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39 puntos. Es la cifra que ya ostenta el Valencia CF. A efectos deportivos y prácticos, una cuantía que no debe suponer excesivos problemas ... para la traducción de una permanencia virtual, pero aún no matemática y que todavía queda por zanjar, en caso de que los rivales directos empujen con más fuerza en las jornadas restantes.
Tampoco permite mirar hacia cotas más altas con el empate cosechado contra el Espanyol, donde se tuvo que saber lidiar con un resultado inicial adverso. Javi Guerra hizo fuerza por todos para, al menos, rescatar un punto, pero nadie puso la puntilla necesaria, como muestra y claro ejemplo de una temporada en la que está costando un mundo. Capacidad de creer y de convicción no le falta a este Valencia, menos aún desde que el técnico de Cheste asumiera el mando del equipo, y junto al 'factor Mestalla' invita a empujar en cada momento. Pero si los valencianistas quieren a aspirar a algo más que a conformarse con estar ahora mismo en tierra de nadie y simplemente mantener la categoría, hará falta culminar con un plus.
Valencia CF
Mamardashvili, Foulquier, Mosquera, Tárrega, Gayà, Barrenechea (Pepelu, 83'), Javi Guerra, Diego López (Fran Pérez, 83'), Luis Rioja, Almeida (Rafa Mir, 53') y Hugo Duro
1
-
1
RCD Espanyol
Joan García, El Hilali, Kumbulla, Cabrera, Romero, Pol Lozano (Kral, 82'), Edu Expósito (Pere Milla, 69'), Urko González, Jofre (Joel Roca, 69'), Puado (Tejero, 86') y Roberto.
Goles: 0-1: Puado (39'). 1-1: Javi Guerra (56').
Fue una de esas jornadas atípicas: martes, con una jornada intersemanal de resaca por la Semana Santa, en donde a algunos aún les pilló en sus días de descanso, con una intensa lluvia que hizo acto de presencia en la ciudad en una tarde desapacible y cayendo de manera especialmente intensa durante la previa, pero con una ligera tregua posterior, y unas armas bien diferenciadas en las apuestas tácticas de ambos conjuntos, que no dejaba destacar a un dominador claro futbolísticamente hablando.
Si bien Carlos Corberán daba una continuidad a su apuesta con un juego de más temperamento y elaborado, en esta jornada con Hugo Duro como única y clara referencia ofensiva, los de Manolo González, recientemente nombrado mejor técnico del mes de abril por LaLiga, apostaron en ir por la vía más directa. Por momentos, esta segunda alternativa resultaba más efectiva, ya que el Valencia se mostró endeble y daba pie a algunas concesiones en la franja de tres cuartos, entre los defensas y centrocampistas. Tan solo el ímpetu de Tárrega, que iba a por cada balón sin titubeos y también dio lugar a un par de arrancadas hacia el ataque correspondidas por una fuerte ovación de la grada avivaba la llama que por instantes parecía apagada.
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El Valencia hubo de madurar el partido, más si cabe al encajar el primer gol. Un nuevo obstáculo en mitad del camino, con una falta ejecutada por el conjunto catalán y siendo Puado el encargado de meter la puntera del pie para transformar. Los blanquinegros no estuvieron lo más avispados que se requería, a la zaga volvieron a ganarle la marca y Mamardashvili no logró desviar ante un disparo próximo al área pequeña. Para más inri, el tanto desencadenaba de esa infracción que generó especial malestar, al señalar Pulido Santa el derribo del atacante visitante, cuando éste puso todo de su parte por caer al césped y engañó al colegiado. No era falta.
Sin embargo, de cara al segundo tiempo, se fue encontrando la profundidad ofensiva de la que se había carecido. Hasta ese momento, apenas un par de testarazos excesivamente mansos de Luis Rioja y Javi Guerra, así como otra internada de Hugo Duro en el área para forzar un córner, fueron las pocas señales de amenaza de los locales.
Este despertar llevó el nombre de Rafa Mir. Corberán optó por pasar a la acción con un 4-4-2 e introducirlo. De las botas del delantero desencadenaría precisamente, la acción que daría lugar a las tablas en el electrónico, con una acción conjunta bien interpretada para materializar el gol, único de la tarde a la postre, del Valencia. Si bien no pudo encontrar el espacio para disparar, el atacante Rafa Mir supo ser paciente, aguardó el desmarque de Rioja y el extremo encontró la asociación con Javi Guerra. El derechazo raso y cruzado del '8' valencianista fue inapelable y por segunda jornada consecutiva en Mestalla volvía a convertirse en goleador.
Eran momentos y tiempos para creer. No hay mejor época del año para ello, más si cabe cuando estás delante nuevamente de más de 42.000 almas presentes, que no dejaron de respaldar a cada minuto, creyendo que la remontada era más que posible. Pero no hubo milagro. Los deseos y plegarias de los valencianistas no se consumaron en hechos. En gran parte de ello, por un Joan García que volvía deleitar con sus estiradas, como acostumbra en cada uno de los estadios de la competición española y reafirmando que es uno de los cancerberos más en forma del todo el panorama europeo.
Porque si tras minutos de cierta expectación, y a la espera de una contribución mayor de los efectivos del banquillo, el Valencia no se hubiera topado con los reflejos providenciales del meta periquito, ese 'punch' se hubiera traducido en una remontada que no pudo ser culminada. En la cabeza de Gayà y en la capacidad de sumarse de Javi Guerra, que acarició el doblete, se tuvo ese primer y particular objetivo. Sin embargo, la impotencia al no encontrar la llave del gol, las decisiones de Pulido Santana y unas ideas que se fueron diluyendo por el derroche de fuerzas, se zanjaron con una equis.
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