«Me han quitado a mi madre, debía volver a casa y está aquí dentro»
Los allegados de las ocho víctimas en la A-7 a la altura de Cox acuden al Instituto Anatómico Forense de Alicante para identificar los cuerpos y poder repatriarlos
Luis Candela
Jueves, 24 de julio 2014, 01:39
Las ocho vidas que se perdieron el martes en la A-7, a la altura de Cox, han dejado a sus familias rotas por el dolor. En la mañana de ayer se desplazaron al tanatorio de Alicante, donde trasladaron los cuerpos para su identificación por parte del Instituto Anatómico Forense de Alicante.
La mayoría de las víctimas mortales, de edades comprendidas entre los 5 y los 51 años, llegaron hace unos días a España procedentes de Rumanía para pasar las vacaciones con sus familiares en las poblaciones almerienses de Roquetas de Mar y Vera. La tragedia de la carretera ya no les permitió volver a sus trabajos o al colegio de ciudades como Timisora o Jimbolia, al suroeste del país, de donde eran originarios. Seis de los viajeros de la furgoneta, que quedó calcinada, vivían en el país del Este de Europa, mientras que los otros dos, el conductor del vehículo y otro hombre, residían y trabajaban en España.
La expectación a las puertas del tanatorio La Siempreviva de Alicante fue máxima durante toda la mañana ante la gravedad de lo ocurrido. Incluso una cadena del país de origen de las víctimas, la Cadena 24 de Rumanía, partió desde Madrid a Alicante para cubrir el pesar de sus conciudadanos.
Una de las primeras en presentarse fue Andrea Bucea. No volverá a ver a su madre (51 años), cuya vida, según dijo, «me han quitado». La joven se debatía entre el nerviosismo y el desconsuelo y pidió que se depurasen responsabilidades por lo sucedido, pese a que las investigaciones apuntan a una terrible desgracia fruto de un fallo mecánico del camión. Su madre, asistente en un centro de menores en su país natal, partió a la una del mediodía del pasado martes desde la calle Infanta Cristina de Roquetas de Mar en la furgoneta que horas después se calcinaba. «Debía volver al trabajo», apuntó su hija, pero «está aquí dentro». Con el paso de las horas, Andrea no pudo evitar sentir con mayor fuerza la pérdida de su progenitora y requirió en varias ocasiones asistencia psicológica del equipo que Cruz Roja envió.
El hermano de otro de los fallecidos acudió acompañado por varios amigos. Difícilmente se mantenía entero. A las seis de la tarde se derrumbó y tuvo que irse a casa. Junto a él estaba la ministra de Trabajo de su país, quien se personó por la tarde con más autoridades rumanas. Muy afectados, como no podía ser de otra forma, llegaron al filo del mediodía los abuelos de las dos víctimas más pequeñas de la tragedia, los dos menores de 5 y 7 años de edad, que perdieron la vida junto a sus padres. Iban de regreso a su país de origen después de pasar las vacaciones en Vera.
Pese a todo el sufrimiento que ayer se vivía, el calvario de todas estas familias no ha concluido. Les esperan al menos ocho días hasta la identificación completa de los cadáveres, con los resultados de ADN. Para agilizar el proceso, que se prolonga con carácter general unas dos semanas, el laboratorio forense de Madrid, junto a su personal, se ha trasladado a Alicante. Hasta que no hayan finalizado las identificaciones y practicado las autopsias, los cuerpos no podrán ser repatriados.
También quisieron acompañar a los familiares el cónsul de Rumanía y el subdelegado del Gobierno en Alicante, Alberto Martínez. Desde las tres de la madrugada del martes hasta bien entrada la tarde de ayer, ambos permanecieron en el tanatorio para ayudar en las labores de búsqueda de las familias afectadas por el siniestro.
Las autoridades alicantinas se volcaron. El presidente provincial de Cruz Roja, Francisco Javier Giménez, junto a parte de la directiva, fue otro de los que se desplazó. Antes, un equipo de psicólogos de la ONG había acudido para prestar atención a los familiares en unos momentos tan difíciles. Un trance que se supera mejor, en la medida de lo posible, «con el apoyo respetuoso y permanente» de los profesionales, según explicó Yaira Labrador, de la organización humanitaria. La psicóloga señaló que alrededor de seis compañeros se turnaron en esta complicada tarea, incrementada por la magnitud y «la forma tan trágica» de perder a los seres más queridos. Según Labrador, siempre se recomienda no ver los cuerpos de los fallecidos. Aun así «hay personas que lo necesitan» y en estos casos no se ponen impedimentos. «Debemos generarles un espacio de tranquilidad para que puedan llevar el duelo con mayor facilidad» y permitirles que las emociones y el llanto fluyan, añadió.
Tampoco les faltó a los allegados el respaldo espiritual. Las autoridades españolas y rumanas dispusieron de un servicio de sacerdotes ortodoxos, quienes oficiaron una ceremonia privada.
Fue una jornada intensa. De mucho dolor y conmoción. Los pasillos del tanatorio se convirtieron en un ir y venir de rostros pálidos. Padres, abuelos, hijos y tíos hablaban por teléfono con otros familiares para darles información de los pasos que las autoridades estaban dando mientras intentaban asimilar la dramática pérdida.
Ministros rumanos
Una delegación del Gobierno de Rumanía se presentó en La Siempreviva, gestionado por ASV Funeser, procedente de Madrid. Un pequeño consuelo para unos compatriotas que deambulaban por las instalaciones sin comprender todavía por qué les había tocado a ellos.
La ministra de Trabajo, Rovana Plum; el ministro para los asuntos de los ciudadanos rumanos en el extranjero, Bogdan Stanoevic, así como el embajador de Rumanía en Madrid, Ion Vilcu, quedaron impactados ante la escena de dolor de sus compatriotas. Trataron de mostrarles su apoyo e infundirles fuerza suficiente para superar este amargo trance.
Los mandatarios debían entrevistarse con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su estancia en España. Sin embargo, dejaron todos los compromisos oficiales y viajaron en coche hasta Alicante para llegar cerca de las cuatro y media de la tarde. Pronto quedaron contagiados por la angustia de los familiares.
«Gracias a las autoridades españolas y a la profesionalidad de Cruz Roja», comentó la ministra Plum ante los numerosos medios de comunicación congregados. Muy emocionada, casi no pudo terminar su intervención.