Lim Go... Ron
En el desierto de Peter Lim aparece un nuevo oasis en el horizonte. No sabemos si esta vez será real o estamos ante otro espejismo singapurense
Terminaron las vacaciones futboleras y, por tanto, también las mías cada jueves en LAS PROVINCIAS. Les va a sonar extraño, pero tenía muchas ganas de ... volver a escribirles cada semana esta columna. La explicación es sencilla; primero siempre he considerado que somos una gran familia los lectores y los que nos dirigimos a ellos. Y, segundo, ya son más de veinte años en este maravilloso rincón de mi periódico de toda la vida. Total, que como toda buena familia, qué quieren que les diga; les echaba de menos. Gracias a todos por aguantarme un año más.
Quisiera empezar la temporada felicitando al Levante. La ciudad de Valencia vuelve a tener dos equipos en Primera División gracias a José Danvila y Julián Calero, los dos grandes artífices del milagro granota. Porque, claro, hay que hablar de milagro si uno asciende con deudas por las orejas y un presupuesto para no bajar. El Levante ha vuelto a su lugar por historia, masa social creciente y porque esta ciudad no merece menos; dos equipos en Primera División. Ojalá para siempre. Y luego está el Valencia que tantas letras ocupa de mi tiempo cada temporada. Lo peor de este inicio de curso es que me marché con Peter Lim en el Valencia y con Peter Lim he regresado. El ansiado momento de que el máximo accionista singapurense abandone por fin nuestras vidas todavía está por llegar. Porque, no lo duden, llegará. Lo segundo que no ha cambiado es la ausencia de presidente. ¿No lo han notado?
Kiat Lim es presidente desde antes del verano y han visto al hijo del jefe por Mestalla las mismas veces que yo; ninguna. Cero. Hemos metabolizado que la silla del presidente en Mestalla esté siempre vacía. Es el presidente ausente. A cambio, ha aterrizado Ron Gourlay, cuyo nombre cuando llegó se relacionaba jocosamente con la famosa bebida caribeña mezclada con la famosa cola gaseosa. Quizá había algo peyorativo en ello siendo el enésimo empleado de Peter Lim que aterrizaba en Valencia tras Layhoon Chan, Anil Murthy, Kim Koh y demás personajes de habitación oscura. Por qué fiarse del nuevo ¿verdad? Pero tengo la sensación que, hoy, la sensación general es distinta. No con Peter Lim, que ya no engaña a nadie, sino el margen de maniobra que a todo nuevo hay que otorgar.
Decir Gourlay es decir Lim, pero también es decir Carlos Corberán. Y de Corberán sí te puedes fiar. Y, de momento, a falta de dos semanas para el cierre del mercado, no se puede decir que este sea un verano como los anteriores. Habrá que mantener la lógica cautela porque esto ya lo hemos visto más veces —lo de empezar abriendo la mano y de repente cerrarla hasta la asfixia— pero el binomio Ron Gourlay-Carlos Corberán ha traído al equipo de fútbol —el gran abandonado de Lim— aires nuevos entre fichajes y cedidos. Se ha renovado a los tres grandes emblemas de cantera —especialmente importante la de Javi Guerra— y no se ha desmantelado el equipo como otras temporadas. Solo Cristhian Mosquera ha salido vendido del once titular (Mamardashvili estaba vendido desde el verano pasado). Si a eso le sumamos que aún faltan piezas por llegar concluiremos todos que este no es un verano habitual con Lim. Parece otra cosa.
¿Eso cambia nuestra percepción del dueño? En absoluto; que se marche mañana. ¿Es suficiente para este club? Ni de coña. Aquí siguen faltando mil cosas para volver a ser lo que el Valencia siempre fue. Pero se puede decir 'Lim go home' y no dejar de ver que con Gourlay y Corberán se está operando como un club de fútbol medio normal. El tiempo dirá —como ha hecho siempre— si esto es de verdad o es otra gran mentira de Peter.
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