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Sr. García
EL INTERINO SÁNCHEZ LO INTENTA DE NUEVO

EL INTERINO SÁNCHEZ LO INTENTA DE NUEVO

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Lunes, 23 de septiembre 2019

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Pedro Sánchez se salió otra vez con la suya. A elecciones vamos. Así, tantas veces como haga falta hasta que las gane de verdad, es decir, con una holgura suficiente que le permita mínimamente gobernar. Recordemos. Provocó la repetición de las elecciones de diciembre de 2015 porque no le gustó la victoria del PP y tras fracasar en su propia investidura, activó la moción de censura de 2018 para echar a Mariano Rajoy, adelantó los comicios de abril de 2019 pero tampoco ahí le salieron las cuentas y ahora nos enfrentamos al enésimo intento de Pedro Sánchez para consolidarse en el poder, porque estamos ante la figura de un interino que ha llegado de chamba y anda buscando la plaza fija y legitimadora. Esto no es baladí. El líder socialista, a estas alturas y tras quince meses en el cargo, preside la política española con una indudable precariedad de origen, un pecado de cuna, y como decimos sin todas las legitimidades en su haber. Se alzó con la poltrona de la Moncloa sin ganar las elecciones ni ser el partido más votado, sino por una conjunción parlamentaria para echar a un tercero y después, tras una victoria raquítica, no ha logrado apoyos para dejar de ser un presidente en funciones. Y en funciones sigue. Estamos ante el interino que no consigue aprobar de manera incuestionable las puñeteras oposiciones de las urnas.

No pocos se alegrarán de que afortunadamente se haya evitado un gobierno del PSOE con los comunistas de Podemos, pero sorprende que entre los aliviados se encuentre el mismísimo secretario general de los socialistas. Acaba de explicar que ese escenario no le dejaría dormir por las noches y aquí conviene acordarse de Baltasar Gracián: «si hablarse a solas es locura, escucharse delante de otros será doblada». Este hombre hoy no sería capaz de coger el sueño si tuviera de socio a Podemos, pero hace sólo dos meses le ofreció una vicepresidencia y tres ministerios y yacía a pierna suelta en la cama mientras Carmen Calvo le susurraba las nanas del frente de Guadarrama con las que Irene Montero mece a sus bebés. Sánchez en estado puro. Hace poco, más rojo que nadie, hoy un centrista buscando restarle espacio a Ciudadanos. Mañana, un quién sabe qué. Sánchez y su adicción al riesgo, el apostador, el ludópata de la política, enfebrecido por sus repetidos golpes de suerte. Quizá le salgan las cartas, a lo mejor canta bingo, puede ser que acierte con el cubilete de la bolita, sí, pero la ciudadanía se mueve entre el hartazgo y el aburrimiento, el distanciamiento y el malestar, y lo mismo el 10-N da lugar a un resultado imprevisible.

Sánchez y su adicción al riesgo, el apostador, el ludópata de la política, ha enfebrecido por sus repetidos golpes de suerte

Puig festeja ahora los fondos del Fla que antaño Soler y Oltra consideraron como una estafa y un chantaje

Cada vez queda más claro que estamos ante una desaceleración mundial con posible recesión a la vista. También en España y todos lo sabían. Lo sabía Casado y lo sabía Rivera, por eso hubieran estado encantados con el escenario de un gobierno de izquierdas con políticas inviables ante tal coyuntura que en el plazo de doce o dieciocho meses hubiera naufragado, convocando elecciones en un momento más propicio para las derechas. Allí se habría acabado el sanchismo. Pero también lo ha visto claro Iván Redondo y han decidido cambiar de diseño, lanzar otra estrategia. Tan listo como es o se cree, el único panoli que no se ha percatado de la jugada ha sido Iglesias, dejó pasar su oportunidad. Iglesias es como la paloma del camarada Rafael Alberti que tantas veces habrá coreado con los suyos: esa paloma que se equivocó y se equivocaba, que creyó que el trigo era agua y por ir al norte se fue al sur. En fin, las cosas de siempre de los bolcheviques.

El país va a echar siete meses por la borda, en definitiva un ejercicio político y económico completo, como si pudiera permitírselo. Y eso que al menos se va tirando con los presupuestos que dejó aprobados Cristóbal Montoro. Ya es ironía que la izquierda vaya a salir del paso durante tres años gracias a las cuentas públicas preparadas por el Partido Popular. Y quien dice los Presupuestos, dice el Fla, el invento de Montoro para dar oxígeno a las autonomías desde el gobierno central. Sin el Fla, Cataluña o la Comunidad Valenciana habrían quebrado, chapado las ventanillas de la administración, de las escuelas, de los hospitales. El Consell de Ximo Puig festeja ahora como un maná que vayan a venir fondos del Fla, pero mientras gobernó Rajoy tanto Oltra como el conseller Vicent Soler consideraron ese instrumento financiero como una estafa y un chantaje. Nada menos. Ahora sin embargo es la prueba de que el gobierno socialista se preocupa por la Comunitat, y enviará de inmediato 250 millones, siempre eso sí que Soler presente antes a la ministra Montero los recortes exigidos.

Estamos igual ahora en Madrid con los socialistas como antes con el PP. Donde ha cambiado la situación es en Valencia, ahora los recortes llevan el sello del PSPV, de la izquierda, en buena parte por la falta de rigor previo a la hora de calibrar los ingresos reales de la Generalitat. ¿Y a qué se parece esto? En efecto, se parece a lo que hizo justamente el PP: recortar después de gastar más de lo debido, recortar tras inventarse ingresos y falsear las cuentas públicas. Calcado. Toda esta situación pone al conseller de Hacienda contra las cuerdas. Vicent Soler se ha quedado sin discurso y maniatado. Doble vara de medir con respecto a Madrid, silencio culpable, insolvencia técnica y contable con los números, lo que parece un agravante en el caso de un académico, promesas incumplidas o para el olvido (sistema de financiación, inversión por población, deuda de la Marina, ayudas a la dependencia, etc), incomprensión por parte de los socios de Compromís y falta de apoyo explícito de su grupo parlamentario. Todo esto ha llevado a que Vicent Soler dimitiera hace dos semanas, pero sorprendentemente se ha equivocado de cargo. Ha dimitido de lo que no le tocaba. En lugar de cesar como conseller de Hacienda lo ha hecho como diputado. O sea, se ha cogido un berrinche y ha pegado un desplante. Pero da igual, la impostura no se la quita de encima.

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