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Un agricultor pulveriza contra las malas hierbas con un quad en una finca de cítricos.
En riesgo de desaparecer el herbicida más barato y más usado en el campo valenciano

En riesgo de desaparecer el herbicida más barato y más usado en el campo valenciano

Si la Comisión Europea no toma una decisión sobre el glifosato en dos días, el 1 de julio quedará sin autorización

Vicente Lladró

Martes, 28 de junio 2016, 20:54

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Al herbicida glifosato le pueden quedar dos días de estar autorizado en la Unión Europea. Si antes de que expire este corto plazo Bruselas no toma una decisión de prórroga, el próximo día 1 de julio se iniciará un periodo de seis meses para que quede totalmente fuera de la circulación el herbicida más barato y más utilizado por los agricultores. En el caso valenciano es una herramienta fundamental de cultivo en cítricos y demás frutales, olivar, vid y otras producciones arbóreas.

Todos los intentos para renovar la autorización del glifosato, que concluye este 30 de junio, se han frustrado hasta ahora por la oposición o la abstención de algunos países comunitarios, debido a la fuerte presión ejercida por grupos ecologistas que han esgrimido un informe de la Organización Mundial de la Salud que colocó a esta sustancia en un listado de productos potencialmente cancerígenos.

De nada han valido posteriores informes de la EFSA (entidad europea de seguridad alimentaria) y de otros organismos internacionales que desmintieron tal concepto, ni tampoco los argumentos de científicos y de agricultores explicando que todos estamos rodeados de compuestos potencialmente peligrosos para la salud y que son de uso diario, incluso en los hogares (detergentes, pinturas, aseo personal, lejía, tejidos sintéticos, insecticidas domésticos, ordenadores, teléfonos móviles...), y sin embargo nadie los pone en duda, porque al final todo es cuestión de cómo se utilicen, de manera que en usos normales, como son los habituales, no hay mayor riesgo.

'Hijo' de Monsanto

El glifosato tiene de salida dos aspectos en contra: lo suelen presentar casi siempre ligado a la multinacional norteamericana Monsanto, que es la gran diana por antonomasia contra la que van los radicales ecologistas, por ser además una de las compañías líderes en transgénicos, y es un producto que desde hace años es genérico, tras concluir el periodo de patente exclusiva, y por tanto es barato.

Aparecer ligado a la Monsanto y a su marca Roundup ya supone una mala fama de partida ante gran parte de la opinión pública europea, pero esa relación de exclusividad fue al principio, hace más de treinta años, cuando dicha firma inventó el glifosato y lo lanzó mundialmente con el privilegio de ser su obtentor.

Por aquel entonces, un litro de Roundup costaba en España 3.000 pesetas, 18 euros al cambio. Con el tiempo transcurrido podría suponer hoy entre el doble y el triple en esfuerzo de gasto para el agricultor: como si valiera ahora 40 o 50 euros. Hoy, en cambio, el glifosato se vende bajo más de un centenar de marcas y cuesta entre 3,5 y 4,5 euros el litro, según sitios y tipos de envase, y un poco más si se trata de nuevas formulaciones del Roundup de Monsanto y de algún otro fabricante.

Alternativas mucho más caras

El resultar hoy tan económico es para muchos el motivo principal para que esté el glifosato en riesgo de desaparecer de la circulación. Los herbicidas alternativos son mucho más caros, del orden de cinco o seis veces como mínimo. Así que no es el mismo volumen de negocio vender a un precio u otro cuando la necesidad hará que se acabe gastando la misma cantidad de producto para poder controlar las malas hierbas de un cultivo. Y las ganancias tampoco son las mismas, claro.

Sin embargo no lo van a decir a las claras desde ninguna instancia. Mejor dejarlo caer por la fuerza de los hechos. Y si en el camino ayuda el oportunismo militante de grupos empeñados en demonizar al glifosato, mejor que mejor.

