El cangrejo azul, invasor de la Albufera y joya gastronómica
La población se ha disparado a causa de la alta temperatura del agua y la Generalitat ha impulsado que con los excedentes de capturas se fabrique pienso animal
El cangrejo azul sólo tiene un depredador, al menos en la Albufera. Y es el más peligroso, eso sí, para cualquier especie que entre ... en su punto de mira: el ser humano. Este crustáceo, cuyo origen se sitúa en América, llegó a todo el Mediterráneo hace cerca de una década. Se le colgó de inmediato el cartel de 'plaga' por amenazar a otros seres vivos, como los moluscos, su principal fuente de alimento y también uno de los seres más apreciados por la gastronomía de la zona.
Este tipo de cangrejo tiene unas características que han beneficiado que se asiente por todo el Mediterráneo, principalmente en la Comunitat y en la Región de Murcia. Rápidamente la Albufera se convirtió en una especie de paraíso para un animal cuyo caparazón puede llegar a medir 20 centímetros de ancho y llega a pesar un kilo. Se desplaza con rapidez y es agresivo.
Tanto que, según comentan pescadores de El Palmar, puede llegar a pelear hasta la muerte con otros ejemplares de la misma especie. En un primer momento, su puesta en escena en la laguna generó algo parecido a la psicosis. Era necesario generar un plan, primero se pensó en erradicarlo de la Albufera y después aquello desembocó en controlar, al cangrejo azul.
¿Y por qué ese cambio repentino de estrategia? Pues porque en poco tiempo, la plaga se convirtió en un producto preciado por la gastronomía. El cangrejo es muy apreciado para ciertos platos: en invierno prolifera el rojo y este azul tiene su momento de actividad en los meses más cálidos. Y es que precisamente cuando llegó al Mediterráneo se asentó porque prefiere aguas a altas temperaturas. Claro está, una Albufera y un mar a 32 grados, como se ha venido registrando a lo largo de la primera quincena de julio, es una mansión para este crustáceo.
Pero claro, al mismo tiempo empezó a alimentarse de los moluscos, lo que por ejemplo arruinó los intentos de recuperar el petxinot, una especie autóctona y que está en peligro de extinción. Por ello, el plan diseñado por la Generalitat consistió básicamente en alcanzar un acuerdo con los pescadores de El Palmar, el único depredador del cangrejo azul además de sus propios compañeros de especie, para controlar esta población, que no erradicarla ante ese creciente uso en la gastronomía local.
Pero en un primer momento, los pescadores reclamaron ayudas para la captura de esta especie: sus potentes pinzas son letales para muchos peces, entre ellos las anguilas, pero también para las redes con las que tradicionalmente faenaban. Tuvieron que sustituirlas, comprar otras que fueran más resistentes. Aún así, se ven obligados a repararlas en ocasiones por la tarde, a su regreso a El Palmar después de faenar por la mañana.
Ahora el cangrejo azul en teoría está controlado en la Albufera, pero lo cierto es que hay momentos en que la población se dispara y, por lo tanto, se producen más capturas que demanda. Los pescadores de El Palmar tienen en estos momentos exceso de estos ejemplares, que se guardan en cámaras. «Mustapha, no traigas de momento más cangrejo, los peces –en referencia a la llissa, la especie que se está capturando ahora– tienen más salida», le han dicho esta semana al senegalés, que se ha convertido en el primer extranjero en acceder a un redolí de la Albufera para la pesca de la anguila.
El cangrejo azul puede llegar a vivir entre tres y doce años. Sólo cesa su actividad en los meses más fríos del año, que en el caso de Valencia, vistas las temperaturas del agua salada, va camino de reducirse cada vez más en el tiempo: tradicionalmente ha sido desde octubre hasta que llega la primavera. Por lo tanto, aunque este crustáceo se haya convertido en un bien preciado para la gastronomía, es fácil que haya demasiadas capturas. Y tampoco se puede dejar de llevarlas a cabo para que no se produzca una superpoblación que llegue a poner en peligro la supervivencia de otras especies.
Noticia relacionada
Mustapha empieza con cangrejos y llisses
Por ello, la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio ha impulsado otro acuerdo con los pescadores de El Palmar. El pasado año la Fundación Biodiversidad admitió el Proyecto ALBUPESCA. Según fuentes de la institución autonómica esta iniciativa pretende la «gestión sostenible» de las especies exóticas invasoras mediante la pesca artesanal y la mejora de su aprovechamiento. ¿Y esto qué significa? Pues básicamente, buscar otros usos diferentes a los de la gastronomía humana para los kilos de capturas que no puedan utilizarse en los restaurante o venta en los mercados.
El excedente de estos cangrejos azules (y otras especies invasoras como la carpa) se emplean para fabricar subproductos y pienso animal. «De esta forma, además de promover la pesca para su comercialización habitual se ha abierto esta vía con el objetivo de contribuir a crear incentivos para que se hagan todas las capturas posibles de esta especie invasora», señalan las mismas fuentes de la Conselleria de Medio Ambiente.
El cangrejo azul es una de las especies que más problemas ha generado en todo el litoral del Mediterráneo: puede asentarse en agua salada y dulce, a profundidades de sólo 40 centímetros, por lo que es posible que llegue a atacar a bañistas en las playas. Pero también hay otros animales acuáticos que han amenazado con alterar los ecosistemas de la Comunitat. Tal como ha indicado esta misma semana la decana del Colegio de Biólogos de la Comunitat, María Diago, la llegada de ejemplares de fauna no autóctona es una de las causas de la globalización, ya que habitualmente desembarcan –y nunca mejor dicho– a bordo de buques mercantes que transportan todo tipo de productos desde cualquier rincón del mundo.
Por ejemplo, en los últimos años se ha incrementado en la Comunitat el número de capturas de la carpa hasta los 30.000 kilos frente a los 10.000 que era habituales. El reto es mantener estas cifras después de que unos meses antes de la dana se encontrasen niveles altos de sulfonato de perfluorooctano (PFOS). La presencia de esta sustancia impide su comercialización para el consumo humano. Por ello, se pretende crear una línea de incentivos para que los pescadores sigan capturando estos ejemplares para continuar reduciendo los individuos en la Albufera.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión