El Guedes de los cuarenta millones entierra al Eibar

Guedes ha tenido multitud de versiones. El deslumbrante de la media temporada inicial, cuando llegó cedido por el PSG; el ilusionante cuando aterrizó en Manises cogido de la mano de Peter Lim a cambio de cuarenta millones para el jeque del club parisino; el funesto en el resto de su estancia en Mestalla; y el opositor a ser protagonista en la próxima Eurocopa. Vestiría con la camiseta de Portugal, pero para ganarse el puesto debía brillar con el Valencia. Ha ido modelando su juego en los últimos choques y ayer frente al Eibar acabó lucidor. Dos goles y una asistencia para mandar al Eibar, un club ejemplar, a Segunda División. Todo ocurrió bajo la vista de la afición blanquinegra. Fueron pocos pero se hicieron notar. Los 3.000 que volvieron a casa disfrutaron de nuevo con el deporte y se vaciaron contra los dirigentes. Peter Lim tendrá que acudir hoy al otorrinolaringólogo. En alguna de sus clínicas tendrá alguno. Casi le reventaron los tímpanos. Pagó la frustración del pueblo, de esa gente que en el único partido que pudo ver en directo a sus futbolistas tuvo que desembolsar más de lo que esperaba. ¿Y qué pasó? Que sólo se vendieron tres mil de las cinco mil posibles. Muchos me parecieron. Ni lo merecían los de la corbata ni los del pantalón corto, que al menos lograron evitar protagonizar la peor temporada en puntuación desde que las victorias valen tres puntos. Un exitazo, vamos. Al menos los presentes vieron cuatro goles de su equipo. Todos de bella factura.

Con el nuevo sistema de Voro heredado de Javi Gracia, Guedes no juega ni de delantero ni de extremo. Forma un dúo con Kang In por detrás de Maxi. El portugués escorado a la izquierda y el surcoreano a la derecha. Y el portugués ha encontrado su sitio. Liberado, bullicioso, veloz, dispuesto, batallador, dinámico, goleador. Feliz. El de los cuarenta millones. Necesitó tres minutos para marcharse por velocidad a pase maestro de Carlos Soler para batir a Dmitrovic con su pierna izquierda. Cruzó el balón con maestría por debajo del portero. Se sentía observado y se puso zapatos de charol. El Eibar no acusó el golpe. Quedaba mucho. Expósito lanzaba un chut medido que rozó el poste. Pero el conjunto armero estaba condenado. Porque si se animan Guedes, Carlos Soler y Gayà la vida valencianista puede ser maravillosa. En la siguiente posibilidad fue el mundo al revés. El portugués asistía al centrocampista canterano para anotar el segundo. Veinte minutos y dos goles. Ver para creer. La posesión era mayoritaria para el Eibar. Pero tocar el balón en horizontal es lo más inútil del mundo. El Valencia robaba y la aceleración era casi automovilística. El tercer gol fue el mejor ejemplo. Kang In toma la pelota, se la cede a Guedes, este a Gayà y el lateral se la pone a Carlos Soler para que marcara como le pasaba a Felipe II con el billar para que embocara las bolas.

Una delicia de tanto que enfadó a Mendilibar. Quedaban diez minutos para acabar la primera parte y enviaba al vestuario a Muto y Kevin Rodrigues para sacar a Bryan Gil y Sergi Enrich. Realmente el técnico tendría que estar molesto consigo mismo por dejar en el banquillo a su mejor hombre. El sevillano es puro nervio. Un agitador. Veloz y brillante. Tanto que instantes después de pisar el césped marcaba para el Eibar. Daba una hilo de esperanza para evitar el descenso. Pudo acercarse a ello cuando moría la primera mitad, con un balón al palo de Arbilla y un remate a bocajarro de Sergi Enrich. Pero emergió Cillessen para seguir ahogando al conjunto vasco.

Pero la intranquilidad la mató Guedes con su segundo tanto nada más pisar el césped. Su asistente en este caso fue Maxi Gómez. El portugués dispuso de alguna más, como también Gayà con un lanzamiento lejano que sorprendió a Dmitrovic. En el Eibar lucía Bryan Gil, que se iba cambiando de banda buscando huecos. Tuvo varias. También Sergi Enrich y Recio. Pero nada.

El descenso del Eibar se consumaba en Mestalla, un templo que volvió a tener alma. Ahora falta que el equipo le acompañe. Meriton tiene la palabra. Y si no quiere, que deje paso. Así de fácil.

El Valencia CF recibe a la SD Eibar en la penúltima jornada de LaLiga Santander sin nada en juego. El equipo valenciano llega con la salvación matemática conseguida mientras que el conjunto vasco se juega la vida en un partido que puede costarle el descenso en caso de derrota. El Valencia de Voro volverá a ser juez de la permanencia en el primer partido después de 14 meses en el que volverá a haber público en el campo de Mestalla.