Las agresiones sexuales por sumisión química se duplican: 20 cada mes en la Comunitat
El Instituto Nacional de Toxicología registra 245 violaciones en un año en la región, con otro dato muy grave: 39 menores entre las víctimas
Hubo un tiempo en que parecía algo sólo de películas. Instantes de oscuridad y drama que sólo ocurrían en las obras de ficción. Después llegaron ... los rumores de que había gente que inyectaba sustancias con jeringuillas en pubs, discotecas y otros lugares de ambientes festivos para hacerse con el cuerpo y la voluntad de sus víctimas. De aquellos episodios sólo hubo sospechas, alguna denuncia pero ni un sólo caso constatado y con detenidos por parte de las Fuerzas de Seguridad. El típico asunto que acaba en la frontera entre la leyenda negra y la realidad. Pero hay una certeza dura, cruda y alarmantemente en aumento. Las agresiones sexuales cometidas mediante sumisión química, aquellas en las que el asaltante se vale de alguna sustancia introducida en la bebida de la víctima para abusar de ella, mientras esta no logra oponer resistencia y, lo que es peor, acaba con su mente sumida en un infierno de desmemoria y confusión que luego impide que pueda puntualizar lo sucedido y aleja la posibilidad de una condena para el violador.
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Y eso es lo que está pasando. Un desbocado incremento de estos casos en la Comunitat Valenciana. Lo constatan los datos del Instituto Nacional de Toxicología a los que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS. Los episodios, sufridos en su inmensa mayoría por mujeres (sólo hay un testimonial 9% de hombres), nada menos que se han duplicado en dos años. Allá por 2021, los casos analizados y confirmados por los forenses fueron 124. Más de un centenar de mujeres drogadas en la Comunitat por sus agresores para forzarlas sexualmente. Ya una cifra suficientemente grave. Pero apenas una minucia con lo que estaba por venir.
En el último año con datos completos por parte del INL, 2023, la región contabiliza 245 agresiones sexuales con sumisión química de por medio. Una cifra muy similar a la que se dio un año antes: 249 violaciones. Nada menos que una veintena cada mes. Otra estremecedora conclusión: este tipo de conductas se está extendiendo y haciendo masiva entre los agresores machistas, conscientes de la impunidad con la que cometen este tipo de delitos: por las muchas veces que las denuncias no prosperan ante la falta de concreción de la víctimas (por el estado de confusión que presentan) y por la complicación de probar la presencia de algún tipo de sustancia en los análisis posteriores a las asaltadas.
Valencia es la provincia más golpeada por este tipo de asaltos furtivos cometidos principalmente en ambientes festivos y nocturnos, con 112 violaciones. El grave problema se presenta también en Alicante (96 casos) y Castellón (37). Pero, ojo, incluso este tipo de patrón se está rompiendo. Ya no es solo en pubs, discotecas o similares lugares de fiesta en los que se debe prestar mucho atención a la bebida propia o recelar de la invitación de un extraño. La estadística del Instituto Nacional de Toxicología refiere cómo cada vez más ocurre fuera de esos ambientes. Así, es cierto que más de la mitad de las violaciones (53%) se produce en fines de semana, más indicados a estos momentos de salir y divertirse. Pero 111 de esas violaciones con sumisión química en la Comunitat (un 46%) tiene lugar en días laborales.
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Los casos no se dan ya solo en ambientes festivos y nocturnos: muchos ocurren en días laborales y en domicilios particulares
La mitad de los delitos los sufren adolescentes o jóvenes, más de la mitad de los episodios confirmados por análisis
Extensión de escenarios
Y tampoco sólo en locales de ocio. En 47 ocasiones de los casos detectados en nuestra región sí tuvieron lugar en estos escenarios. Pero en la mayor parte de los delitos, 56, el INL señala que el sitio en que tuvo lugar la sumisión y posterior violación «no consta». La víctima es incapaz de recordar y ubicar el espacio geográfico. Y de los archivos de los 245 expedientes registrados en la Comunitat, se constata la tremenda variedad de lugares en que se cometen estos hechos, más allá de locales de ocio: en un domicilio particular (35 casos), en casa del agresor (24), en la vía pública (24), o un parque o monte (13), en un hotel u hostal (11), en un vehículo (4)... La multitud de escenarios y situaciones invita a no bajar nunca la guardia.
1.689 casos en España
¿Y en qué edad existe más peligro? La juventud aparece en este caso en el centro de la diana de los delincuentes sexuales por sumisión. Incluso entre menores de edad. En 34 de los sucesos detectados, las víctimas no habían cumplido ni los 18 años. La mayor franja de incidencia se detecta entre esa edad y los 24, un periodo en el que 89 mujeres sufrieron una violación tras ser noqueadas por algún tipo de sustancia. La masiva presencia de adolescentes y jóvenes hace que más de la mitad de los casos de abusos y agresiones detectados en la Comunitat los sufran en sus carnes esta franja de mujeres. No es menor tampoco la cifra de 62 mujeres de entre 25 y 34 años o las 36 entre 35 y 44 que cayeron también presas de este tipo de asaltos. La incidencia desciende a medida que avanza la edad de las víctimas.
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En toda España, durante 2023, tuvieron lugar 1.689 violaciones por sumisión química. Cuatro cada día. También en el ámbito nacional es una realidad alarmante y en aumento, aunque menos que en la Comunitat. En España pasan de 85 a 107 en dos años. Un problema gravemente al alza.
Kits de detección y atención a la bebida, las armas en contra
La principal herramienta para evitar caer víctima de este tipo de delitos es la que surge del sentido común: no perder nunca de vista la bebida que estamos consumiendo en un local de ocio. El consejo radica no sólo con las consumiciones que tenemos en nuestro poder, sino cuando recibimos alguna invitación. Especial alerta hay que tener cuando se está sirviendo la bebida y otra persona coge los vasos. Sobre todo si es una persona que acabamos de conocer. Pero el arma más segura contra las sumisiones químicas son los kits de detección de estas sustancias que venden farmacias y algunos locales de ocio, barritas o pequeños trozos de papel que cambian de color al introducirlas en una bebida con droga o similares.
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