Protagonismo. La Academia de Cine que preside Mariano Barroso dio a conocer el miércoles su decisión, que si no es salomónica es algo que se le asemeja: el 27 de febrero del próximo año -el 2021 será el Año Berlanga, recordémoslo- la gala de los Premios Goya volverá a celebrarse en Málaga, presentada por Antonio Banderas y María Casado, con guion de ambos. La Academia extiende el manto del consuelo y nos dice: «Otras ciudades, como Valencia, tendrán presencia y protagonismo». ¿Qué clase de protagonismo? Las palabras van perdiendo a la carrera buena parte de su verdadero significado. Parece ser que, además de Málaga y Valencia, Madrid también participará en la gran fiesta del cine español. Una confusa trinidad. Iremos sabiendo más cosas.
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Redes sociales. La noticia fue acogida en las redes sociales de forma diversa. Es lo habitual. El cineasta valenciano Rafael Gasent escribe en mi muro: «A mí me da lo mismo. Un dolor de cabeza menos. Me parecen unos premios muy provincianos, unos Oscar de segunda clase». Y un reconocido profesor universitario e historiador del arte comenta: «No crec que apostar per aconseguir la gala a València siga una política de nivell. L'esquerra hauria de fomentar altres tipus d'activitats».
Lo mejor de sí. De acuerdo, los Goya son unos Oscar de segunda clase. Pero eso obedece a que la industria del cine español es de cuarta clase comparada con la de Hollywood, 'fábrica de sueños' en la que dieron lo mejor de sí Lubitsch, Hitchcock, Keaton, Wilder, Ford, Chaplin, Hawks, Preminger... Incluso creo que la etapa americana de Fritz Lang es superior a la alemana, aunque fuese con aspecto de modestas serie B ('Furia', 'Solo se vive una vez', 'El hombre atrapado', 'Los verdugos también mueren', 'La mujer del cuadro', 'Los sobornados', 'Encubridora', 'Mientras Nueva York duerme'...).
Pregunta. Mis discrepancias con el profesor se encuentran agazapadas tras una pregunta cuya respuesta no conozco, al menos no con nitidez: ¿cuáles son las actividades culturales que debe fomentar la izquierda? Interesante debate. No está claro el asunto. Creo que tampoco lo tiene claro la propia izquierda. Antes de abordar ese debate, permítanme que defienda la posible importancia -no suprema, pero nada desdeñable- de que la gala de los Goya se celebre en Valencia en el Año Berlanga, en el siguiente o en el 2023 (empeño en el que persiste, me cuentan, la concejal socialista Sandra Gómez).
Por qué puede ser importante. ¿Por qué la gala de los Goya puede ser importante para Valencia? Me impongo la obligación de no enrollarme demasiado. Por autoestima cinematográfica y organizativa. Porque el director de 'El verdugo' se merece ese homenaje. Porque también es importante que Valencia sea la Capital Mundial del Diseño en 2022. Porque Valencia es una ciudad agradable y bastante bien comunicada donde el paisaje urbano es muy fotogénico cuando saben retratarlo. Porque aquí hay grandes profesionales con dificultades laborales que merecen un buen empujón mediático. Porque la gala sería una excelente oportunidad para reivindicar mejoras presupuestarias en la red museística, en los accesos a la ciudad, en el Puerto, en el aeropuerto...
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Historia. Y ciñéndome estrictamente al tema del cine, porque Valencia es la ciudad de Blasco Ibáñez, Cifesa, Berlanga, Rafael Rivelles, Luis Lucia, Jorge Mistral, Ricardo Muñoz Suay... Historia esencial del cine español.
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