Una gran duda flota en el ambiente sobre todo esto: ¿Por qué se va únicamente contra el glifosato y no contra todos los herbicidas? ¿No resulta sospechosa tal postura? ¿Es que sólamente el glifosato podría ser cancerígeno y los demás no? Algunos representantes agrarios prefieren entender que estamos ante una estrategia ecologista calculada: primero contra éste y después contra otros. Puede, y hasta tendría sentido que se pidiera la eliminación de todos los herbicidas, puesto que todos tienen el mismo fin: matar las malas hierbas o evitar que nazcan, y desde ese punto de vista tendría sentido la oposición de lso contrarios. Lo que no tiene lógica es que se ataque a uno, el más barato y genérico, y se pase olímpicamente de los demás, como si no existieran. ¿Por qué?

Ni una sola moción presentada en ayuntamientos, diputaciones y otras corporaciones y entidades contra el glifosato, pidiendo su retirada y prohibición de uso, habla de herbicidas, en plural. Siempre en singular, como si no existiera otra cosa para matar maleza que el glifosato. Todos los escritos parecen además estar redactados por las mismas personas, puesto que se repiten párrafos y conceptos. Incluso se llega a hablar de la soja transgénica, cuando en España no se cultiva nada de soja, ni de la normal, mucho menos de la transgénica.

Alternativas mucho más caras

En ningún artículo, presentación o ponencia contra el glifosato se habla de otras materias herbicidas, sólo de ésta. ¿No resulta llamativa tanta unanimidad? Es como si alguien hubiera logrado colar algún informe interesado en determinados círculos ciudadanos para que empezara a rodar en tal sentido. La dirección sería la que podría interesar a quienes preferirían que el mercado cambiara del glifosato barato a otros herbicidas más caros, pero sin forzar la marcha, que no se notara, que fuera todo sobrevenido. Luego se aprovecharía la inercia ecologista

El problema es que el glifosato se ha convertido en un producto genérico de primer orden. Es la base de muchos cultivos, una herramienta de competitividad agrícola indiscutible. Por tanto no puede estar a expensas de que tal o cual fabricante esté más o menos interesado en seguir formulándolo. Ocurre como con los medicamentos genéricos; puede que haya poco interés en fabricarlos, pero las autoridades sanitarias ejercen de tales para favorecer que sigan en el mercado productos económicos y de interés médico.

Por eso la Comisión Europea parece interesada en principio en que se prorrogue la autorización para el glifosato. Por eso y porque hay cada vez mayores dudas sobre la verosimilitud de los informes que lo catalogan de cancerígeno, porque hay otros estudios que lo contradicen y porque, al fin y al cabo, todo lo que nos rodea puede ser tenido por tal, según qué, cómo, cuánto...

Sin embargo, los esfuerzos seguidos hasta ahora han resultado infructuosos. No se ha podido lograr una mayoría cualificada de países para aprobar la prórroga, que en principio se planteó para 15 años, después se rebajó a 9, a 7... Ni con año y medio se aceptó. Y lo más curioso es que la propia Alemania, que actuó de ponente al principio de este proceso, en favor del glifosato, varió después su postura para mantenerse en una calculada abstención, lo que ha hecho correr el rumor por Bruselas de que quizá de esta manera podría favorecer algo la operación de la germana Bayer para comprar la americana Monsanto, por la que ya ofertó tiempo atrás 55.200 millones de euros. Con el glifosato en entredicho podría valer menos, o como mínimo frenar las ansias de más. Encima, uno de los herbicidas alternativos y caros es de Bayer.

Últimos rumores indican que la Comisión Europea podría decretar de oficio el día 30 una prórroga de año y medio para el glifosato, para dar tiempo a que, entre tanto, la ECHA (Agencia Europea de Sustancias Químicas) concluya la investigación que está realizando sobre la seguridad que ofrece este herbicida, y en función de sus conclusiones se decidiría después.

Entre tanto, los agricultores están sobre ascuas, porque, si se eliminara el glifosato, los sobrecostes de producción se dispararían con el uso obligado de otros productos (potencialmente no menos tóxicos), o habría que volver a la escarda mecánica y manual de antaño, algo prohibitivo y en la mayoría de las ocasiones incompatible con las instalaciones de riego a goteo que existen.

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