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Catalán, en el campamento de coordinación de Naciones Unidas.
«No hemos encontrado gente con vida»

«No hemos encontrado gente con vida»

Un bombero alicantino destaca las dificultades para trabajar en Nepal a su regreso a España y tras recorrer zonas rurales aisladas

Esther Brotons

Miércoles, 6 de mayo 2015, 02:03

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El equipo desplazado por Bomberos Sin Fronteras a Nepal aterrizó en la mañana de ayer en Barcelona. Entre ellos viajaba Francisco José Catalán, miembro del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante y destinado al parque de Villena como cabo, que ha formado parte, -junto con otros once compañeros de diferentes autonomías-, de esta unidad desplazada para ayudar tras el terremoto que ha provocado miles de muertos.

Cansado y con una sensación agridulce, Francisco tenía ganas de llegar a casa y estar con la familia. «En los rastreos no hemos encontrado gente con vida», explicaba, al tiempo que admitía que no han podido hacer todo lo que querían por las dificultades que se han encontrado para trabajar. «Se podía haber hecho más si se hubiera empezado a trabajar antes», apuntaba.

En un país en caos y sin vías de comunicación, en las tareas se están coordinando el Gobierno del país y la Organización de Naciones Unidades (ONU) y las dificultades comenzaron desde el primer momento, en el aeropuerto, cuando tuvieron que encontrar transporte para trasladar el material que llevaron al campamento de la ONU, organismo que se encargaba de asignar las tareas y donde se registraron. El equipo de Bomberos Sin Fronteras, compuesto por 12 efectivos y dos perros, partió el pasado 27 de abril y primero fueron destinados para rastrear zonas rurales como Gorkha en búsqueda de supervivientes.

Desplazarse por carreteras en tan mal estado suponía horas y horas de trayecto hasta que podían llegar a destino y comenzar con el rastreo, lo que retrasaba aún más las tareas de rescate y diminuían las posibilidad de encontrar a personas vivas bajo los escombros. «Hicimos incursiones en aldeas andando y con mochila a hombro, pero no encontramos gente con vida», señalaba Francisco, que a mediodía de ayer viajaba ya en el tren en dirección a Villena, donde reside.

Visitaron zonas rurales y muy diseminadas que estaban totalmente incomunicadas, sin teléfonos, y donde la ayuda todavía no había llegado. Se iban desplazando como podían, consiguiendo en ocasiones que algún particular les llevara en su coche y dormían en tiendas o en un autobús.

El panorama que encontraron era desolador: casas destrozadas y familias que se han quedado sin ningún recurso. «Va a ser difícil, sobre todo, en todas estas zonas rurales», respondía Francisco al preguntarle sobre la recuperación del país.

Una vez estuvieron en Katmandú encontraron a un niña que estaba durmiendo en una tienda y parecía que presentaba una grave fractura en el cráneo. El equipo de la ONG contaba también con una sanitaria que realizó la primera valoración y la trasladaron a los servicios médicos.

Antes de coger el avión de vuelta a España pudieron saber que la pequeña «estaba bien; había sufrido un fuerte impacto». Pese al trabajo que han realizado, Francisco tenía ayer una primera sensación de que «podíamos haber hecho más», es decir, «podían habernos utilizado más» en las tareas.

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