgido al ayuntamiento un plan de choque y «han limpiado bordes de algunos caminos, pero las parcelas cada vez tienen más vegetación y el riesgo persiste».

Temor en Marxuquera

En Gandia, en Marxuquera, los vecinos exigen que se limpien los barrancos: «Lo pedimos en casi todas las reuniones de la Junta de Distrito y no nos hacen caso. Parece mentira que con el desastre del pasado verano, los barrancos estén llenos de maleza», apostilló.

En la Marina, el jefe del parque comarcal de bomberos, Javier Fayos, se muestra preocupado por las urbanizaciones rodeadas de vegetación en Dénia (en la parte del Montgó, Les Rotes y Marquesa), en Xàbia (en puntos como el Cap de Sant Antoni, el Cabo de La Nao o la Granadella), en Calpe (en parajes como la sierra de Oltà) y en Benissa. Fayos urge a los vecinos a limpiar los perímetros de sus casas y a arreglos contra el fuego en las urbanizaciones.

1. Un cultivo que frenó el avance de un incendio forestal. 2. Maleza seca en un campo abandonado de Benifairó. 3. Varias ramas sin retirar en un paraje de Villalonga. J. Signes
Imagen principal - 1. Un cultivo que frenó el avance de un incendio forestal. 2. Maleza seca en un campo abandonado de Benifairó. 3. Varias ramas sin retirar en un paraje de Villalonga.
Imagen secundaria 1 - 1. Un cultivo que frenó el avance de un incendio forestal. 2. Maleza seca en un campo abandonado de Benifairó. 3. Varias ramas sin retirar en un paraje de Villalonga.
Imagen secundaria 2 - 1. Un cultivo que frenó el avance de un incendio forestal. 2. Maleza seca en un campo abandonado de Benifairó. 3. Varias ramas sin retirar en un paraje de Villalonga.

La asociación Veïns del Montgó mira sus barrancos con recelo. En caso de incendio, «van a ser mechas que llevarán el fuego hasta Dénia». El colectivo lamenta cómo el cuidado de estas zonas se desdibuja entre las administraciones. «El Ayuntamiento dice que es cosa de la Generalitat, desde allí contestan que al estar en suelo urbano es competencia municipal...»

En esta tesitura, todos los consejos son pocos de cara a Semana Santa. Emergencias (www.112cv) recuerda extremar las precauciones en quemas agrícolas y barbacoas, así como cumplir con las restricciones en días y periodos de alto riesgo.

La CHJ no paga las facturas de los incendios en cauces

El Consorcio Provincial de Bomberos de Valencia está de uñas con la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) por otro frente de alto riesgo: los incendios en cauces y riberas de los ríos y barrancos. Los bomberos reclaman al organismo gubernamental casi 20.000 euros correspondientes al gasto de extinción de los últimos incendios en estas zonas, al entender que no realiza un correcto mantenimiento. Según su presidente, Josep Bort, existe una «acusada falta de limpieza». Son entornos «con gran cantidad de suciedad. Los incendios tienen mucha carga de combustible y son complicados». Destaca el alto grado de propagación y el hecho de que los cauces «no son lugares aislados, sino que limitan con terrenos forestales, viviendas o polígonos industriales», con un «peligro adicional».

Pero la CHJ no ha asumido de momento el pago de ninguna de las doce extinciones facturadas. Según los bomberos, «las liquidaciones están de momento recurridas por la Confederación» y el consorcio provincial aguarda la resolución del conflicto. Si se desestima el recurso, optará por la vía ejecutiva o judicial.

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