Diabetes y ceguera

El riesgo de ceguera en pacientes diabéticos es veinticinco veces superior al resto de la población, de ahí «la importancia de la prevención». En este sentido, el especialista insite en que el mejor tratamiento para la retinopatía diabética es «mantener un control estricto de los niveles de azúcar en sangre, además del control de otros factores como la tensión arterial, el colesterol y los triglicéridos, puesto que son muy malos compañeros de esta enfermedad», alerta. Llevar una vida saludable, alejada del tabaco, el alcohol y el sedentarismo también ayuda a controlar esta patología, la mayor causa de discapacidad visual y de ceguera entre los adultos de 20 a 64 años.

Tanto los endocrinólogos como los propios oftalmólogos recomiendan hacerse un examen de la vista nada más ser diagnosticado de diabetes para comprobar su estado, puesto que el exceso de azúcar en sangre produce una serie de cambios en los vasos sanguíneos de la retina, que afecta normalmente a ambos ojos y que en las primeras fases de la enfermedad suele pasar desapercibido.

«Muchas veces el problema de los pacientes diabéticos es que esta patología no avisa con síntomas hasta que la afectación es grave. De hecho, una persona puede padecer una retinopatía importante y tener una visión casi normal. Es como si tuviesen una bomba de relojería dentro del ojo, con el peligro de que puede explotar en cualquier momento», explica el doctor Araiz. Por eso, la revisión oftalmológica debe formar parte de la rutina sanitaria de los pacientes diabéticos.

En cuanto al número de visitas, será el propio oftalmólogo el que determine la frecuencia en función del grado de afectación visual del paciente, aunque en términos generales se podría decir que «los diabéticos deberían acudir al oftalmólogo al menos una vez al año», coinciden los especialistas.

Aunque se desconoce con exactitud el origen de esta enfermedad, «parece que existe cierta predisposición genética. Ocurre que hay diabéticos mal controlados con muy poca afectación ocular y otros que se cuidan muchísimo con una retinopatía mucho más importante», precisa el director científico del ICQO.

Hace años solo se disponía de fotocoagulación con láser para tratar esta enfermedad, «que además estaba muy limitada a ciertos casos. Sin embargo, hoy en día los tratamientos son altamente eficaces, tanto para preservar como para prevenir la pérdida grave de agudeza visual. Se usan desde corticoides a fármacos capaces de inhibir el crecimiento de vasos anormales e incluso la cirugía», precisa el doctor Araiz.

Pese a que estos tratamientos son resolutivos –evitan la ceguera en nueve de cada diez casos–, los oftalmólogos insisten en que «muchas veces no pueden contrarrestar el daño producido por el avance silencioso de esta enfermedad ocular».

La diabetes es una de las enfermedades no contagiosas más frecuentes en el mundo. Solo en España afecta a más de 6 millones de personas.

«Se trata de una enfermedad crónica que se caracteriza por la hiperglucemia. Es decir, por un aumento de los niveles de glucosa en sangre. A día de hoy afecta a más del 15% de la población española y a una de cada cuatro personas mayores de 65 años», explica el doctor José Carlos Fernández García, miembro de la Comisión Gestora del Área de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

«En realidad, existen muchos tipos de diabetes, y cada persona con diabetes tiene una diferente. Pero, básicamente, existen 5 grupos: tipo 2 (un 80% aproximadamente del total, con al menos 5 subtipos diferentes); un 10% de diabetes autoinmune; un 5% de diabetes de causa monogénica; otro muy amplio de miscelánea de diferentes causas; y una diabetes transitoria, que es la gestacional», enumera el doctor Fernando Gómez Peralta, coordinador del Área de Diabetes de la SEEN.

«Desgraciadamente, para un diagnóstico temprano, la mayoría de los casos son asintomáticos hasta que desarrollan los propios del órgano afectado en cada una de las complicaciones crónicas o agudas. En el caso de la descompensación aguda, que puede ser la forma de diagnóstico en algunos casos, la hiperglucemia grave se asocia a pérdida de peso, aumento de la cantidad y frecuencia de la orina, cansancio, visión borrosa, obnubilación y hasta coma», detalla el doctor Gómez Peralta.

«En el caso de que no exista un control adecuado de la diabetes, pueden aparecer diversas complicaciones. En primer lugar, se pueden producir complicaciones cardiovasculares como, por ejemplo, infartos, ictus, trombos o insuficiencia cardíaca. Esto llega a ser tan importante que, en conjunto, la enfermedad cardiovascular es la causa más frecuente de muerte en la persona con diabetes. Por otra parte, la enfermedad no controlada también puede producir daño a nivel de los ojos (retinopatía diabética), de los nervios (neuropatía diabética), o de los riñones (enfermedad renal diabética). En este sentido, es crucial prevenir el daño a todos estos niveles y eso se consigue manteniendo un peso saludable, realizando ejercicio físico de manera habitual, siguiendo una dieta mediterránea, evitando el tabaco y el alcohol y controlando de manera adecuada la diabetes», subraya el doctor Fernández García.