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El derbi más largo y silencioso de la historia

El derbi más largo y silencioso de la historia

Después de 94 días, vuelve el fútbola Mestalla con un partido marcado por la incógnita de saber cómo van a responder el Valencia y el Levante

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Domingo, 7 de junio 2020, 22:23

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Por fin vuelve el fútbol. Bueno, el medio-fútbol. La 'nueva normalidad', lema de cabecera de Pedro Sánchez, va a devolver el derbi del viernes que viene entre Valencia y Levante a los orígenes del fútbol, ese que se jugaba prácticamente con apenas algunos padres y madres en la grada. Ahora, en cualquier caso, no habrá ni eso. Cualquier partido de prebenjamines de un frío sábado de febrero a las 8 de la mañana tenía más espectadores que si sumamos todos los 'privilegiados' profesionales que tendrán acceso a Mestalla dentro de cuatro días. Tres meses después, 94 días para ser más exactos, el estadio valencianista volverá a abrir sus puertas, apenas unas pocas, para acoger el duelo de Liga número 14 entre ambas entidades en la máxima categoría, una cita que se tenía que haber disputado el 15 de marzo pasado. Ni partido de alto riesgo, ni marcha procesional de la afición granota desde el Ciutat a Artes Gráficas, ni cánticos desagradables lanzados de unos a otros, ni saludos protocolarios ni nada que se le parezca... más silencio que otra cosa, por mucha megafonía ambiental que se pueda poner para amortiguar los gritos y expresiones habituales de los protagonistas, esos que suelen pasar desapercibidos cuando hay cincuenta mil voces en la grada.

Antes, eso sí, el miércoles habrá un ligero tentempié con los minutos que faltan del Rayo-Albacete de Segunda y un primer plato ya contundente el jueves con el Sevilla-Betis, donde estarán muy atentos sobre todo los valencianistas. Los sevillistas están a cinco puntos y hay muchísimo todavía por decidir en lo que a la clasificación europea se refiere.

Llega la hora de los partidos sobre en el césped y no en la play, de la vuelta de una actividad profesional que se ha visto afectada en lo que a salarios se refiere. Jugadores, entrenadores y hasta directivos (tanto de un club como de otro) han visto cómo se les ha recortado su salario en un porcentaje al menos significativo, más acusado en el lado valencianista (en torno a un 9%). El Levante lo hizo público de una manera patente con un comunicado en el que se detallaba que la rebaja si se jugaba a puerta cerrada –como es el caso– sería de un 3%, porcentaje que puede variar en función de la clasificación final en la Liga. El Valencia, que sí hizo un ERTE para sus empleados a diferencia de los granotas, prefirió no dar cifras y quedó flotando en el ambiente que Murthy lo tuvo mucho más cuesta arriba que Quico Catalán a la hora de negociar con la plantilla el recorte. Ambos presidentes viven una realidad muy diferenciada, teniendo el granota una mejor acogida entre sus aficionados que el valencianista, muy criticado por su propia gente.

De momento y en lo que a números se refiere, quien afronta en mejor disposición no sólo este duelo sino los otros diez partidos restantes son los levantinistas, mucho menos agobiados. ¿Por qué? Pues porque están a prácticamente un paso de haber cumplido el objetivo de la temporada. Nueve puntos –faltan por jugarse 33– decía hace unos días Paco López que harían falta para dar el asunto de la permanencia por zanjado. Se colocaría el Levante con 42, quizás demasiados si se tiene en cuenta que el corte para el descenso puede estar algo más bajo este año. El Valencia, con nueve puntos más, por ejemplo, fracasaría por completo. A Celades le va poco menos que la vida en este incierto tramo de competición. Si el catalán mantiene la misma dinámica de puntos que ha sumado desde que se hizo cargo del equipo (una media de 1,53), el Valencia tendría problemas incluso para meterse en esa última plaza para Europa.

Superada ya la pelea por dejar claro que el séptimo clasificado se mete en la Europa League, ahora toca plantearse si de verdad este equipo está o no capacitado para luchar por la cuarta plaza. Celades ha sido mucho más prudente que los pronunciamientos que han hecho algunos de sus futbolistas. El Valencia está más lejos de la Champions (5 puntos) que del Villarreal, que es quien le persigue en la tabla (4 puntos) y con quien todavía tiene que verse las caras. Encima, tras este arranque contra los levantinistas, al Valencia le espera de inmediato en Valdebebas el Real Madrid. Al Levante, en La Nucía, otro hueso: el Sevilla.

Nadie sabe cómo van a responder los jugadores, ni de un bando ni de otro. Este primer partido va a ser un ensayo a todos los niveles. Lo de jugar en silencio tiene su miga. En la Bundesliga, por ejemplo, en la primera jornada que se disputó tras el parón (a mitad de mayo) se registraron cinco triunfos visitantes, tres empates y tan sólo una victoria local (la del 4-0 del Dortmund frente al Schalke 04).

El dato es cuanto menos inquietante para los intereses valencianistas, que aunque cuentan con las apuestas claramente a su favor (en torno al 70% según algunas empresas), no se han despegado de esa irregularidad que a lo largo de la temporada tan sólo les ha permitido estar una sola vez en la quinta posición.

La Federación Italiana ha dispuesto como medida preventiva un algoritmo que, basándose en los resultados cosechados por un club hasta una determinada fecha, determine la tabla final en caso de interrupción definitiva de la temporada. Al Valencia un hipotético algoritmo lo dejaría fuera de sus necesidades más básicas, pero al Levante le daría paz.

Pero en fútbol hay muchísimas cosas intangibles. El parón, por ejemplo, ha trasformado al Valencia por dentro. El panorama que tenía antes de la pandemia era desastroso, con una enfermería que no había forma de vaciarla. Celades perdió a Piccini pero ha recuperado a los Vallejo, Guedes, Rodrigo y Maxi; mientras que Paco López por su parte ya tiene a Hernani, Rochina y Radoja.

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