Un paquete con productos de laboratorio desata la alarma en la UA
Desalojan a un millar de personas de la Facultad de Derecho, suspenden las clases, y los Tedax se llevan las muestras que llegaron vía Bahréin para analizarlas
Esther Brotons
Viernes, 9 de octubre 2015, 00:33
Poco antes de las once de la mañana saltaban todas las alarmas en la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante. Un paquete sospechoso con productos de laboratorio puso en jaque a la UA, que decidió activar el protocolo de seguridad, desalojar a un millar de personas (entre alumnos, profesores y personal de administración) y avisar a los Tedax. Las clases se suspendieron. La facultad quedó cercada por la Policía Nacional. Estudiantes salían con los exámenes en la mano, otros se enteraban en el patio de que ya no podrían volver a entrar a recoger sus cosas y los rumores circularon rápidamente. «Es una bomba pequeña», era uno de los comentarios. «Cuando lo han abierto ha salido humo», decían otros.
El paquete llegó la tarde del miércoles a la facultad y la destinataria era la vicerrectora de Investigación, Desarrollo e Innovación, Amparo Navarro, que fue decana de esta facultad. El cauce de recepción no era el habitual y ya levantó las primeras sospechas. Lo lógico es que hubiera sido entregado a los servicios técnicos de investigación o un laboratorio del campus que lo hubiese demandado.
Aunque su remitente era una empresa de laboratorios químicos de Cambridge, la vía por la que había entrado señalaba Barhéin, lo que también puso en alerta. Decidieron abrirlo y en su interior encontraron otras pequeñas cajas con frascos que contenían líquidos. «Había ciertas sospechas de que fueran líquidos químicos o biológicos, y desprendían olores muy singulares de posibles asuntos raros», explicaba el rector de la UA, Manuel Palomar, una vez se retomó la actividad sobre las dos de la tarde, aunque fuentes cercanas a la investigación señalaron que encontraron una «botella con cables».
La universidad decidió poner en marcha el protocolo se seguridad y desalojar a todo el personal. A las 10:45 minutos de la mañana la Comisaría recibió la alarma. Agentes de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional ayudaban en el desalojo, mientras los efectivos del Tedax se encerraban con el paquete sospechoso. Todo un operativo que dejaba desconcertados a los estudiantes.
Aunque en ningún momento cundió el pánico, muchos decidieron marcharse asustados ante el rumor de una bomba y de que la iban a desactivar. Les dijeron que se trataba de un simple simulacro, pero la presencia de tantos agentes no convencía a nadie y tras pasar una hora y sin ninguna novedad, el bulo cogió fuerza. «En primer momento creíamos que era un simulacro, uno más, e íbamos charlando a recoger nuestras cosas. Pero después se notó en el ambiente que iba en serio y nos fuimos corriendo dejando dentro la mochila», confesaba María, que esperaba sentada en el césped con rostro de resignación.
Docenas de estudiantes tuvieron que quedarse en los alrededores de la facultad al dejarse en el interior bolsos, ordenadores portátiles y móviles. Este fue el caso de Lucía, Mercedes, Fran y Marina, que se encontraban en la biblioteca cuando vieron que «había mucha gente fuera». «Nos dijeron que era un simulacro pero que por el perímetro de seguridad no hacía falta que saliéramos, que no había peligro y podíamos seguir trabajando», comentaban. Minutos después recibieron el aviso de que se trataba de una «bomba pequeña» y salieron disparados.
Pero no solo se dejaron mochilas en las aulas, también maletas que algunos universitarios se habían traído para al terminar las clases viajar a sus municipios y pasar el puente. Desesperados, se acercaban a las ventanas para comprobar que sus pertenencias seguían donde las dejaron. Algunos, incluso, para intentar cogerlas desde fuera. Imposible. La facultad estaba cerrada a cal y canto. «Hemos perdido un autobús y vamos a perder otro», comentaban en grupo Diana, Noelia, Alejandro y María, cuyo destino era Dénia.
El primer análisis de los Tedax descartó que existiera peligro y también se pudo confirmar que la empresa de Cambrigde existe, pero seguía siendo un misterio quién demandó los productos, es decir, su destinatario final y por qué llegó vía Barhéin.
«No tiene riesgo ni peligro, pero los Tedax han considerado necesario llevarse el paquete a sus laboratorios para analizarlo y ver la procedencia porque era lo más seguro», comentaba el rector, que lanzaba un mensaje de tranquilidad a la comunidad universitaria.
Casi a las dos de la tarde, las puertas de la facultad volvieron a abrirse y se retomaba la actividad, pero se decidió una entrada escalonada y acompañada por los conserjes para evitar posibles hurtos de material en despachos y aulas.