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La noche del sábado 17 de octubre de 1970, Valdez debutó con el Valencia. En el Molinón, los valencianistas se impusieron al Sporting de Gijón ... por la mínima, gracias a un gol del defensa paraguayo Aníbal. Aquel encuentro correspondía a la sexta jornada de una Liga que terminó en las vitrinas de Mestalla. Casi ocho años después, el miércoles 5 de abril de 1978, en Elche, el extremo zurdo jugó por última vez con el Valencia. Aquella noche, los goles de Saura y Felman sirvieron para cerrar el triunfo por 0-2 ante los ilicitanos. Un resultado que garantizaba virtualmente la clasificación para Europa.
Entre una cita y otra, Óscar Rubén Valdez protagonizó una trayectoria con puntos álgidos, sobre todo al principio, y otros más discretos en consonancia con el rendimiento colectivo del equipo. La singularidad de su juego, el amplio repertorio de recursos que exhibía y el magnetismo que irradiaba su figura lo elevaron a la condición de referente de un equipo que acaparó un enorme protagonismo a principio de los años 70. El Valencia ganó una Liga y luchó hasta la última jornada por otra que perdió después de un arbitraje de juzgado de guardia en el duelo decisivo. Presente en dos finales de Copa, las del 71 y el 72, marcó en ambas. Sus goles fueron de una enorme belleza y plasticidad, pero, en ambos casos, se esfumó el título. Especialmente dolorosa fue la derrota sufrida en la primera, después de dominar por 2-0 al Barça. El arbitraje y la expulsión de Sol provocaron la decepción.
Valdez destilaba un virtuosismo arrebatador. Su juego impactaba. No era constante, tampoco un goleador asiduo, pero su sola presencia en el terreno de juego justificaba la asistencia al partido. No pasaba desapercibido ni en sus días más discretos. La grada de Mestalla lo veneraba, sabía que pertenecía a una especie diferente. Los mayores nos hablaban de Gorostiza y Seguí, pero con Valdez llegó otra clase de 11, el extremo diferente que desbordaba con elegancia y picardía, sutil en sus movimientos, maniobraba con la gracia exclusiva de los elegidos. Así era Valdez, futbolista del que siempre se esperaba lo mejor, al que la inspiración le permitía toda clase de genialidades. Igual marcaba cuatro goles en 20 minutos y convertía Mestalla en un manicomio, como era capaz de marear a la defensa de la 'Naranja Mecánica' en Ámsterdam y firmaba dos goles en una actuación magistral.
Su figura invitaba a la devoción. Una generación de admiradores se sintió atraída de forma irremediable, lo veneró y lo imitó en el intento frustrado por parecerse al ídolo. Con Valdez en el campo podía surgir la magia de una acción inverosímil o de un gol antológico. Su estreno se retrasó más de un mes por problemas burocráticos. Con la documentación en regla, llegó su primer gol en el Camp Nou, gracias a un remate raso que se le coló a Sadurní entre las piernas. Triunfo valencianista por 0-2 y punto de inflexión. Los hombres de Dí Stéfano se encaminaban directos hacia la gloria. La despedida liguera de Mestalla en aquella Liga tuvo a Valdez como protagonista, ante el Elche, en la penúltima jornada, marcó un doblete pero no pudo acabar el encuentro por culpa de una lesión que le impidió estar presente en el decisivo choque de Sarrià.
Repuesto para la Copa, el argentino brilló con luz propia y marcó en todas las eliminatorias y en la final. Sus mejores campañas fueron las dos siguientes, en las que se le abrieron las puertas de la selección. Valdez se ganó a pulso su presencia en el combinado dirigido por Kubala. En el verano de 1973, estuvo a punto de salir del Valencia rumbo al Barça que negociaba el fichaje de Cruyff. La incorporación al conjunto de Mestalla del austríaco Kurt Jara, un veloz extremo zurdo, alteró el papel de Valdez. El traspaso, finalmente, no cuajó. La llegada de Ciric al banquillo y una enfermedad le dejaron fuera de combate durante gran parte de la siguiente temporada, la 74-75.
Junto a Rep y Keita compartió delantera un año después y dejó, según su propio testimonio y el de quienes fuimos testigos presenciales, el mejor gol de su carrera en la jornada final de aquella Liga. Curiosamente lo logró gracias a un espectacular remate de volea con la pierna derecha ante el Racing de Santander en el triunfo por 3-0. Valdez fue el cuarto tenor cuando desembarcaron Diarte y Kempes, que junto a Rep formaron una vanguardia legendaria. El argentino aportó juego y goles. Se fue del Valencia al mismo tiempo que Claramunt y Jesús Martínez. Su huella en la banda izquierda de Mestalla no se podrá borrar jamás.
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