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El mundo ya se ve de otro color

El Valencia rompe la racha y firma en Anoeta su primer triunfo del curso

Toni Calero

Valencia

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Sábado, 29 de septiembre 2018

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La Real Sociedad recibe al Valencia CF en el partido correspondiente a la séptima jornada de la Liga, a las 13 horas en el Estadio de Anoeta.

Once del técnico del Valencia, Marcelino García Toral: Neto; Lato, Diakhabi, Paulista, Vezo; Cheryshev, Kondogbia, Parejo, Soler; Batshuayi y Gameiro.

Once del técnico de la Real, Asier Garitano: Moyà; Zaldua, Aritz, Raúl Navas, Rodrigues; Zubeldia, Illarramendi, Merino; Oyarzabal, Zurutuza y Willian José.

Revive la narración del partido en lasprovincias.es.

LA PREVIA

Cinco empates y una derrota para una conclusión. «El Valencia empata más que el Alcoyano», admitió ayer Marcelino en la previa de un encuentro difícil, en Anoeta, donde el año pasado el conjunto blanquinegro fue capaz de llevarse la victoria dentro de una racha triunfal de resultados. La historia ahora es bien diferente. El Valencia no arranca en el segundo proyecto del asturiano. «Estamos cerca de la victoria», apuesta Marcelino. Y es cierto que la rozó contra el Celta, pero un error de última hora volvía a arruinar el triunfo. Así que a la séptima jornada llega el Valencia con la necesidad imperiosa de vencer porque no le sirve otra cosa. A las puertas de Old Trafford, donde espera el Manchester United, es momento de que los blanquinegros demuestren lo repetido una y otra vez por Mateo Alemany y el propio Marcelino: la Liga es prioritaria para consolidar esta era.

Al técnico no le cuadran tantos lamentos y oportunidades perdidas en este principio de curso. «No hago cuentas a largo plazo, no esperaba este inicio. No esperaba estar seis partidos sin ganar. Si me lo dicen al principio, digo, ¿estás loco?», soltó el entrenador valencianista. Pero no. Las circunstancias son las que son. El equipo blanquinegro mejoró en las dos últimas jornadas pero no le dio para ganar. Marcelino, «frío en el análisis», considera que tantos empates significan que se acerca la victoria. Con cinco puntos en el zurrón, de momento el único consuelo pasa porque los rivales directos en la lucha por la Liga de Campeones están relativamente cerca: «Pienso que al final de la primera vuelta no va a haber una diferencia grande con el Sevilla o Villarreal. Nuestros rivales directos nos llevan cuatro o cinco puntos, en seis partidos de LaLiga no me parece una diferencia definitiva».

La distancia no abruma, pero puede ser mayor si hoy el Valencia se permite otro despiste en Anoeta. Además de la Real Sociedad, el calendario también juega, así que hoy Marcelino dispondrá el séptimo once diferente en otras tantas jornadas. Revolución continua y rotaciones. Cristiano Piccini se cayó de la convocatoria por un proceso febril, Gayà está sobrecargado muscularmente y necesita mimos, mientras que Ezequiel Garay descansa pensando en lo que está por venir. Santi Mina, en el dique seco, se suma a los ausentes para el partido de Anoeta. Jugará Toni Lato en su debut esta temporada. Y en principio, regresará Parejo tras cumplir un partido de sanción al centro del campo. Teniendo en cuenta que Coquelin ha pasado de cero a cien en unos cuantos días, hoy empezará en el banquillo y Kondogbia será titular. Se prevén además movimientos en ataque: Rodrigo y Batshuayi fueron los elegidos contra el Celta y Marcelino volverá a rotar por la cercanía de los duelos ante el United y el Barcelona. « Tenemos potencial ofensivo para que en cualquier momento llegue ese gol y eso aumente la confianza de los jugadores», reflexionaba ayer el preparador del Valencia.

La Real acude a la cita después de tropezar en casa (2-2) contra el Rayo Vallecano, pero el conjunto de Asier Garitano está cómodo en la tabla (ocho puntos) teniendo en cuenta que la reciente llegada del técnico vasco varió la filosofía blanquiazul. Theo Hernández y Juanmi se pierden la visita del Valencia por sanción en una Real con altas dosis de talento en el medio y la delantera.

Y al séptimo día, el Valencia recordó cómo se siente uno cuando gana. Después de seis balazos al aire, no importaba demasiado el método. Profanar Anoeta era pura obsesión, la necesidad del grupo de soltar un grito libertario. El mundo, el futuro inmediato, e incluso la temporada del centenario, por ir más lejos, se ve ahora de otro color. Los futbolistas celebraron el pitido final de Gil Manzano a lo grande, conscientes de lo doloroso y complicado que hubiera resultado tropezar por tercera vez en la misma piedra. En los dos partidos anteriores mejoró su versión el conjunto blanquinegro, pero no le llegaba para vencer. Hasta ayer. Lo hizo por una mezcla de convicción, repetición de automatismos y la suerte, que vino a visitar a Lato cuando las inacabables piernas de Neto recibieron el impacto del balón de Willian José. El Valencia sufrió para derrotar a una decepcionante Real Sociedad, con mucho fútbol en su vestuario y sin embargo, torpe y nerviosa en los momentos más relevantes del partido.

