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Inmuebles del siglo XV en el corazón de Valencia que emprenden una nueva vida. Palacios emblemáticos se han situado más que nunca en el punto ... de mira de prestigiosas cadenas hoteleras que han decidido instalarse en el casco antiguo de la ciudad pese a la escasez de solares. Eixarchs y Centelles se presentan como claros ejemplos. Pero hay otros casos singulares, entre los que figura el edificio señorial donde retumbaron los bafles del pub Casa Vella entre los años 90 y principios de los 2000. O el Convento de San José y Santa Teresa junto a Na Jordana. O las viejas sedes de Teléfonica y Banesto. O los antiguos cines Metropol. Todos estos símbolos arquitectónicos de la capital del Turia se acaban de transformar en atractivos alojamientos o planean hacerlo próximamente. Diferentes obras y proyectos en marcha en escenarios cargados de historia y con elevadísimo valor patrimonial.
Los Palacios de Eixarchs, de origen medieval, fueron adquiridos en 2001 por Lova Tres, empresa vinculada a la familia valenciana Julián López. Habrá un hotel de cinco estrellas con 80 habitaciones, 40 de ellas se distribuirán en los tres palacetes y otras 40 en un edificio de nueva planta. Además, se levantará 24 apartamentos turísticos de lujo en una segunda nueva construcción. Tras salir de la maraña administrativa, los promotores confían en que este alojamiento de cinco estrellas vea la luz entre 2028 y 2029.
El pasado mes, el Ayuntamiento dio el beneplácito para arrancar las obras en el Palacio de los Centelles, ubicado en el número 33 de la calle Caballeros. Se trata de una reforma integral del inmueble, de estilo gótico valenciano, para convertirlo en un hotel de lujo que dispondrá de 46 habitaciones. Allí, los turistas podrán disfrutar de una atmósfera de nobleza.
Los visitantes llevan casi un año ocupando las habitaciones del hotel que la cadena Estimar ha alumbrado en la antigua sede de Banesto. En su restaurante, llama la atención de los clientes la cámara acorazada que fue rescatada durante la remodelación de este palacio inaugurado en 1929.
En un enclave estratégico como la plaza del Ayuntamiento, echó a andar el Grand Hotel Centenari a principios de este mes. El edificio, la antigua casa de Telefónica, cuenta con un siglo de vida y se ha convertido en el noveno alojamiento de lujo de la capital del Turia.
Aumenta la querencia de los empresarios del sector hacia los establecimientos singulares en Ciutat Vella. Junto a Na Jordana, el convento de San José y Santa Teresa se acicalará para transformarse en el hotel Calma Wellbeing. En el mismo barrio del Carmen, el antiguo pub Casa Vella, en su día referente del ocio nocturno, es el inmueble escogido por la cadena Axel para poner en marcha un alojamiento orientado al colectivo LGBTQIA+.
Pendientes de los tribunales se encuentran los propietarios del viejo Cine Metropol, que lleva la firma del arquitecto Francisco Javier Goerlich y fue construido en la calle Hernán Cortes en 1934. Los juzgados avalan la licencia para hacer del edificio un hotel, pero aún debe resolverse un recurso contra su derribo.
Estas apuestas por la historia siguen la estela de otras referencias arquitectónicas en las que funcionan hoteles desde hace años: Westin, Palacio Vallier, Palacio del Marqués de Caro, Palacio de Rojas, Palacio Santa Clara, Palau de la Mar... Este último, precisamente, se encuentra inmerso en una fase de remodelación dirigida por el arquitecto Javier Domínguez.
«El Palau de la Mar se inauguró en 2004, de cara a la Copa América. Como la ciudad ha subido en el ranking, hay que competir en el lujo porque va a hacer muchas más instalaciones de cinco estrellas», comenta Domínguez. La obra, ya en marcha, durará siete meses y se realiza en varias fases con el establecimiento abierto.
«En el mundo inmobiliario, el emplazamiento es lo más importante. El corazón y el centro histórico de las ciudades es el lugar 'prime' por excelencia. Y la posibilidad para el empresario de tener su negocio hotelero pasa normalmente por la rehabilitación de arquitecturas históricas. Y esa es una de las bondades que tiene la arquitectura hotelera. No sólo aumenta la vida útil de los edificios, sino que esas casas palaciegas son fácilmente transformables», concluye Domínguez.
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