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La alergia al contacto sale cara
El juego de toque que quiere Gattuso se topa ante un equipo con la presión muy alta y que le quita todos los espacios
La parábola de la derrota útil de Valdano, tras aquel nefasto partido ante Las Palmas es una eliminatoria de Copa, siempre ha opositado no sólo a una de las absurdas de la historia sino a enervar el enfado del seguidor valencianista cuando presencia un partido nefasto. La que sufrió el equipo de
Rayo Vallecano
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Valencia CF
A Gattuso le faltó en verano encadenarse a la casa de Arthur Melo para que Peter Lim hiciera el esfuerzo de llegar a un acuerdo con la Juventus para su cesión. El calabrés sabía que ese perfil era necesario. El argumento interno siempre fue el de que era una operación sin encaje en el Fair Play ni en la realidad económica del club. Tampoco una inversión en un fichaje de ese perfil. Todo correcto hasta que Mendes se sacó de la chistera a André Almeida por 7,5 millones en la recta final del mercado. Para Gattuso, de momento, es un jugador de la segunda unidad. Un cromo más repetido en su plantilla. Ante un Rayo que saltó a presionar y a morder en los tobillos la línea de flotación marcada por Nico González, Guillamón y Yunus Musah naufragó. Desde el primer minuto. Entre los tres suman 61 años y un listón aún por descubrir. Son muy buenos. Ese no es el debate. El problema es que la temporada se le puede hacer muy larga al Valencia en el formato de partido de Vallecas y, como ya ocurrió en algún tramo del choque en San Mamés, los rivales ya están avisados. Con tres derrotas en los primeros cinco partidos, Gattuso está obligado a encontrar una fórmula para que exista esa alternativa dentro de la bisoñez de su plantilla.
Lo ocurrido en el campo de la calle del Payaso Fofó, no sólo fue culpa de la falta de contundencia y creación del centro del campo. Sería absurdo pensar eso. La desconexión fue total. A los cinco minutos, el Rayo ya iba por delante tras una jugada de estrategia y un despiste en la marca de Hugo Duro sobre Isi en un saque en corto de Trejo. Gayà, que a sus 27 años debe de asumir un rol de veterano dentro de la actual plantilla, intentó levantar en ese momento la moral de la tropa pero el Valencia ya fue una lágrima hasta el toque de campana de la pausa de hidratación a la media hora. A esas alturas, el marcador no era más amplio gracias a las paradas de Mamardashvili. De largo, el mejor de su equipo. Gattuso se desgañitó para activar a sus futbolistas, que entendieron que debían priorizar escuchar a su entrenador al beber agua. La bronca del profesor sirvió para estirar algo las líneas, aunque sin ningún disparo a puerta sobre la portería de Dimitrievski. Al descanso, el dato de los remates a portería era de 4-0 y el dominio de la posesión (56% para el Valencia) sin ningún efecto en el partido. Fuegos fatuos.
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El gran problema para el Valencia, y para Gattuso, es que tras el paso por vestuarios no cambió nada. El Rayo dominó el tempo del partido desde el arranque, ganando la inmensa mayoría de duelos y de segundas jugadas. Cuando un partido se desnivela de esa forma, lo de la posesión es una mera estadística para los amantes de las mismas. Como reconoció el propio Gattuso tras la derrota ante el Atlético, la clave es tenerla en el último tercio del campo rival. Es ahí donde vienen las ocasiones y, por tanto, la posibilidad de marcar.
Por si no le faltaban desgracias a los valencianistas en una de esas tardes para olvidar, Nico González fue protagonista en las dos jugadas que sentenciaron el partido. En la primera, mandó el balón a las fincas anexas al estadio tras una asistencia de Yunus. El gallego no se lo podía creer, puesto que tenía toda la portería del Rayo y ningún rival a varios metros a la redonda para ponerla colocada en cualquier ángulo de la red. Pocos segundos después acertó con la portería... pero en la propia. Tras un saque de esquina de Isi, el canterano del Barça intentó despejar con la izquierda pero su toque con la cara interna se marchó disparado como un misil a la red de Mamardashvili. Un error de concentración, por la posición del cuerpo, que resultó definitivo.
Los brotes verdes de los últimos minutos, con un arreón que llegó con el refuerzo ofensivo de Marcos André y Kluivert que se manifestó en el gol en el descuento de Diakhaby, no debe esconder el bosque. El Valencia necesita encontrar esa fórmula para los partidos trabados. En un fútbol donde cada detalle se estudia, a buen seguro que los próximos rivales de los de Mestalla van a estudiar a conciencia lo ocurrido en Vallecas. Eso, recordando de nuevo a Valdano, no tiene nada de útil. Preocupa... y mucho.
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