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«Se ha fallado el concurso de proyectos para la Delegación de Hacienda de Valencia. (...) A este concurso se han presentado 32 proyectos, y ... entre los no premiados hay algunas soluciones muy interesantes. En la imposibilidad de publicarlos todos, damos en esta información solamente el primer premio y los cuatro accésit otorgados por el jurado». Con estas palabras, el número 142 de la Revista de Arquitectura que publicaba el Ministerio del ramo anunciaba en 1953 una noticia que tuvo alta importancia para Valencia: el encargo del proyecto para edificar en el centro de la ciudad una sede de imponente estampa para acoger los trámites administrativos de índole fiscal y tributaria. En ese ejemplar ,la publicación añadía: «Hacemos constar nuestro agradecimiento al Ministerio de Hacienda que, continua y sistemáticamente, saca a concurso los nuevos edificios de él dependientes». Y desvelaba a continuación el resultado del fallo: «Ha obtenido el primer premio el proyecto de los arquitectos Francisco Echenique y Luis Calvo, y se han adjudicado cuatro accésit a los proyectos de los arquitectos Rafael de Aburto, Julio Cano y Alejandro Blond, Carlos de Miguel y Mariano R. Avial, Francisco Robles».
El proyecto tardaría en materializarse. Hasta 1959 no culminó la construcción de un inmueble de impresionante tamaño que aún concita la mirada de quienes paseen a su lado, incluso en esta época de larga decadencia. El edificio ocupaba cuando se levantó una manzana completa, como explica el Ayuntamiento, con entrada principal por la citada calle y delimitado entonces por otras tres: Nuestra Señora de Gracia, Huesca y Quevedo. Explica la web municipal que se trata de una obra representativa de «la arquitectura de edificios públicos de los años 50», en alusión al estilo en que fue facturada, ideado desde luego para que no pasara desapercibido.
«Trátame de tú, que estoy hecho un chaval». Francisco (Pancho familiarmente) Echenique contesta al teléfono con este rasgo de humor desde su domicilio en Madrid, la ciudad donde su padre, autor junto a Luis Calvo del edificio valenciano para la Delegación de Hacienda, desarrolló la inmensa mayoría de su obra. Gallego de origen, nacido en Vigo de donde procedía la rama materna de su familia, Echenique, nacido en 1908, fue un prolífico profesional que, como en el caso de Valencia, se asoció con Calvo para gran parte de sus encargos. Entre ellos, su creación más conocida: el parque de las Avenidas. Su hijo, también arquitecto, es autor igualmente de una interesante serie de edificios, la mayoría en la capital de España; hoy, recién retirado de su profesión a la edad de 84 años («Me jubilé el año pasado», señala) recuerda que la sede de Hacienda es la única pieza que dejó su padre en Valencia. E insiste: «Siempre decían, tanto él como Luis, que era un edificio que les había dejado muy contentos».
En efecto, se trata de una tipología que hunde sus raíces en la tradición, aunque con una mirada renovada, y enlaza con la clase de edificios grandilocuentes propios del léxico adherido a las «arquitecturas totalitarias de Alemania e Italia». La frase pertenece al doctor en Historia del Arte, David Sánchez Muñoz, quien dedicó su tesis a esta época de la arquitectura en Valencia. En su publicación, titulada precisamente 'Arquitectura y espacio urbano en Valencia 1939-195', atribuye a la «pervivencia del influjo alemán» que a mediados del siglo pasado menudearan en España edificios como el erigido en Valencia. A su juicio, la sede de Hacienda guarda cierta similitud con la derribada Cancillería de Berlín, la célebre mole que albergó las estancias principales de Adolf Hitler; en concreto, lo emparenta con el llamado Patio de Honor , obra de Albert Speer, arquitecto de confianza del dictador nazi.
En el caso del edificio de Hacienda de Valencia, esa analogía se detecta en detalles como las cuatro columnas que siguen la línea principal de la fachada y que resguardan una segunda fachada interior en la que están las puertas de acceso al edificio. Un rasgo de autoría que continúa llamando la atención y avala la idea de que el edificio, con la necesaria adaptación, merece la nueva vida que el proyecto museístico de la Diputación aspira a darle: una pinacoteca para exhibir sus ricos fondos.
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