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Alicante y la Monarquía

Alicante y la Monarquía

La cercanía de la Familia Real ha originado en sus visitas decenas de anécdotas

JOAQUÍN SANTO

Martes, 3 de junio 2014, 09:42

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Es Alicante una ciudad con un callejero muy poco monárquico, al menos en cuanto se refiere a reyes contemporáneos donde tan sólo consta uno y de breve reinado, Amadeo de Saboya, que se pasó unas cuantas fechas por estas tierras esperando que llegara en barco desde Italia su mujer María Victoria. Visitando Elche, le concedió el título de ciudad que tanto ansiaban los ilicitanos por lo que también allí posee su vía publica rotulada quien reinara apenas dos años y tres meses.

Hay que retrotraerse a la época medieval para encontrar monarcas dando nombre a avenidas alicantinas: Alfonso el Sabio, Jaime I y Jaime II, vinculados los dos primeros con la toma de la plaza a los árabes y el tercero con la integración definitiva de Alicante en el reino de Valencia. La calle Reyes Católicos fue cosa del franquismo aunque no podemos olvidar que Fernando de Aragón le concedió a Alicante el título de ciudad en 1490.

Sin embargo, acabada la Guerra Civil se mantuvo el nombre de insignes republicanos en vías importantes, caso de Rafael Altamira y Eleuterio Maisonnave, éste con monumento incluido, no recuperándose aquellas que en su día se dedicaron a monarcas recientes, caso de Isabel II, que acudiría a inaugurar en 1858 el tren Madrid-Alicante, primer tendido férreo que unió la Villa y Corte con el mar lo que generaría pingües beneficios a la ciudad, Alfonso XII y su hijo póstumo Alfonso XIII que vendría a Alicante de la mano de ese gran político que fue José Canalejas en 1905, 1911 y 1912. En La Florida tenemos una calle Princesa Mercedes en recuerdo a la hija primogénita de Alfonso XII y su segunda esposa María Cristina.

La sorprendente por inesperada abdicación del Rey Juan Carlos ayer por la mañana nos debe hacer recordar sus vínculos con Alicante que comienzan entre 1958 y 1959 cuando se encontraba en la Academia General del Aire de San Javier y hacía numerosas escapadas a la ciudad, alojándose algunas veces en el Hotel Palas y dejando constancia gráfica de aquellas breves estancias.

Ya nombrado Rey de España, en diciembre de 1976 giraría la primera visita por la provincia. El entonces alcalde José Manuel Martínez Aguirre se referiría en su discurso, precisamente, a una frase de Altamira: «la democrática llaneza que es natural a nuestro pueblo». Aún se vivían tiempos de transición. Los Reyes llegaron a la capital desde Alcoy en automóvil cuando debían haberlo hecho en helicóptero lo que impidió el fuerte viento reinante y por culpa del retraso el que visitaran el Museo Arqueológico donde su director Enrique Llobregat tenía previsto un breve parlamento en griego para sorprender a la reina.

El 10 de junio de 1983 conocí personalmente a Don Juan Carlos. Había venido la Familia Real al completo a Alicante para asistir a la entrega de las banderas de combate a las corbetas Infanta Elena e Infanta Cristina por parte de ambas. Yo acababa de ser elegido diputado a Cortes Valencianas y crucé unas pocas palabras protocolarias en un abarrotado Salón Imperio del Casino. Hubo dos anécdotas muy personales que implicaron a mi mujer. La primera que una prima suya le ofreció un traje para la ocasión que rechazaría y resultó ser idéntico al que llevaba la Reina lo que le hubiera obligado, según el protocolo que nos contaron, a retirarse del acto. La segunda, que el Rey, para abrirse camino entre la multitud de asistentes, le puso la mano en el hombro para apartarla y ella al ver una bocamanga completamente blanca, se creyó que era un camarero y se volvió con un gesto un tanto displicente hasta que se dio de bruces con el monarca que le hizo un gesto simpático.

Ya en noviembre de 1986 volví a encontrarme con el Rey en Valencia. Allí hubo recepción oficial con su correspondiente foto saludándome. Estábamos hablando un grupo de personas mientras Don Juan Carlos comía con fruición unas pequeñas lonchas de jamón serrano. Debió de hacerle la Reina algún gesto para que moderase su apetito porque la miró y le dijo con su llaneza habitual: «Perdona Sofía, pero es que está de puta madre».

Con posterioridad las visitas del Rey Juan Carlos a Alicante las he contemplado como mero espectador. Me viene a la memoria la celebración del Día de las Fuerzas Armadas, un caluroso 2 de junio de 2001, año en que desaparece el servicio militar obligatorio en España, lo que propicia que se inaugure en su recuerdo y junto a la fuente de la Puerta del Mar, frente a la tribuna que se montara al efecto, un monumento al Soldado de Reemplazo de los tres ejércitos, obra controvertida del escultor Luis Martín de Vidales.

Luego vendría el Monarca abdicante Don Juan Carlos a la celebración del décimo aniversario de la Oficina de Armonización del Mercado Interior de la Unión Europea el 9 de septiembre de 2004 y a dar el pistoletazo de salida el 11 de octubre de 2008 a la décima edición de la Volvo Ocean Race, la vuelta al mundo de vela que sale del puerto alicantino, deporte por el que el Rey siente una especial predilección, habiendo sido olímpico en los Juegos de Munich 72 como lo fue el aún Príncipe Felipe en Barcelona 92.

Como va a ser coronado Rey con el nombre de Felipe VI, seguro que los catalanes secesionistas recordarán que su antecesor Felipe V abolió, va a hacer justamente trescientos años, los fueros y privilegios catalanes tras la toma de la Ciudad Condal el 11 de septiembre de 1714.

No olvidemos que el futuro Rey también anduvo, cuando sus prácticas militares en San Javier, por Alicante, concretamente en la zona de movida de la playa de San Juan, protagonizando un curioso incidente en un restaurante navarro de la avenida de la Costa Blanca cuando no se le permitió acceder al mismo por estar completo y no percatarse los dueños de quién se trataba.

Y también que la Princesa Letizia, la futura Reina, pasó algunos días estivales disfrutando de la piscina de la urbanización de la vivienda de sus abuelos maternos, que está ubicada frente al mar, en el barrio de San Gabriel de la ciudad.

Vínculos que esperemos sirvan para que la relación de los futuros Reyes con Alicante sea sinceramente afectuosa y positiva para nuestros intereses.

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