Decía Marcelino que tres semanas atrás su equipo parecía la verbena de la paloma. Apuntado de otro modo, nada en este Valencia fluía. Era un quebradero de cabeza casi inexplicable, teniendo en cuenta que el año pasado se abrazó la Champions y la labor de verano sólo hizo que mejorar la plantilla. El conjunto blanquinegro se había convertido en el rey del empate, dudoso honor, y por ello ayer caminaban ligeros y sonrientes Alemany y Longoria sobre el césped de Anoeta. Tan sólo unos instantes antes habían visto a su equipo tirar de pragmatismo para sumar los primeros tres puntos de una tacada en esta Liga. Y eso, a un ratito de verse las caras con el Manchester United en Old Trafford, sabe a gloria por cuanto significa de refuerzo moral para Marcelino y sus jugadores.

Sin el asturiano en el banquillo por el castigo de su expulsión en Vila-real, fue Rubén Uría quien más cerca viviría el inquietante inicio del Valencia. El equipo parecía continuar en el bosque de Irún donde fue a soltar las piernas el día anterior. Diakhaby y Paulista facilitaron los primeros sarpullidos con dos errores consecutivos en la entrega que la Real no supo aprovechar. Ellos dos, Diakhaby y Paulista, formaban parte del plan de Marcelino para Donosti. Hasta ocho variaciones incluyó el entrenador respecto al compromiso ante el Celta. Dentro de la revolución total, el sorprendente cambio de los cuatro hombres de la defensa. Si el calendario aprieta, Marcelino le contesta con muchísimos cambios aún a riesgo de no consolidar un bloque. De sus manifestaciones se concluye que está convencido de seguir así.

Salió tan mal el Valencia al remozado campo de la Real (más caliente sin la pista de atletismo) que a los quince minutos Lato ya había visto una preocupante amarilla con Parejo regalando posesión a los donostiarras de forma continua. El capitán estaba 'out' pese a tener a su lado a Kondogbia para combatir la materia gris de la Real. Pintaba feo el asunto para el Valencia, que ni pudo celebrar el tanto de Gameiro por lo evidente de su fuera de juego. Al menos, Batshuayi y el francés avisaron a la tropa de Garitano y a su propio equipo: el rival no estaba fino y la probabilidades de ganar crecían.

Pese a entrar tarde a la fiesta, un buen Valencia se dejó ver a partir de la media hora de juego. Con autoridad y ganándole metros a la Real, una acción de tiralíneas con Cheryshev asistiendo de forma precisa, Gameiro al fin se estrenaba como goleador en el conjunto blanquinegro. El 0-1 era un auténtico tesoro porque hasta ese momento, ni Willian José ni tampoco Oyarzabal habían conseguido hacer daño. Sí respondió Elustondo con un cabezazo limpio que Neto mató con una gran parada.

¿Aguantaría el tipo el Valencia sin permitirse un desliz como el que provocó el gol de Iago Aspas? Quedaba mucho y la incógnita revoloteaba Anoeta porque Sandro salió revolucionado en su debut. El buen arranque de la Real lo pagó Vezo, respecto de una buena bronca de Uría por llegar tarde a una defensa. Los delanteros elegidos por Marcelino dieron vida a sus compañeros con un juego inteligente y maduro: tanto Gameiro como Batshuayi sujetaron el esférico el tiempo suficiente para permitir un respiro. Desde su palco, Marcelino entendió que el partido estaba demasiado vivo. Había que cerrarlo sí o sí. Y la ejecución de la idea necesitaba de la velocidad de Guedes. El portugués cumplió su cometido mientras Cheryshev, uno de los mejores del Valencia, se iba al banquillo para evitar una segunda amarilla.

Real Sociedad

Moyá; Zaldua (Sandro, min. 46), Aritz, Navas, Kevin; Illarramendi, Zubeldia, Merino (Rubén Pardo, min. 13), Zurutuza; Willian José, Oyarzabal ( Jon Bautista, min. 76).

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Valencia

Rubén Vezo, Paulista, Diakhaby, Lato; Carlos Soler, Parejo, Kondogbia (Coquellin, min 75), Cheryshev (Guedes, min. 65); Batshuayi (Rodrigo, min. 67), Gameiro.

  • GOL: 0-1. Min. 35: Gameiro.

  • ÁRBITRO: Gil Manzano (Comité Extremeño). Amonestó a Zubeldia, Sandro, Lato, Cheryshev, Neto, Vezo y Carlos Soler.

  • INCIDENCIAS: 23.577 espectadores en un mediodía soleado en Anoeta.

Un déjà vu recorrió la mente de los blanquinegros con el penalti de Lato. No dudó Gil Manzano, raudo para señalar la pena máxima. Esta vez la fortuna dio la espalda a la Real y fue aliada del Valencia, porque Willian José tiró mal y Neto empequeñeció la portería para mantener la ventaja de su equipo. Rodrigo y Coquelin, suplentes por el baile en el once, gozaron de escasos minutos pensando en el United y el Barça, pero en esos momentos creció la figura de Carlos Soler. El canterano, de nuevo en la banda derecha, sacó el carácter y el compromiso para pelear todos y cada uno de los balones en esa recta final.

Sin tiempo y con la afición donostiarra criticando, música de viento, la actuación de la Real, el Valencia sí supo conservar la renta y estirar el cuello en la clasificación. Acumula ocho puntos en seis partidos, pero en estas últimas tres jornadas el paso adelante invita a un moderado optimismo. Algunas de las figuras del vestuario están despertando y Neto sólo ha encajado un gol en 270 minutos. En La Cerámica se advirtieron mejoras del Valencia, ante el Celta mereció ganar y ayer concretó una victoria imprescindible para creer.

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