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Gayà, a su llegada este sábado a Paterna desde Doha. irene marsilla

«¡Eres muy grande Gayà!»

El capitán del Valencia empieza a tratarse el tobillo nada más regresar de Qatar | El jugador llega a Paterna sin cojear, llevando su maleta y andando con normalidad después de todo el viaje tras dejar la selección

Sábado, 19 de noviembre 2022, 11:12

José Luis Gayà y Pilar Avilés ni se conocen ni han hablado nunca. Pero esta mujer lo tenía claro. Nada más levantarse este sábado decidió que tenía que ir a mostrar todo su apoyo y cariño hacia el capitán del Valencia, que vive los peores días de su vida como profesional. Todo futbolista sabe que hay que aprender a convivir con las lesiones pero cuesta digerir que por un simple esguince de tobillo te descabalguen abruptamente de un Mundial. Por eso, Pili cogió el coche y se plantó a primera hora de la mañana de este sábado en la barrera de la ciudad deportiva. Apenas un pequeño grupo de periodistas montaban guardia. A las 10.35 horas se produjo la escena. Gayà volvía a su cruda realidad. En ese momento, un coche -chófer incluido- de una conocida empresa de alquiler aparecía por Paterna. En su asiento trasero y medio dormitando por el cansancio de los vuelos, el capitán del Valencia. A su lado, otro que también llevó el brazalete en bastantes ocasiones y que también sabe los sinsabores de situaciones de este calado: Fernando Giner, presidente de la Asociación de Futbolistas del Valencia pero en este caso ejerciendo su papel de uno de los delegados que tiene la selección española de Luis Enrique. Se levanta la barrera de acceso con el único sonido de los flashes de los fotógrafos. El bullicio de un Mundial contra el silencio casi absoluto de la soledad del descartado.

Si la personalidad de Gayà siempre se ha caracterizado por su discreción y por su sentimiento profundo hacia unos colores como son los del Valencia, esta vez no ha querido ser menos. No hay recibimiento de masas ni saludos de dirigentes, ni por desgracia para él, el propio calor que siempre dan los compañeros en el día a día. El jugador pretende pasar página lo antes posible de este mal trago. Ni hizo declaraciones al entrar ni hora y media después al salir. Él lo prefiere así. Ya habló en el aeropuerto de Qatar. Ahondar en la herida sólo supondrá seguramente refrescar la rabia y pisar un jardín propiedad del seleccionador.

Gayà baja del coche y camina sin dar ni una sola muestra de cojera hacia el interior del edificio principal. Cabizbajo y arrastrando una maleta que nunca pensó en deshacer tan pronto. Es entonces cuando empiezan los aplausos desde la distancia y cuando Pili Avilés descarga una adrenalina contenida: «¡Eres muy grande, Gayà!». El de Pedreguer levanta la mirada y saluda tímidamente con la mano. No tiene fuerzas ni ganas para más, sólo para agradecer esta muestra de afecto que al contrario que a lo mejor pudiera pensar, no es para nada improvisada. «Vivo cerca y sé que en estos momentos es cuando más sentimiento de agradecimiento y apoyo debemos tener con nuestro capitán. Gayà merecía un mejor recibimiento pero en estos tiempos parece que el fútbol se está deshumanizando. Es lo mínimo que podía hacer por él».

Pocos instantes después llega uno de los fisios que cuidan a los futbolistas del primer equipo. Gayà quiere estar listo lo antes posible para Gattuso. El tobillo requiere atención. Fuera, el bullicio empieza a crecer entre la chavalería que llega para jugar partidos contra los equipos de la Academia. La presencia de periodistas despierta la atención y la mayoría pregunta: «¿Estáis por Gayà?». Algunos aficionados de avanzada edad lo tienen claro: «Lo que ha hecho Luis Enrique... no hay derecho». Gayà sale en el coche conducido por el jefe de prensa. Aplausos y un gesto de agradecimiento. Empieza el Mundial más amargo para él y cuatro años de espera para el desquite.

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