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Carrusel de directores deportivos
Fútbol | Valencia CF

Carrusel de directores deportivos

Pablo Longoria es el undécimo responsable de esta parcela desde el título de 2008

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Martes, 27 de febrero 2018, 00:16

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Ni los 17 años que estuvo Monchi en el Sevilla (9 títulos) ni los once directores deportivos que ha tenido el Valencia desde que en 2008 ganara su último trofeo: el de la Copa del Rey. Pablo Longoria aterriza en el club de Mestalla para ocupar el aparente vacío que dejó la marcha del ninguneado José Ramón Alesanco. Y se especifica lo del aparente vacío porque, en realidad, la máxima responsabilidad en lo deportivo la habían sostenido en esta nueva etapa casi a la par Mateo Alemany y el propio Marcelino, a pesar del malestar que exhibe el técnico cuando se le menciona este aspecto.

Algo parecido, salvando las distancias, como lo que ocurrió hace tres años cuando tras la salida de Rufete, Nuno asumió vía Singapur todos los galones en secreto y poco menos que bajo pena de excomunión a aquel que pusiera en entredicho su capacidad real para esa función.

Tampoco es muy habitual dentro del fútbol -ni tampoco en el Valencia- contar en el organigrama deportivo al mismo tiempo con dos cargos de esta índole: director deportivo y secretario técnico. Cada concepto acarrea sus diferentes responsabilidades y en la segunda función se encuentra actualmente un Vicente Rodríguez que llegó en la etapa de García Pitarch y que, por ahora, sigue en la entidad.

Nuno ejerció de director deportivo siendo técnico, y Alemany y Marcelino comparten esa labor ahora

No obstante, ya ha procurado el club no etiquetar a Longoria como director deportivo sino como 'director del Área Técnica'. Dicen quienes conocen a Longoria que es un hombre con una capacidad extraordinaria para manejar datos y estadísticas de futbolistas, algo así como ocurre en el caso de Víctor Orta, que del Middlesbrough (antes Zenit y Elche) pasó hace unos meses a responsabilizarse del Leeds.

Si Longoria va a tener capacidad plena para confeccionar la plantilla es algo que el tiempo lo dirá pero es lógico pensar que Mateo Alemany -su jefe directo- y Marcelino seguirán manejando con cierta autoridad ese cometido. Lo curioso es el hecho de firmar a Longoria por cuatro años, algo complicado siempre de encajar en el acelerado mundo del fútbol.

De Carboni a M. Ángel Ruiz

Sólo hay que echar un vistazo al carrusel de ejecutivos deportivos que ha tenido el Valencia en los últimos años. Desde 2008, por ejemplo, cuando llegó la Copa del Rey, se encuentran personajes de toda índole. Miguel Ángel Ruiz apareció poco menos que de la nada para sustituir en el cargo a Carboni. Fue cuando empezó el declive de Juan Soler en el Valencia y a Ruiz le relevaría Juan Sánchez. El equipo, dicho sea de paso, acabó aquella temporada (2007-08) en décima posición.

Si el paradigma a seguir siempre ha sido Monchi y la estructura de trabajo que montó durante años y años en el Sevilla, es imposible pensar que el Valencia sea capaz de hacer algo por el estilo con sus habituales vaivenes. Alesanco, por ejemplo -y al margen de sus conocimientos-, quiso en su nombramiento aplicar sobre todo verbalmente un guión similar al que en Sevilla funcionaba. A la vista está que la aportación de Alesanco en el Valencia se limitó a acabar de cerrar el traspaso de Zaza y contratar a Orellana.

Por rendimiento deportivo, Fernando y Braulio Vázquez son los que metas más altas alcanzaron. Con Fernando Gómez (2009-10) el Valencia terminó séptimo clasificado y con Braulio se repitió en las dos campañas siguientes la misma posición final en la clasificación.

El problema que surge siempre es que para que un proyecto tome fuerza y eche raíces hace falta que las ideas se vayan plasmando en un periodo a medio plazo. Con Peter Lim eso parece poco menos que imposible. Desde que el empresario de Singapur se hiciera con el paquete accionarial, la maquinaria deportiva ha sido una trituradora, no sólo de directores deportivos, sino también de entrenadores. Rufete sólo funcionó un año con Lim, luego se experimentó con el altivo Nuno, posteriormente García Pitarch, Alesanco y luego el tándem encubierto Marcelino-Alemany.

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